«Nada de lo que sucede se olvida jamás, aunque tú no puedas recordarlo»
En Yo me bebo tu batido le tenemos un cariño especial al gran Hayao Miyazaki. Hace poco que nos dio la triste noticia de su retirada, y damos fe de que lo vamos a echar mucho de menos. Su forma de revolucionar el cine de animación, la temática de sus películas y su estilo innovador y fantasioso le han convertido en una auténtica leyenda en Japón, donde su obra han alcanzado un respeto sin parangón, y en el resto del mundo. Y esto ha sido posible gracias a su capacidad de contar historias que van más allá y a la pericia y mimo que dedica Studio Ghibli a cada una de sus producciones. Exceptuando a Pixar, no hay actualmente estudio de animación que les supere en calidad.
Miyazaki se labró una fama inmortal ya en los 70, colaborando con otro genio del anime, Isao Takahata, en series tan recordadas como Heidi o Marco, y posteriormente en los 80 y 90, dirigiendo películas como Mi vecino Totoro, Nausicaä del valle del viento (cuya reseña podéis leer aquí), El castillo en el cielo o Porco Rosso. Tras el estreno de una de sus mayores genialidades, La princesa Mononoke (1997), anunció, para sorpresa de todos, su retirada. Por suerte, se lo pensó mejor y regresó tan solo un año después, cuando empezó a gestar y a dar vida a una de las películas de animación más premiadas y aclamadas de su carrera.