domingo, 16 de abril de 2023

Dogville (2003)


Dogville, la obra magna del mamarracho (en el mejor de los casos) de Lars von Trier, dura tres horas. Yo esto no lo sabía, pero una vez uno decide ver una película, lo hace con todas las consecuencias. El danés, que al principio de su carrera se aferraba a los mandamientos del Dogma 95, una especie de movimiento de cinema verité donde el que usa música no diegética es un parguela, hace un giro de 180º y sitúa este épico filme en un almacén con líneas pintadas en el suelo. Tras haber sufrido años los límites de tener que rodar en escenarios naturales y no en los artificiosos sets de los estudios, aquí da un triple mortal con tirabuzón y prescinde por completo de ambas cosas: deja como ejercicio al espectador lo del diseño de producción, que él ya tiene suficiente trabajo con lo suyo. Como es obvio, al público de a pie le parece un peñazo grandilocuente, pero hay quien afirma que es una maravilla revolucionaria. ¿Cuál es mi opinión? Acompañadme para saberlo, pero antes veamos cuál es la trama de esta impenetrable cinta.