"¡Que empiecen
las conversiones!"
Lo
primero que me gustaría hacer es aprovechar esta crítica para pedir perdón
públicamente a Yonay Boix y a Carlos Ena por insultarles y decir que Amanecidos era la peor película que se
había hecho en la historia del celuloide. Me equivoqué.
No
me malinterpretéis: Amanecidos me
sigue pareciendo una soberana mierda. Ahora, comparada con la cinta que, con
gran dolor y poco regocijo, os traigo hoy, la ópera prima de Boix me parece
poco menos que El padrino. Al menos,
él y sus colegas tenían excusa para hacer lo que hicieron: era cine indie
experimental y de bajo presupuesto. Vale, aceptamos pulpo.
Pero
con Jesucristo, cazador de vampiros no,
ni aunque se escude en la serie B poco ambiciosa. Eso puede servirles para
justificar un apartado técnico pobre, pero no para que mentar la palabra “artístico”
aquí provoque arcadas. Decía Quixote en su crítica de The Room (que podría trasladarse a esta película con mucha facilidad)
que el ser humano siempre ha querido dejar huella: el problema es que a algunos
no parece importarles que esa huella sea un aborto que sufre por su mera
existencia.
Así
y todo, se acepta. Ha habido grandes producciones con temas igual de delirantes,
o peores: ahí tenemos a Hansel y Gretel cazando brujas, o al mismísimo Abe
Lincoln repartiendo estopa a unos cuantos vampiros en Gettysburg. Son historias
absurdas, hechas para reírse de uno mismo, pero que cuando tienen detrás una
realización decente, entretienen y sacan unas cuantas risas. El problema viene
cuando un argumento tan penoso es, de lejos, lo mejor de una película donde
solo cabría destacar el doblaje (me juego el cuello a que en original es más
pésima todavía, pero antes me daría martillazos en el escroto con un martillo
lleno de clavos que volver a ver esta... cosa).
Porque,
efectivamente, puesto el argumento sobre la mesa ya todo va cuesta abajo.
Empezando por el hecho de que ese es el argumento que suponemos que existe,
pero el guión pronto naufraga en mil historias que no solo no se explican, sino
que tampoco tienen el menor sentido. Lesbianas que resultan ser bisexuales,
curas que parecen sacados de una banda de punk metal de Boston, un travesti que
pasa por allí a saludar, Alan Moore haciendo de narrador... Nada, repito, NADA
de lo que vemos tiene aquí el menor sentido. Y claro, así se sufre.
Hay
que reconocer, sin embargo, que esa falta de sentido nos permite abordar de
forma tremendamente fiel algunos de los episodios de la vida de Jesucristo que
todo creyente recordará de la Biblia: Jesús dando de hostias a ateos, Jesús
dando de hostias a vampiros, Jesús montando en scooter, Jesús haciendo kung-fu
contra un maestro shaolin, Jesús yendo de compras, Jesús cortándose el pelo
para parecerse a Fito, Jesús poniéndose pendientes, Jesús haciendo un lipdub
terrible por la calle, Jesús montando en monopatín, Jesús escuchando a la
Virgen María decir que las lesbianas son adorables, Jesús hablando con un
postre (sí, CON UN PUTO POSTRE)... y sigue así la cosa.
Siguiendo
con el apartado art... arti... argh... Aish. Joder, como cuesta: el “apartado
artístico”. Siguiendo con ello, decía, la cosa no mejora, sino que empeora.
Mucho. En picado. La película entra en caída libre y sin frenos en el momento
en que Jesucristo se corta el pelo, después de unos primeros minutos en los que
ya no parecía que hubiera esperanzas de salvación. El guión va a trompicones,
como si las páginas fueran vomitadas a trozos por el perro del guionista, que
debió ser el verdadero guionista.
¿Y
las actuaciones? El que se que se quejara del acento serbo-francés-selenita de
Wiseau lo disfrutaría aquí viendo como unos tipos pretenden soltar frases
lapidarias al rollo Vin Diesel, The Rock, Van Damme o la madre que los parió a
todos, con la diferencia de que estos no solo no saben actuar, sino tampoco
pelear (y de que Jesús es el ser más patético de la historia de la lucha, creo).
Creo que la patada que le pasa más cerca a Jesucristo le queda a medio metro de
la cara. Pero eso sí, la atea arrastrada por cables hasta estamparse contra un
árbol es muy épica.
La
fotografía da puñetero asco. La mitad del tiempo nos encontramos una cámara en
mano haciendo planos absurdos e imposibles (¿un plano de una escalera inclinado?
¿en serio?) y sin dejar de temblar ni un instante. Como si el director hubiera
dicho “aquel que tenga Parkinson en la mano, que coja la primera cámara”, y
luego no se hubieran molestado en regrabar las escenas. O sí, para empeorarlo,
porque las tomas falsas que aparecen en los créditos finales son a menudo
mejores que el resultado definitivo.
Y
la música es una maravilla. Vamos, canela en rama. Suena como si alguien se
hubiera decidido a plagiar descaradamente a Daft Punk y Jean-Michel Jarre, y la
cosa le hubiera salido bastante mal. Y luego, con las canciones que le parecían
malas incluso para ese terrible disco que compuso, decidió coreografiar unas
cuantas peleas y a Jesucristo fardando por la calle al rollo de los Bee Gees.
Porque sí.
Lo
más triste de todo, y lo que más duele en esta hora y media de suplicio (porque
además eso, Amanecidos al menos
duraba una hora escasa) es que nunca llegas a saber si el patetismo es
intencionado o no. Por una parte, tenemos una imagen, un montaje y unas actuaciones
demasiado horribles como para ser involuntarias (de verdad, pocas cosas peor
hechas he visto), que se entremezclan con escenas de música y baile sin sentido
alguno que, por si fuera poco, son de lo mejor actuado y realizado de toda la
cinta, y que suenan a puta broma desde el primer instante.
Por
otra parte, hay muchas MUCHAS pistas que dan a entender que esta basura de
culto es, en realidad, una comedia inintencionada. Es, por ejemplo, el hecho de
que se pretenda explicar la cinta dando una apariencia de seriedad, diciendo
que los vampiros son diurnos porque se injertan la piel de personas normales, o
que el vampirismo es en realidad una enfermedad causada “a veces, por una
bacteria; a veces por un virus; a veces por un hongo...” (vamos, básicamente,
por cualquier cosa). Sí, sé que las explicaciones suenan a coña, pero es que
son lo más serio que hay en la cinta, y pretenden hacerse pasar por algo real.
Como
todo este ridículo (voluntario o no), les sabe a poco, además, aderezan el aborto audiovisual con chistes y referencias bíblicas de las que cualquier
ser sentiente del universo se avergonzaría solo de oír hablar de ellas, cuanto
más si tuviera que realizarlas: para muestra, el momento de mitad de pelea en
que Jesucristo esquiva un sillón, se sienta en él y dice “y al séptimo día,
descansó” (y se queda tan a gusto); o la escena en que va por ahí ofreciendo limonada,
le preguntan “¿habrá suficiente?” y él se ríe como un gilipollas y les dice que
no se preocupen. En serio, ESTO ES JODIDAMENTE SURREALISTA.
No
quiero extenderme mucho más, porque solo de recordarlo ya me están entrando
arcadas. Ni siquiera la película puede presumir de lo que otras de su género
que es, al menos, ofrecer sangre o sexo al espectador. La mitad de la cinta
consiste en enfocar al culo de la tal María que acompaña a Jesús, o en todos
(Jesucristo incluido) sobando de forma impune a una señora que no tiene
expresión, pero ya, ahí queda todo. Y en cuanto a la violencia... Hay cuatro
peleas contadas en la cinta, y ni siquiera están bien realizadas: duran una eternidad
y no tienen la menor tensión dramática, resultando más cargantes incluso que
los diálogos.
Es,
sin la menor duda, la peor película que he visto en toda mi vida. Te ríes a
rabiar, sí, pero al tiempo sientes como si te introdujeran un millar de palos
candentes por el recto, y te lobotomizaran cuando no estás atento. Presenciar
barbaries así me hace oponerme fuertemente a la ley del aborto de Gallardón, y
apoyar sin dudarlo un instante los métodos malthusianos para reducir a la
población. Por su bien, y por si acaso vuelve a surgir algo así.
Deberían
quemar todas las copias con sus realizadores dentro, y enterrarlas profundas en
los mares helados de Europa. Europa, satélite de Saturno, quiero decir.
Allez-y,
mes ami!
Buenas
tardes, y buena suerte.
---------------------------------------------------------------------------------
LO
MEJOR: absolutamente nada.
LO
PEOR absolutamente todo.
NOTA:
0/10. Tras discutir al respecto con Pablo, hemos planteado la posibilidad de
poner notas negativas en el blog; al final, he hecho balance entre la calidad
de la cinta y las risas que me ha proporcionado. La media ha resultado ser un 0.
Así que imaginad la puntuación original.
---------------------------------------------------------------------------------
"No puedo dormir, me come el Jesús cani, no puedo dormir, me come el Jesús cani...". Así voy a estar durante un tiempo por culpa de la abominación más grande jamás creada en el séptimo arte. Y cosas te has dejado, pero ¿para qué decir más? Es mierda, MIERDA, y como tal debe ser olvidada, encerrada en la jaula más profunda de la existencia. Nunca me he reído tanto y a la vez he ROGADO porque dejasen de torturarme de forma tan cruel e inmisericordiosa. Me cago en Graham Collins, en Phil Caracas, en Odessa FilmWorks y en la madre que parió a todos los participantes (mención especial para lo extras, ¿en qué coño estaban pensando?) de esta bomba de hidrógeno del celuloide. Maldita sea Canadá y sus "exportaciones". PABLIO FURIOSO.
ResponderEliminarDesde que la vampiresa suelta un "¿Dónde están las lesbianas?" sabes que risas y tortura van de la mano.
ResponderEliminarOh dios mío (nunca mejor dicho), empecé a ver la película pensando inocentemente:''es mala pero a lo mejor mejora un poquito...'' hasta llegar al minuto 10 que ya la quite porque no podía más.
ResponderEliminarY yo pienso, para darle el dinero a ello dame lo a mi que te hago una película en condiciones.
Todo son risas y alegría hasta que te das cuenta de que cada plano de esta película te quita años de vida.
Eliminar