"¡Hay una serpiente en mi bota!"
Buenos y afables días desde el norte de África. Los exámenes han pasado, el sufrimiento se ha superado y me dispongo a disfrutar de unas merecidas (creo) vacaciones. Pero antes no podía dejar pasar la ocasión de hacer mi última entrada del año por estos lares. He escrito poco, soy nuevo aún en el corral, pero en el blog se me ha aceptado con cariño y yo lo agradezco de veras. Y para despedir el 2013, no sé, algo que mole mucho, pero que mucho. ¡Pixar!
Y la elegida a reseñar ha sido, no por ser la mejor, sino por el aprecio que le tengo y le tendré eternamente, Toy Story 3. La saga que revolucionó la animación y abrió los horizontes de la creatividad en ordenadores no sólo rompió con el tópico de "segundas partes nunca fueron buenas" (Toy Story 2 es una película más que notable, aunque sin superar a la original), sino que hizo surgir a una legión de fans incondicionales de por vida (me incluyo) que disfrutaron y se encariñaron de esta simpatiquísima pandilla de juguetes y sus divertidas aventuras. Cómo no olvidar los ratos que pasé de pequeño con Buzz Lightyear, Woody, el Señor Patata, Rex y otros tantos... Auf, hacerse mayor es un asco.