“Cuando acabe la música, recoge el revólver, y dispara si puedes… Inténtalo.”
Es tan socorrido el dicho “segundas partes nunca fueron buenas” como numerosos los ejemplos que lo desmienten por completo. Desde El Padrino II hasta El Imperio contraataca, hay decenas de ejemplos de películas míticas que se vieron perfectamente igualadas, cuando no mejoradas, por su secuela. Ese es, exactamente, el caso de La muerte tenía un precio, segunda cinta de la Trilogía del Dólar que comencé a reseñar el otro día.
Leone, Eastwood y Morricone vuelven a reunirse en una entrega en la que el Hombre sin Nombre (aquí apodado “el Manco”) se nos presenta como un cazarrecompensas que le sigue la pista a un bandido conocido como “el Indio” (Gian Maria Volonté) con una jugosa recompensa en su cabeza. No es el único que va tras él, sin embargo, pues el coronel Douglas Mortimer (Lee Van Cleef) también está interesado en cobrarse esa panoja, con lo que ambos se deciden a colaborar.
El primer aspecto en que La muerte tenía un precio destaca sobre su predecesora queda ya claro: el reparto. Por un puñado de dólares era una película sostenida en un 95% por Eastwood, y funcionaba a la perfección; aquí, sin embargo, tenemos a un soberbio Lee Van Cleef (su presentación en esta cinta me resulta más impresionante que la de Eastwood, y no tiene nada que envidiar a la de éste en la cinta anterior), en un papel igualmente destacable, que evita que se haga repetitivo el esquema. De hecho, es la química entre ambos personajes la que le hace tanto bien a la narrativa; eso, y el hecho de que el protagonista no sea el único personaje destacable. Por ejemplo, Volonté, que ya había interpretado a Ramón Rojo en la cinta anterior, construye aquí a un villano mucho más carismático y memorable.
Ese detalle, por otra parte, es algo que no me termina de gustar de la trilogía. A diferencia de otras sagas como la Trilogía del Cornetto, donde la asociación es más técnica que narrativa, aquí se pretende una continuidad en la historia: prueba de ello que Eastwood realice el mismo papel en las tres cintas, a pesar de que cambie el nombre que el personaje recibe, y sus características (en la primera cinta no era, que se sepa, cazarrecompensas; o no actuaba como tal, al menos). Otros actores, sin embargo (Volonté en las dos primeras; Van Cleef en esta y la tercera) van cambiando de personaje, con lo que el resultado final desemboca, para mi gusto, en cierta incongruencia. No es un fallo grave, y de hecho resulta una decisión consciente por parte de Leone, pero no termina de convencerme.
En cuanto a la historia, también mejora en este caso. No ya por ser más original aquí, sino también por resultar mucho más elaborada, jugando con una subtrama interesante y un cierto giro al final. Los elementos que definieron lo que fue la predecesora (la desolación del desierto, la austeridad y dureza en paisajes y personajes, el ritmo lento, los planos amplios o muy cercanos) se repiten, pero están aquí mejor al servicio de la historia que se cuenta.
A pesar de ello, y por ponerle algún pero a esas mejorías, creo que se abusa en cierto modo de ellas. Por ejemplo, nos topamos con un flashback que se muestra dos veces, siendo una de ellas (la que sea de las dos) totalmente prescindible; por otra parte, hay más juego técnico, y aunque suele ser algo bueno, también deja escenas francamente ridículas: aquella con planos intercalados del coronel Douglas y un cartel con la recompensa por el Indio, como si se estuvieran mirando el uno al otro, con sonidos de disparos cada vez que el plano salta a los ojos de cada personaje... Es terrible.
Más allá de eso, la mezcla de sonido, por algún motivo, ha envejecido mucho peor que la de su predecesora. Ojo, en calidad técnica, porque en lo que a artística se refiere, no hay muchas dudas para mí: Morricone construye sobre los mismos elementos y temas con que jugara antes, pero los mejora y lleva a su culmen. Añade, además, el fantástico tema del reloj de bolsillo, que protagoniza una subtrama en que todo se cuenta con imágenes sueltas y esa pieza musical, y que de hecho, me resulta terriblemente inspiradora de algo similar que hará mucho más tarde Piratas del caribe: el cofre del hombre muerto (también con el villano, de hecho).
También cabría decir que, si bien el western es un género, por época y naturaleza, bastante machista, aquí cierto aspecto se lleva la palma, intentando (SPOILER incoming) hacer que sintamos pena por el Indio cuando se suicida una mujer… a la que estaba violando. ¿Qué? Mujer que, por cierto, en la versión inglesa es la hermana de Douglas Mortimer, y en la española su hija (ya no más SPOILER). Además, se me hace un tanto larga de duración, algo que Por un puñado de dólares manejaba mejor. Dicho todo esto…
La cinta es soberbia. Podría no parecerlo, viendo que le he puesto muchas más pegas que a la primera, pero es considerablemente mejor: si hay más fallos (menores) es porque resulta más ambiciosa, más atrevida, y porque al tiempo tiene muchos más aciertos (mayores). La trama está más elaborada y atrapa mucho más; el villano es más carismático; el añadido de Van Cleef al reparto es una decisión magnífica; los personajes son más interesantes; la música es superior a la de su predecesora, sin perder ni un ápice del espíritu; y abunda muchísimo más en momentos míticos y escenas que te dan ganas de levantarte y aplaudir. Es, en general, una película mucho más completa, en todos los sentidos.
Ah, y también está por ahí Klaus Kinski haciendo de una versión cinematográfica menos horrible de sí mismo, que siempre está guay de ver.
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¿Tengo que ver esto?: Si te gustó la primera, sí, pues la supera. Y si la primera no te gustó, tal vez esta sí (aunque lo dudo).
¿Cuál es el mejor momento?: Por una parte, los últimos diez minutos son absolutamente soberbios; por otra, la presentación de Eastwood y Van Cleef y, sobre todo, el momento en que se enfrentan al encontrarse por vez primera, son pura chulería western.
¿Dónde debería ver esto?: El Paso, porque no hay un nombre más del género que ese.
Me ha gustado, ¿dónde hay más?: Deduzco que Por un puñado de dólares ya la has visto (y si no, no sé qué haces aquí), así que deberías rematar con El bueno, el feo y el malo. Recomendaré los mismos western que recomendé en la otra reseña: el Django de Corbucci y Los siete magníficos son una opción similar. Valor de ley (la de los Coen, desconozco la original) y Sin Perdón (de Eastwood, claro), en una aproximación más moderna al género, están guay.
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