“Qué pacifica sería
la vida sin amor, Adso. Qué segura. Qué tranquila... Y qué insulsa.”
Antes
que nada, me gustaría dedicar estas líneas a hacer una breve mención: hoy, sábado
22 de febrero, el blog cumple dos años, y está batiendo este mes récords de
visitas. No puedo menos que agradecer a todos vuestra labor: a Quixote, que
empezó esto conmigo; a Airume, que fue la primera en unirse al viaje; y a
Pablo, que lo hizo después de haber trabajado ya conmigo y con Quixote en Rockrítico.
A ellos, y a todos los que nos leéis, muchas gracias, y esperemos que vengan
muchos más años juntos.
Dicho
esto, vayamos a la cinta. A estas alturas no sé si quedará mucha gente que no
haya oído hablar de esta importantísima novela histórica, obra del autor
italiano Umberto Eco (al que por cierto odio bastante, tras los disgustos que
nos ha dado a mis compañeros de Periodismo y a mí...), y llevada al cine por
Jean-Jacques Annaud en el año ’86.
Eso
es, al menos, lo que se nos presenta en un primer momento. Pero la historia ha
sido elogiada por ir mucho más allá: no solo es una historia de misterio o
suspense, con la investigación de las muertes, sino que se vierte en distintos
frentes de muy diversa índole. Tenemos también, por ejemplo, una historia de
amor entre Adso y una joven cuyo nombre no conocemos; y un trasfondo histórico
enorme desarrollado a lo largo de varios arcos: las diferencias entre pobres y
eclesiásticos, lo que lleva a pugnas en el seno de la iglesia, la importancia
medieval de la cultura en el ámbito de los monasterios, el debate entre razón y
fe, las herejías...
Como
digo, es algo que la gente aprecia enormemente de la cinta y que, sin embargo,
yo condeno de forma tajante. Me parecería una buena idea si se dispusiera de
espacio suficiente: el libro son 600 páginas, que te permiten desarrollar todos
los temas bien. Pero... ¿cómo haces una adaptación fiel de un libro tan extenso
en apenas dos horas de metraje? Todas las tramas aparecen, llevan unas a otras,
se entrecruzan... y al final quedan en nada, pues ninguna profundiza lo
suficiente como para que las historias lleguen a convencer.
El
resultado final es una amalgama de elementos que envuelven y atraen al
espectador en cada plano (porque eso sí que hay que reconocérselo, la
ambientación es fabulosa), pero que, cuando se analizan detenidamente, quedan
un tanto vacíos. La propia historia de amor apenas si se toca, y únicamente el
tema de las herejías o del debate de razón y fe quedan más cerrados... Pero la
cinta no es capaz de dar una verdadera visión (ni una conclusión al debate) del
tema de la pobreza, o de los conflictos entre benedictinos, franciscanos,
Inquisición y Papado.
El
guión, eso sí, está muy bien desarrollado, a pesar de su poca profundidad, para
enlazar de forma coherente todos los temas, e ir desarrollando poco a poco una
cinta que se apresura demasiado en sus compases finales. Los últimos minutos
condensan de forma repentina la conclusión de las historias (quedando algunas
abiertas, de hecho), y dejando una sensación de desasosiego, pues apenas si hay
tiempo para asimilar lo que sucede.
Y
aparte de eso, pocas pegas se le pueden poner. El apartado artístico es una
genialidad de principio a fin. La música, de James Horner, es de matrícula; la
fotografía y la ambientación, de las mejores que haya visto jamás en una cinta
histórica, con esos tonos grises y apagados tan emblemáticos de la Edad Media
(otra cosa es que fueran tan ciertos, que a ese respecto tengo mis polémicas
opiniones, me temo), y en general es eso lo que más te envuelve en la película.
Bueno,
eso y las actuaciones. Los personajes, de por sí, son muy interesantes, y
llaman mucho al espectador, y las interpretaciones que de ellos se hacen no
logran sino reforzar esa sensación: Sean Connery hace muy bien de... Sean
Connery, pero es que eso mola; Christian Slater cumple con mirada de despistado
que luego le vendría genial en Entrevista
con el vampiro; F. Murray Abraham da mucho mal rollo como Inquisidor;
Valentina Vargas es una preciosa pobretona, que hiptoniza a cualquiera; y
Feodor Chaliapin Jr. compite con Abraham por ver quién acojona más.
Todos
están de diez, vamos, aunque sin duda el que quedará para el recuerdo será el
grandísimo (en todos los sentidos) Ron Perlman, como el jorobado Salvatore, que
habla constantemente en una mezcla entre inglés, alemán, francés, español e
italiano realmente cautivadora. Y si a esas actuaciones se unen frases
lapidarias (me encanta la conversación en que Adso y Guillermo discuten sobre
si es amor o lujuria lo que siente el primero, y cuando lo cuenta, Guillermo le
suelta “oh, cielos... estás enamorado”)... Éxito asegurado.
Dos
años más tarde Annaud volvería a triunfar con El oso, y ya a finales de los 90 con Siete años en el Tibet, (para mi gusto su culmen le llegaría aún
más tarde, con Enemigo a las puertas).
Aunque, sin duda, será esta película la que le quede como enseña. Al menos por
el momento.
Allez-y,
mes ami!
Buenos días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: la actuación de Ron Perlman, la ambientación y la música, y los diálogos.
LO
PEOR: el guión toca tantos temas que no puede desarrollar ninguno con verdadera
profundidad, y el final me parece realmente flojo. Amén de que en el DVD hay
escenas de la versión extendida redobladas con unos tipos que A) parecen todos
el mismo; y B) parecen todos Eduardo Noriega sin vocalizar.
NOTA:
7,75. Una cinta magníficamente realizada aunque, sin duda, mejorable en varios
aspectos.
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Antes de nada felicidades por los dos años.
ResponderEliminarA mi esta película me encanta, es cierto que toca demasiados temas pero aun así la investigación engancha y la peli engancha hasta el final.
¡Muchas gracias! :)
ResponderEliminarA mí me gustó, la verdad. De hecho, me gustó bastante para la nota que he puesto; sin embargo, es que considero que es una cinta que aunque buena, podría ser realmente sobresaliente, y se desperdicia un poco.
Pero efectivamente, engancha bastante la investigación, y deja escenas geniales como la de la biblioteca :)