martes, 2 de septiembre de 2014

El discurso del rey (2010)



“- Soy de la opinión de que inhalar humo provoca la muerte.
- Mis médicos dicen que relaja la garganta.
- Son idiotas.
- Todos ellos son caballeros.
- Entonces son oficialmente idiotas.”

Hasta 2010, Tom Hooper no existía.

A ver, entendámonos. El tío era un maestro en la realización de series y miniseries para televisión, algo que le valió incluso un Emmy. Su opera prima en el cine le consiguió algún que otro premio en festivales internacionales. E incluso había dirigido esa fabulosa miniserie protagonizada por Paul Giamatti para la HBO, John Adams. Pero a efectos prácticos, no fue hasta su tercer largometraje que el mundo en general conoció su nombre.

Y es que es normal, si el largometraje que presentas es El discurso del rey, y arrasa en unos Oscar tan reñidos que en ese año competían a Mejor Película Cisne negro, El luchador, Origen, La red social, Toy Story 3, o Valor de ley, por citar solo las más representativas de ese año. Y con esa competencia, de 12 nominaciones, la cinta de Hooper se llevó a casa cuatro de las grandes: Película, Director, Actor y Guión original.

¿Merecido el bombo? Bueno, habrá quien lo discutirá. Valga decir que no es mi favorita de cuantas competían ese año, pero que todas las victorias que obtuvo, con la posible excepción de un Guión que creo merecía más el mayor de los Nolan, fueron justas.


Y es que este relato de superación histórico tan estadounidense, a pesar de una factura británica de principio a fin en absolutamente todo lo que la rodea, merece todos los elogios. La cinta pone el foco en la historia real de Jorge VI (se empezó a trabajar en la película, de hecho, hace 30 años, pero se dejó el proyecto en suspenso hasta la muerte de la viuda del monarca), padre de la actual reina inglesa, que padecía de tartamudez. Enfrentado a la necesidad de superar el problema para desempeñar sus labores en el trono, recurre a la ayuda del australiano Lionel Logue, una persona con métodos un tanto heterodoxos con la que trabará una estrecha amistad.

El foco de la narrativa se pone, básicamente, en la relación entre los dos personajes protagonistas. Cierto es que no se escatima en detalles sobre la situación de la Inglaterra del momento, o de los personajes que rodeaban a Jorge VI, pero son estos accesorios por la necesidad de dar buen trasfondo a la película: el acierto está en centrarse en una cosa y querer desarrollar eso hasta las últimas consecuencias, sin querer abarcar más de lo que se puede.

Y siendo esa la intención, lo consigue de pleno. La cinta es capaz de crear una trama interesante, con un encanto palpable merced a una gran factura técnica (lo he dicho siempre y lo mantengo: no hay cine que me guste más en su aspecto técnico que el británico) que ayuda a cimentar esa historia de superación y amistad que, además, está basada en hechos reales. Lo tiene todo.

Por si fuera poco, tiene también lo artístico. Hooper le robó el Oscar como director a, ojo al dato, Fincher, Aronofsky, O. Russell y los hermanos Coen. ¿Por qué? Por su capacidad para construir un ritmo en la historia que, sin apresurarse, mantiene al espectador en el asiento sin fisuras ni titubeos.

Y no solo por ello, sino también por su capacidad para dirigir a unos actores per se grandes, y que aquí están de matrícula. Colin Firth logró el Oscar por su retrato de Jorge VI y, aunque sus compañeros de reparto (Helena Bonham-Carter y el espectacular Geoffrey Rush) perdieron frente a los chicos de El luchador, no hay ni media actuación floja en la cinta. Partiendo de esas tres principales nos topamos con unos impecables Guy Pearce (el hermano del rey), Michael Gambon (su padre, Jorge V), y Derek Jacobi (el arzobispo de Canterbury). Todos ellos de matrícula. Y por si fuera poco, Timothy Spall se come la pantalla como un Winston Churchill de primera.

Más allá, y para completar la lista de grandes valores, la música corre al cargo de Alexandre Desplat, que crea secuencias realmente deliciosas con ella. Todo muy british, y todo muy grande.

Probablemente, de lo mejor que hayan deparado los Oscar en los últimos años. Y de las victorias más justas.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: el ritmo narrativo, las actuaciones (Firth y Rush están sorprendentes), lo bien llevada que está la historia, y el apartado técnico.

LO PEOR: la verdad es que pocas quejas tengo hacia la película. Muy pocas. Tal vez habría agradecido que incidiera más en algunos personajes, como la reina, o el hermano del rey, David.

NOTA: 9,25/10. Obra imprescindible. Sin más.

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1 comentario:

  1. Me parece una película redonda, sin apenas fallos. Es una película excelente pero...

    ¿Es mejor película que Cisne Negro?

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