"Houston,
tenemos un problema".
¿Quién
no ha escuchado esa frase alguna vez? Es más, ¿quién no la ha utilizado en algún
momento de su vida? Pocos podríamos afirmarlo sin faltar a la verdad... Y es
que no en vano esas cuatro sencillas palabras pronunciadas por el comandante
Jim Lovell (al menos en la cinta, en realidad no fue así) están en el
imaginario popular de todos, y fueron elegidas por el American Film Institute
como unas de las más emblemáticas de la historia del cine (en el puesto 50º,
pusieron a esta frase).
Baste
ese ejemplo para ilustrar una de las cintas más queridas y conocidas de Ron
Howard, cuyo nombre está asociado para muchos con El código Da Vinci, pero que antes de meterse en movidas ideadas
por Dan Brown, ya había sido artífice de genialidades como Willow, Cocoon, Una mente maravillosa o Cinderella Man, y que después haría El desafío: Frost contra Nixon, o la muy reciente Rush. Leches, que le nominaron a cuatro
premios Oscar y tiene dos. No está mal.
La
cinta, per se, ya es bastante atractiva a un público americano, relatando la
gesta heroica de los tres tripulantes de la nave Apollo 13 (Jim Lovell, Fred
Haise y Jack Swigert), que sufrieron un accidente en su misión a la luna y
miraron cara a cara a la muerte en el espacio. Sí, sé que me pongo muy épico al
decirlo, pero es que la cinta mueve al sentimiento.
De
entrada, heroicismos de la tripulación (y de control de la misión en tierra)
aparte, la película realiza un retrato muy fiel a los sucesos reales de aquel
abril de 1970, que tuvieron al mundo en vilo durante seis días, pendientes de
la vida de los tres hombres. Se permite licencias, claro está, pero narra el
grueso de los hechos de forma atenta y correcta, sin caer en la exageración
increíble ni tampoco en el relato más prosaico, lo cual ya es un punto a tener
en cuenta. Y sí, hablo de retrato histórico fiel, porque yo soy de los
románticos que creían en la carrera espacial. Llamadme rarito.
Lo
más destacable es el buen ritmo que tiene la cinta. Lo dije cuando reseñé
brevemente Rush, y lo reitero: Ron
Howard sabe manejar la tensión y los clímax como nadie, incluso (lo que tiene
más mérito aún) cuando conocemos el desenlace de la historia que se nos narra.
A lo largo de toda la película es capaz de transmitir el desasosiego, el miedo
y el estrés que sufren los tripulantes del Apollo, sus familias en la Tierra, y
la legión de técnicos y científicos abocados a llevarles a casa en una lucha
desesperada. Nos sumerge en la película, y hace que las dos horas y media (o
casi) que dura se pasen volando.
A
ello contribuyen también unas interpretaciones cargadas de fuerza y garra. Tom
Hanks, como Jim Lovell, está fabuloso, si bien no logró una nominación al Oscar
después de haberlo ganado ya en dos años consecutivos, igual que lo está Bill
Paxton (como Fred Haise); Gary Sinise y Kevin Bacon (como Ken Mattingly y Jack
Swigert) hacen dos de mis interpretaciones favoritas (a pesar de que siempre se
me hace raro verles en papeles que no son de villanos); y la gran estrella es
Ed Harris (con esa otra frase tan famosa suya, “el fracaso no es una opción”, que fue el único nominado en cuanto a
actuación, junto con Kathleen Quinlan (como Marilyn Lovell).
Y
luego está la música. Si la tensión la sufre tanto el espectador es, en buena
parte, gracias a las piezas de James Horner (que aquel año, después de seis sin
pisar los Oscar, fue nominado por dos bandas sonoras: ésta, y Braveheart, que por otra parte quitó a Apollo 13 el premio a mejor película),
que construye una composición de corte muy clásico, lento y épico, y sobre todo
muy intimista. El sonido, de hecho, se impone ampliamente a una imagen que
abunda en recovecos y oscuridades del módulo lunar de la nave Apolo, y que
pasa a un segundo plano por puros motivos pragmáticos.
En
cuanto al resto de aspectos artísticos o técnicos, no hay gran cosa que
destacar. Todo tiene un nivel enorme, y el guión y la dirección se dan la mano
no solo para lograr ese ritmo tan característico, sino también para construir
personajes y escenas de gran fuerza, entre los que ninguno se impone a los
demás, sino que, como en la historia que narran, logran destacar por la
importancia del equipo y el trabajo conjunto.
El
drama, por otra parte, está presente en la mayoría de la película, pero eso no
impide a los protagonistas jugar con escenas de un humor bien muy desenfadado
(como cuando la madre de Lovell conoce a Neil Armstrong y Buzz Aldrin y les
pregunta si ellos también son astronautas, como su hijo), o bien bastante negro
(cuando Lovell intenta comer una salchicha en el módulo y se da cuenta de que
su única comida está congelada y más dura que el metal de la cápsula,
tomándoselo a broma), que de nuevo propician la empatía y el cariño del
espectador por los personajes.
Si
hay que achacarle algún fallo, es cierto que quizás el dramatismo o la forma de
ensalzar la carrera espacial y el modo de vida americanos (aunque a mí me
encantan todos los guiños que hay, las referencias musicales e históricas) no
gustarán a más de uno, y que en ese sentido se la podría tildar de superficial.
Sin embargo, al margen del, repito, genial retrato histórico que se hace, la
cinta es una profunda reflexión sobre la importancia de la lucha y la
superación, y ello es lo que la dota de gran valor.
Sin
duda, es una perfecta revisión de un género que no es parco en grandes cintas
(y que ahora vuelve con Gravity a
primera línea), y que normalmente supera a la mayoría de ellas: a algunas, como
Armaggedon, por mucho; a otras, como Elegidos para la gloria o Space Cowboys, por bastante menos...
pero también las supera sin despeinarse.
Sin
alcanzar el nivel de Una mente
maravillosa, está en mi top 3 de Ron Howard. No sé si supera a Rush o se queda a las puertas... Pero
sea como sea, ya es decir mucho.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: las interpretaciones, en general, son muy buenas, y la música es
excelente de principio a fin. Pero sobre todo donde destaca es en el ritmo, y
en la maestría que tiene a la hora de crear la tensión dramática de la historia.
LO
PEOR: a muchos les parecerá una americanada un tanto superficial, que no hace
sino glorificar épocas pasadas. Y es posible que así sea. Pero dudo que eso
merme su valor en absoluto.
NOTA:
8,75. Bien realizada, con un gran trasfondo, destacable en casi todos sus
aspectos y emblemática. ¿Qué más se le puede pedir?
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