lunes, 3 de febrero de 2014

Truman Capote (2005)



"Si me voy de aquí sin llegar a entenderte, el mundo entero te verá como un monstruo. Para siempre. Y yo no quiero eso".

Hace menos de un día conocí la noticia de que Philip Seymour Hoffman había muerto en su apartamento, presumiblemente a causa de una sobredosis. Y no se me ocurría mejor homenaje a la muerte de un actor de tamaño talento que visionar y reseñar la cinta que le dio un merecidísimo premio Oscar: Truman Capote (algún día entenderé por qué añadieron el nombre de pila del escritor en español al título original Capote). Será, me temo, una crítica breve, básicamente porque aún estoy tratando de digerir la noticia y no me apetece escribir mucho sobre el tema, pero suficiente para nuestro propósito.

La cinta, dirigida por Bennett Miller (amigo de la infancia de Hoffman, con quien también coincidiría cuando dirigió Moneyball), retrata un período muy concreto de la vida del escritor norteamericano Truman Capote: aquellos años que pasó investigando y escribiendo su novela más importante y que cambiaría el mundo de la literatura, A sangre fría.

En ese sentido, la película trabaja de forma bastante correcta los tiempos y la narrativa que, aunque es quizás demasiado lenta, hace buen foco en los aspectos importantes (con unos saltos temporales un tanto drásticos) y que es capaz de mostrar el proceso de creación literaria con unas pinceladas generales pero intensas, centrándose en lo que quiere mostrar y evitando distracciones innecesarias.


Y si lo logra es, claro, gracias a la interpretación de Hoffman, que le quitó el Oscar a Heath Ledger (por Brokeback Mountain) y a su futuro compañero de reparto en The master, Joaquin Phoenix (por En la cuerda floja), gracias a su retrato calcado del periodista y escritor. Hoffman es Capote en su apariencia, en sus gestos, en su amaneramiento, en su (bastante irritante) voz, y en su mirada. En todo.

Pero ese todo no sería nada sin la introspección interna que realiza. Hoffman es capaz de transmitir a la perfección las dos caras de Capote, de crear ese personaje torturado que se debate entre el cariño que siente hacia los asesinos sobre los que escribe, y el amor por su novela que le lleva a mentirles y utilizarles de forma descarada. Creo que fue Reverte quien dijo aquello de que un periodista de la vieja escuela “sería capaz de vender a su madre por aparecer en la portada”... y el Capote de la cinta, como escritor y periodista que era, transmite eso a la perfección.

Si bien la interpretación es sencillamente magistral, y se come a todos los demás aspectos de la película (a pesar de las también grandes actuaciones de Catherine Keener como Harper Lee, y Clifton Collins Jr. como Perry Smith), ese es quizás también su mayor problema. La cinta depende demasiado de la creación del protagonista que lo abarca todo, y descuida el resto de los aspectos: el guión podría estar más pulido, el ritmo ser menos monótono (ojo, no lento, sino monótono)... Puntos extra ganan, eso sí, unos diálogos inmejorables.

En cuanto al apartado técnico, cumple y va acorde con la historia que se narra, pero no destaca. Al menos, no en el aspecto de una música sobria y basada en pianos  que acompañan a algunas de las escenas, manteniendo otras el sonido ambiente sin mayores alardes. Quizás sí resulte más interesante la fotografía, en la que abundan y casi priman por completo los tonos fríos como el carácter de Capote, que tan bien van con la narración.

En general, la cinta es un acertado ejercicio narrativo y biográfico, que a pesar de todo podría estar mejor realizado, pero que dejó para siempre el legado imborrable de uno de los mejores actores que nuestra generación haya conocido.

Descansa en paz, Philip. Gracias por todo.

Allez-y, mes ami!

Buenas tardes, y buena suerte.

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LO MEJOR: la interpretación de Hoffman, sin más. También la fotografía merece bastante la pena.

LO PEOR: el ritmo y el guión me parecen ligeramente mejorables, aunque tampoco son para nada malos.

NOTA: 8. Estudiada, profunda, interesante y con una actuación soberbia. Obligatoria en día como hoy.

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5 comentarios:

  1. Adivina quien se ha reido como un loco cuando ha encontrado A sangre fría en su biblioteca particular.

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  2. La vi hace tiempo y me gustó mucho, creo que leí en alguna parte que lo de ponerle el Truman era para que la gente no pensara que era una película de toros, pero no me hagas mucho caso que no recuerdo bien ;)

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    1. Ya sabía que la pérdida de este señor era una catástrofe sin paliativos para e séptimo arte, y después de ver esta joya me reafirmo. Coincido punto por punto contigo en la reseña, caribú :)

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  4. Pues tiene sentido lo que comentas, Rae... Ojo, que tampoco es que me parezca un título desacertado. Pero me resulta curioso. Supongo que sería una mezcla entre lo que dices y el hecho de que por desgracia aquí Capote es menos conocido de lo que debería. Seguro que si hacemos aquí una peli y la titulamos "Unamuno", al llegar a EEUU añadirían el nombre de pila. Es fácil que lo hicieran, vamos :)

    Coincidimos, Pablo. Hoffman estaba inmenso en todo papel que hacía, incluso en sus papeles más mínimos. Aquí es inconmensurable.

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