sábado, 8 de febrero de 2014

Buscando a Nemo (2003)

"¡¡¡¡Baaaaaalleeeeeeeniiiiiiitaaaaaaaaa!!!! ¿¿¿¿Cóooooooomo estáaaaaaas????"


Es bien sabido que Pixar, en muchos aspectos, ha sabido revolucionar la animación hasta límites insospechados. La llegada de Toy Story en 1995 y el punto de inflexión que suponía para el género fueron una de las sorpresas más gratas de la década. Después, llegó el siglo XXI y ese salto de calidad volvió a superarse en más de una ocasión, por increíble que pareciera. Y la primera cinta de Pixar que lo hizo fue Buscando a Nemo, un torrente de aventuras, humor e incluso algunos toques dramáticos que dejó a todos con la boca abierta.

Y si bien era cierto que Disney ya había utilizado la fórmula del fondo marino como telón de fondo con La Sirenita, Andrew Stanton y compañía multiplicaron la experiencia y el disfrute hasta el infinito y más allá, gracias a multitud de detalles, personajes y escenarios que, aún hoy, siguen siendo la excusa perfecta para disfrutar de esta película de principio a fin. Pero, ¿dónde reside el secreto del éxito de un clásico del que ya se está preparando una secuela? Vamos a descubrirlo.


La historia que nos ocupa ocurre en lo profundo del océano, en una anémona, donde viven Marlin y su esposa Coral, dos felices peces payaso que esperan ansiosos el nacimiento de sus cientos de hijos. Por desgracia, la felicidad se trunca cuando una furiosa barracuda ataca su hogar y acaba con la vida de Coral y de todos los huevos del nido, excepto uno, Nemo, que nace con una aleta más pequeña por culpa del incidente, y al que Marlin criará y cuidará a partir de ahora hasta extremos sobreprotectores obsesivos, que dificultan la relación padre-hijo. Esto acabará con Nemo rebelándose contra el miedo de su padre y aventurándose cerca de una lancha, con tan mala suerte que es capturado y llevado hasta la pecera de un dentista en Sidney, donde le acompañarán divertidos y carismáticos personajes que le ayudarán a salir del acuario y devolverlo al mar. Marlin, por su parte, se lanza a la búsqueda desesperada de su pequeño, y por el camino trabará amistad con Dory, uno de los personajes más jodidamente geniales que ha parido Pixar. En su épico viaje se encontrarán con tiburones vegetarianos, bancos de peces imitadores, medusas y hasta tortugas marinas de edad muy longeva, que les ayudarán/dificultarán en su propósito.





Visto así, el argumento, dentro de lo que cabe, puede que sea el punto más flaco de la película, ya que el tema que trata (relación padre-hijo) ha sido explotado hasta la saciedad en el cine, pero se compensa (y de que forma) gracias a un desarrollo vertiginoso, único, majestuoso y digno de elogio que hará a cualquier persona de entre 4 y 100 años pasar uno de los mejores ratos de su vida. 

No hay un solo momento para el respiro, y eso queda claro desde el momento en el que Nemo es capturado. El ritmo, aunque acelerado, guarda un equilibrio perfecto, único, con una variedad de situaciones, un humor maravilloso y extraordinarios personajes que harán que los 90 minutos que dura la cinta se te pasen volando. Los obstáculos a los que deben enfrentarse Marlin y Dory nos dejan momentos de mucha tensión, MUCHÍSIMAS risas y de una emoción indescriptible mientras nos deleitamos con la fabulosa recreación del fondo marino. 

Por si esto fuera poco, cada personaje, principal o secundario, es único, tanto por su diseño como por su personalidad. La genial y olvidadiza Dory, los peces del acuario (mención especial para Gill y su doblaje, cortesía del maestro Ramón Langa), los tiburones, las tortugas marinas y muchísimos más son un milagro de la animación, diversos, reflexivos, intuitivos, divertidos, locos y olvidadizos, pero ninguno prescindible: todos encajan como las piezas de un reloj para ensamblar una máquina sólida y fuerte en todos los aspectos. 

También la variedad de situaciones da pie a momentos de todo tipo, incluso de fuerte carga dramática que, sorprendentemente, funcionan muy bien y se ajustan, como casi todo en esta película, en el momento e instante precisos. El humor, por otra parte, contiene desde momentos disfrutables para un público de todas las edades hasta otros que harán que más de un adulto no pueda aguantarse las risas. 





Y por si esto fuera poco, el apartado técnico es un auténtico escándalo. Aún no hemos visto en ninguna otra película (ya sea o no de animación) semejante recreación del fondo marino, todo un placer para la vista. Los diseños de los personajes son otro punto a favor y la fluidez y el gusto por el detalle rematan una imagen visual de diez, de principio a fin.

El sonido también es magnífico, y el doblaje al castellano tiene un elenco de voces únicas, entre las que destacan, repito (y repetiré con gusto) Ramón Langa como Gill, el cabecilla de la banda del acuario, la irrepetible Anabel Alonso como Dory (esperamos verla en la secuela) o a José Luis Gil, alias Enrique Pastor de La que se avecina, con un solvente papel protagonista. El resto del reparto cumple con creces y los efectos están a un gran nivel. También la música de Randy Newman es sublime, adaptada a cada situación y llena de calidad.

¿Ahora se entiende mejor ese amor general (en el que yo me incluyo) por Buscando a Nemo? No es casualidad, no es cosa de originalidad, es cuestión de disfrutar con la experiencia. Y tengo que reconocer que ya he visto esta película tantas veces que he perdido la cuenta y no me avergüenza repetir. De hecho, verla cada cierto tiempo es en sí un regalo del cielo. Revolucionaria, maravillosa de principio a fin y única en su género (evito compararla con El Espantatiburones para no vomitar por cometer semejante sacrilegio), Buscando a Nemo es una de las mejores experiencias animadas jamás vistas en pantalla. Así de simple.

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LO MEJOR: ambientación, personajes, música, doblaje, desarrollo, humor... y la lista sigue.

LO PEOR: la historia/moraleja en sí es tópica y no reviste de una gran complejidad, para bien y para mal.


NOTA: 8,75/10. Una de las mejores películas de animación habidas y por haber y uno de los clásicos más grandes de Pixar. Si no la has visto aún, ¿a qué estás esperando?

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Tráiler en castellano

1 comentario:

  1. ¿Una anémona? De eso nada, Nemo vive en una ane... ne... ¡anemonémona!

    Y lo más destacable (igual que me pasa con la primera de Toy Story) me parecen casi los elementos y momentos dramáticos... Algunas escenas cerca del final son muy duras, y con Dory casi me echo a llorar en esos momentos, de la penica que da... :(

    En fin, una película tan fabulosa como tu crítica, caribú :)

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