“- Soy de la opinión de que inhalar humo provoca la muerte.
- Mis médicos dicen que relaja la garganta.
- Son idiotas.
- Todos ellos son caballeros.
- Entonces son oficialmente idiotas.”
Hasta
2010, Tom Hooper no existía.
A ver,
entendámonos. El tío era un maestro en la realización de series y miniseries
para televisión, algo que le valió incluso un Emmy. Su opera prima en el cine
le consiguió algún que otro premio en festivales internacionales. E incluso
había dirigido esa fabulosa miniserie protagonizada por Paul Giamatti para la
HBO, John Adams. Pero a efectos
prácticos, no fue hasta su tercer largometraje que el mundo en general conoció
su nombre.
Y es
que es normal, si el largometraje que presentas es El discurso del rey, y arrasa en unos Oscar tan reñidos que en ese
año competían a Mejor Película Cisne
negro, El luchador, Origen, La red social, Toy Story 3,
o Valor de ley, por citar solo las
más representativas de ese año. Y con esa competencia, de 12 nominaciones, la
cinta de Hooper se llevó a casa cuatro de las grandes: Película, Director,
Actor y Guión original.
¿Merecido
el bombo? Bueno, habrá quien lo discutirá. Valga decir que no es mi favorita de
cuantas competían ese año, pero que todas las victorias que obtuvo, con la
posible excepción de un Guión que creo merecía más el mayor de los Nolan,
fueron justas.
Y es
que este relato de superación histórico tan estadounidense, a pesar de una
factura británica de principio a fin en absolutamente todo lo que la rodea,
merece todos los elogios. La cinta pone el foco en la historia real de Jorge VI
(se empezó a trabajar en la película, de hecho, hace 30 años, pero se dejó el
proyecto en suspenso hasta la muerte de la viuda del monarca), padre de la
actual reina inglesa, que padecía de tartamudez. Enfrentado a la necesidad de
superar el problema para desempeñar sus labores en el trono, recurre a la ayuda
del australiano Lionel Logue, una persona con métodos un tanto heterodoxos con
la que trabará una estrecha amistad.
El
foco de la narrativa se pone, básicamente, en la relación entre los dos
personajes protagonistas. Cierto es que no se escatima en detalles sobre la
situación de la Inglaterra del momento, o de los personajes que rodeaban a
Jorge VI, pero son estos accesorios por la necesidad de dar buen trasfondo a la
película: el acierto está en centrarse en una cosa y querer desarrollar eso
hasta las últimas consecuencias, sin querer abarcar más de lo que se puede.
Y
siendo esa la intención, lo consigue de pleno. La cinta es capaz de crear una
trama interesante, con un encanto palpable merced a una gran factura técnica
(lo he dicho siempre y lo mantengo: no hay cine que me guste más en su aspecto
técnico que el británico) que ayuda a cimentar esa historia de superación y
amistad que, además, está basada en hechos reales. Lo tiene todo.
Por si
fuera poco, tiene también lo artístico. Hooper le robó el Oscar como director
a, ojo al dato, Fincher, Aronofsky, O. Russell y los hermanos Coen. ¿Por qué?
Por su capacidad para construir un ritmo en la historia que, sin apresurarse,
mantiene al espectador en el asiento sin fisuras ni titubeos.
Y no
solo por ello, sino también por su capacidad para dirigir a unos actores per se
grandes, y que aquí están de matrícula. Colin Firth logró el Oscar por su
retrato de Jorge VI y, aunque sus compañeros de reparto (Helena Bonham-Carter y
el espectacular Geoffrey Rush) perdieron frente a los chicos de El luchador, no hay ni media actuación
floja en la cinta. Partiendo de esas tres principales nos topamos con unos
impecables Guy Pearce (el hermano del rey), Michael Gambon (su padre, Jorge V),
y Derek Jacobi (el arzobispo de Canterbury). Todos ellos de matrícula. Y por si
fuera poco, Timothy Spall se come la pantalla como un Winston Churchill de
primera.
Más
allá, y para completar la lista de grandes valores, la música corre al cargo de
Alexandre Desplat, que crea secuencias realmente deliciosas con ella. Todo muy
british, y todo muy grande.
Probablemente,
de lo mejor que hayan deparado los Oscar en los últimos años. Y de las
victorias más justas.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: el ritmo narrativo, las actuaciones (Firth y Rush están sorprendentes),
lo bien llevada que está la historia, y el apartado técnico.
LO
PEOR: la verdad es que pocas quejas tengo hacia la película. Muy pocas. Tal vez
habría agradecido que incidiera más en algunos personajes, como la reina, o el
hermano del rey, David.
NOTA: 9,25/10.
Obra imprescindible. Sin más.
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Me parece una película redonda, sin apenas fallos. Es una película excelente pero...
ResponderEliminar¿Es mejor película que Cisne Negro?