miércoles, 10 de septiembre de 2014

Hijos de los hombres (2006)



“A medida que desaparecía el sonido de las risas en los parques, la desesperación crecía. Es muy raro el silencio de un mundo sin voces de niños”

En estos momentos, Alfonso Cuarón es uno de los hijos predilectos de Hollywood. Es una persona que después de triunfos en el cine de su país natal, y una entrada en la meca del cine que si bien fue con paso firme, tampoco fue demasiado sonada, sorprendió dirigiendo proyectos de enorme importancia como la mejor película de la saga Harry Potter (El prisionero de Azkaban, por supuesto), la que hoy os traigo y, por supuesto, la reciente y aclamadísima Gravity (que como tantas otras obras que ganan el Oscar y se ven encumbradas hasta el hastío, no me molestaré en ver hasta que pase un tiempo).

La cinta que hoy nos ocupa se encuentra en el ecuador de sus grandes producciones (de las más conocidas por el público, al menos), y se basa en una novela de P. D. James que fue un fiasco, pero cuya adaptación cinematográfica recibió críticas bastante buenas. Y, curiosamente, una nominación al Oscar a Mejor Guión Adaptado, entre otras.

La trama nos pone ante el eterno futuro distópico en que la humanidad se ha ido al carajo, el gobierno lo controla todo, hay disidentes por ahí (¡disidentes!) y una tragedia chunga que va a hacer que lo poco que queda se vaya al cuerno; en este caso, el hecho de que por algún motivo ya no nacen niños, y nadie, obviamente, sabe por qué.

Hasta que (¡SPOILEEEEER, SPOILEEEEEEER!) una tipa está embarazada y va a tener un crío, y nadie, obviamente, sabe por qué (¡CIERRO SPOILEEEEER, CIERRO SPOILEEEER!).

Cabe destacar una cosa, que creo (sin haber leído la novela) que puede explicar por qué ésta no triunfó, y la película sí: la originalidad de la película brilla por su ausencia. La trama no es nada original, la estética y el mundo que se crean tampoco, y se bebe de muchas y muy claras fuentes. Sin ir más lejos, la historia de un niño que podría ser la clave de la salvación de la humanidad es una obvia alusión a Jesucristo (hasta el título, “Hijos de los hombres”, recuerda al epítome “Hijo del Hombre”, que le daban al de Nazaret), y es algo con lo que incluso se bromea en la película.

Los únicos destellos que aportan verdadera personalidad y color a la historia son los individuos que la protagonizan. Clive Owen es el típico hombre que no sabe qué pinta ahí, desencantado, y que al principio entra en todo por dinero; su ex es la activista que cree en lo que hace; hay un montón de filibusteros que quieren usar las cosas en su propio interés, porque el mundo está lleno de cabrones, y luego tenemos a dos personajes que molan mucho: el coleccionista de arte, que se dedica a recuperar obras sin pensar en el por qué, y que tiene un Guernica colgado de la pared (el tío mola fuerte, pero aparece poco); y Michael Caine, que hace de un antiguo caricaturista hippie que se pasa la película drogado, haciendo cosas bizarras y, básicamente, siendo uno de los mejores personajes de la historia del cine distópico.

Decía que la historia triunfaba en la película porque, aunque es tópica, su factura es irreprochable, empezando por unas grandes actuaciones, no solo de Owen y Caine, sino también de Juliane Moore, o del este año oscarizado Chiwetel Ejiofor, que son las que mantienen vivo el fin.

Más allá de ello, la dirección de Cuarón es ejemplar. El ritmo es firme en cada plano, y sabe llevar bien la historia hacia un final que parece sacado de una novela de Stephen King, y al que volveremos más tarde. Por detenernos en algo, cabría destacar, ya cerca de ese final de la película, un único plano secuencia que dura varios minutos, y donde la cámara sigue a Clive Owen mientras cruza las calles de una ciudad en guerra. Esos minutos de tensión son una verdadera obra maestra.

Hay cosas, sin embargo, que no me terminan de gustar. Mencionaba antes el final: si bien puede tener su encanto, y resulta agridulce (algo que siempre agradezco), queda demasiado abierto; y no solo el final, sino que también el principio es muy abierto, y nunca llegamos a saber cómo se ha llegado a esa situación, porque nadie lo sabe. Es algo que en un filme apocalíptico como La carretera puede perdonarse (dejemos al margen el hecho de que no me gusta nada la película), pero porque allí lo que importaba era cómo se desenvolvían los personajes en una situación que ya eran insalvable; en Hijos de los hombres, sin embargo, hay esperanza, y esa es de hecho la premisa central de la película, y por ello decepciona tanto no conocer ni las causas ni las soluciones del problema.

En el resto de aspecto, cumple, sin destacar: música, fotografía… todo ello contribuye a crear un futuro lúgubre y desolador, tópico, pero que no por ello deja de funcionar con el resto de la historia.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: hay varios personajes de construcción muy interesante, y la dirección tiene más de una verdadera joya.

LO PEOR: depende demasiado de tópicos y otras fuentes. Deja demasiadas cosas en el aire.

NOTA: 7,75/10. Es una gran película en el género. Podría ser mejor, pero no por ello deja de ser grande. Y demuestra el buen hacer de Cuarón en un sinfín de registros.

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Tráiler (subtitulado en español y con deliciosos spoilers)

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