miércoles, 26 de febrero de 2014

El coloso en llamas (1974)



“Hemos tenido suerte, los muertos no llegan a 200, pero cualquier día llegarán a 10.000 en esas ratoneras. Y nosotros seguiremos jugándonos la vida y sacando cadáveres, hasta que alguien nos escuche sobre cómo deben construir estas moles de cemento.”

Como decía en su día Quixote al criticar El topo, a veces pienso que no estoy capacitado para ser crítico de cine, ni en este blog ni en ningún lado. Que soy la típica persona que intenta defenderse a la hora de analizar y diseccionar películas, pero a la que jamás elegirían desde el Festival de Cine de Berlín para invitarla como joven crítico profesional durante una semana con los gastos pagados. Por poner un ejemplo así al azar que se me ocurre.

Esta cinta me pone ante una de esas ocasiones. Estoy convencido de que el valor de una película viene dado por dos o tres cosas: su calidad per se, su influencia, y su capacidad para envejecer. En los dos primeros casos, el valor de El coloso en llamas, está fuera de toda duda (un legado de películas de catástrofes y tres premios Óscar de ocho nominaciones lo avalan); ahora bien, en cuanto a su buen envejecimiento... ahí no lo tengo del todo claro.

La cinta nos presenta una de esas historias cargadas de suspense y tensión: en la fiesta de inauguración de un rascacielos inmenso en San Francisco se produce un incendio dada la instalación eléctrica defectuosa del edificio. Eso provoca que las personas que celebraban la gala de inauguración queden completamente atrapadas, y comienza una difícil carrera por la supervivencia en la que todos se mostrarán tal y como son.

Hasta ahí, no es que la cinta sea lo más original del mundo. Y sin embargo, como digo, su influencia es enorme, y la podemos ver en nuestros días en películas tan dispares como El día de mañana, Un pueblo llamado Dante’s Peak, Volcano, 2012 (cada una de ellas con mayor o menor acierto de realización)..., por no hablar de la también amplísima muestra del cine de catástrofes de la época. Es una influencia reflejada sobre todo en ese afán por mostrar la reacción de cada individuo ante la situación crítica, pero también en ciertos tópicos como los personajes: especialmente, el tipo que anticipa todo y al que nadie hace caso, que luego acaba reconvertido en el verdadero héroe de la cinta.

Ese papel lo desempeña aquí Doug Roberts, arquitecto del edificio, interpretado por un magnífico Paul Newman, a quien se une en su cruzada contra el fuego el jefe de bomberos, al que da vida Steve McQueen. Es ese probablemente el mayor acierto de la película, un reparto que incluye no solo a Newman y McQueen (que forman un tándem genial), sino también a William Holden, Faye Dunaway, O. J. Simpson, Richard Chamberlain o el mismísimo Fred Astaire.

Pero si bien las interpretaciones son magistrales (a pesar de la sobreactuación de algunos), y los personajes están en general muy bien construidos, quizás sean demasiados en los que poner el foco. La película acierta, al menos, en una duración (más de dos horas y media) que permita desarrollarlos a todos lo suficiente como para empatizar con ellos, con un primer tercio en que se nos van presentado a todos con calma antes de que empiece el verdadero conflicto. Sin embargo, eso revierte también en un ritmo demasiado lento que no favorece a la tensión ni al suspense.

Porque esa es (o debería ser) la gran baza que juega la cinta: el suspense. Y hasta un cierto punto lo consigue, presentando situaciones dramáticas muy logradas que quizás pequen de efectismo, pero que logran transmitir a la perfección la preocupación por unos personajes cuyo destino en ningún momento conoces (porque más de uno de ellos muere en el incendio, en otro gran punto por no convertirlo en algo de heroicismo pasteloso y poco creíble).

También resulta muy curiosa, casi tétrica, la credibilidad de la cinta: los métodos de rescate utilizados son reales, como lo es la forma en que se propaga el incendio y la misma posibilidad de éste en una torre. De hecho, son muchas las semejanzas con episodios reales, como el incendio del Windsor en Madrid, o el trágico atentado del 11-S (en más de una ocasión se pueden ver en la cinta imágenes que recuerdan al famoso “falling man”). Por una tétrica casualidad, de hecho, la frase que abre esta crítica (dicha por Steve McQueen al final de la cinta) resultó ser un triste presagio, y la cinta terminó de rodarse el 11 de septiembre de 1974.

Por otra parte, esa credibilidad que tanta veracidad da a la película, enfrenta a otra que aún siendo veraz resta credibilidad: la estupidez de los personajes. Siendo, como digo, veraz (porque más de uno actuaría así en una catástrofe) resulta imposible tomarse en serio algunas acciones estúpidas en la lucha contra el fuego, como la del tipo que sabiendo que no se puede pasar por un camino de huida se empeña en hacerlo solo para llevar la contraria a alguien que no le cae bien, o la de quienes desoyen constantemente los consejos de los bomberos, sobre todo hacia el final.

El apartado técnico, donde ganó sus tres premios, es quizás lo que peor ha envejecido. La música, de John Williams, cumple, pero está lejísimos del talento que el compositor desarrollará posteriormente (aunque le nominaron a un premio de la Academia, algo que no me parece especialmente lógico, la verdad... habría que ver otras nominaciones de ese año). El aspecto visual y la fotografía son bastante buenos, pero no es así con los efectos especiales, y un fuego que resulta bastante poco realista, y sobre el que es casi imposible no bromear cuando aparece.

En cuanto al doblaje, merece una mención aparte. La cinta se redobló en 2003, lo que creó un interesante anacronismo para los que nos interesa este mundillo: si ya me resultaba raro hace poco ver a Luis Bajo doblando a John Wayne en Hondo, no se me hace más normal verle aquí doblando a Paul Newman, mientras Luis Porcar pone la voz a Steve McQueen, Peyo a Robert Wagner, Antonio García Moral a William Holden, Juan Logar (Jr.) a Gregory Sierra, Conchi López a Susan Blakely, Lorenzo Beteta a Don Gordon, o Fernando de Luis a Richard Chamberlain.

Aunque las voces están bien elegidas, y encajan (a pesar de lo difícil que resulta acostumbrarte a ello), el doblaje no es, en absoluto, bueno. Todas están fuera de boca, los textos son demasiado largos y la mezcla de sonido mejorable, lo que hace que unas interpretaciones excelentes (tanto en el plano original como en el propio doblaje, pues los actores están todos genial) queden muy deslucidas por el poco cuidado de ese aspecto.

En general, la película es buena, y está bien trabajada en casi todos sus aspectos. Sin embargo, no sé hasta qué punto puede mantener su valor dentro del género, más allá de la influencia que tuvo, dado un ritmo demasiado lento y propio de la época, y un suspense que aunque tiene puntos geniales, ya está más que superado.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: las actuaciones: Paul Newman y Steve McQueen (igual que todos los demás) forman una pareja de actuación perfecta. También hay momentos de suspense muy logrados.

LO PEOR: el ritmo es demasiado lento y tarda demasiado en arrancar, por ese gran número de personajes en los que se central. Los efectos especiales son muy mejorables, al igual que el doblaje.

NOTA: 7,25. Una cinta buena, interesante, influyente y bien llevada, pero a la que el tiempo le ha pasado factura... Reconozco que la disfruté, aunque me esperaba más. Y nótese que ya he reiterado antes que no soy el más indicado para juzgar una cinta así, por lo que probablemente nadie que la viera en los 70, o poco más tarde, estará de acuerdo con mi valoración.

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2 comentarios:

  1. Yo la vi hace bastante tiempo, antes del 2003, así que con el doblaje antiguo. Es larga pero no tuve la sensación de que fuera lenta, quizás porque para presentarte a tantos personajes necesita ese tiempo. Y los efectos especiales tampoco los recuerdo malos aunque claro, no sé si resistiría un revisionado ahora.

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  2. Hombre, lenta es en varios puntos (que no pesada, ojo), pero precisamente porque como comentas, tiene que presentar a muchos personajes. En cuanto a los efectos especiales... En fin, el fuego es realmente horrible en algunos momentos. Al nivel de burradas de "Alien 3", los efectos de "La guerra de los mundos" (la de los 50), o los cromas cantadísimos de "Quo Vadis?". Perdonable por la época, claro, pero no le ayuda a envejecer (a diferencia de efectos especiales como los de... no sé, por ejemplo "Tron", que han envejecido con mucho encanto).

    Como siempre, gracias por pasarte :)

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