“La sociedad solo tolera los cambios de uno en uno, señor
Angier. La primera vez que cambié el mundo, dijeron que era un visionario. La
segunda vez que lo hice, me pidieron amablemente que me jubilara”
Si en
las últimas críticas me dedicaba a defender que algunos directores “de los de
toda la vida” siguen haciendo obras que merecen mucho la pena, en esta mi
cometido será ligeramente diferente: el de defender el trabajo de los nuevos
directores. Y es que aunque comprendo las quejas esas de que el cine de hoy no
vale niente, no las comparto. Si
hiciera un top 5 de mis directores favoritos, que no los mejores, habría dos
que estrenaron su primer largometraje hace exactamente 16 años: uno es
Aronofsky, con Pi; el otro, el genial
Nolan, con la no menos genial Following.
Por
eso, cuando oigo esas quejas, suelo mandar al cuerno el mundo y me revisiono
alguna cinta del director londinense, y soy feliz. El otro día le tocó el turno
a El truco final, que siempre me ha
parecido una de las cintas menos destacables de la filmografía de Nolan, a
pesar de ser fabulosa, y al mismo tiempo (o quizás por ello), una de las más
fáciles de ver para el público general.
¿Por
qué? Porque no es una cinta tan oscura como la saga de El Caballero Oscuro, tan intimista como Insomnia, tan experimental como Memento
o Following, ni tan ambiciosa como Origen. Sin embargo, es una cinta cuya
complejidad exige una atención absoluta (y lo dice desde la primera frase), y
que aúna los mandamientos de varios de los grandes del cine: se pueden notar
las huellas del amor de Truffaut, el entretenimiento de Wilder, el arte de
Kubrick o, sobre todo, la magia de Méliès. Y todo ello es lo que hace de esta
película una de las mejores cintas sobre magos rodada jamás (curiosamente se
estrenó el mismo año que El ilusionista,
otra gran cinta de Neil Burger, un director muy interesante).
La
trama se basa en una novela de Christopher Priest, lo cual imagino que le da
muchos de los puntos de rareza a la trama (estamos hablando de un tipo que
vice-preside la Sociedad Internacional H.G.Wells, y que es autor de, entre
otras, eXisteZ, que adaptara al cine
Cronenberg en su día, como ya reseñó Quixote aquí... donde, curiosamente, hablaba también de Nolan).
Es por ello que no sé cuánto de esta historia de rivalidades, ambición,
autodestrucción y obsesión es de Priest, y cuanto de los hermanos Nolan que
firman el guión.
Y me
estoy enrollando una barbaridad sin entrar a hablar de la película en sí, pero
es que resulta complicadísimo criticar una cinta de Nolan sin hacer spoilers,
porque el valor de su cine está más en la huella y el debate que deja para
luego, que en la absorción del espectador que hace al momento. Baste decir que
tenemos a dos protagonistas, dos magos que fueron aprendices del mismo hombre,
Milton el Mago, en su juventud: Robert Angier (Hugh Jackman) y Alfred Borden
(Christian Bale). Cuando la ayudante de Milton y esposa de Angier muere durante
un truco, presuntamente por culpa de Borden, Angier se obsesiona con Borden, y
ambos se enfrascan en una carrera por ver quién es mejor mago, en la que ambos
se “complementan”: Borden es el genio diseñando trucos; Angier es quien sabe
presentarlos. Y ambos no pueden aguantarse, básicamente, así que intentan destruirse.
Hasta
ahí, la película no es especialmente complicada, y mucho menos para los
estándares del subgénero, que siempre juegan con la ilusión, con darle más
caras a las cosas y con engañar al espectador. Pero los hermanos Nolan van un
paso más allá. En primer lugar, con los personajes, gente complicada, profunda
y torturada por sus propios fantasmas, que habitualmente acaba mal (de hecho, mentía
al decir que no es tan oscura como la saga de Batman… es probablemente una de
las cintas más trágicas y oscuras de Nolan, si bien no se refleja en la
ambientación tanto como sí lo hace Gotham), y que aunque representan
principalmente Jackman y Bale, se ven apoyados por dos auténticos pesos
pesados: David Bowie, como un impagable Nikola Tesla (y Andy Serkis como su
ayudante), y Michael Caine (al que el día anterior, por cierto, vi en Ahora me ves, otra de magos, en un papel
muy diferente), como John Cutter, el ingeniero que ayuda a Milton y luego a
Angier. Y que nos deja la mayoría de las frases más impagables de la película
(las que no, se las queda Bowie):
“—Una vez te hablé sobre un marinero que me contó cómo era
ahogarse.
—Sí. Dijo que era
como volver a casa.
—Te mentí. Me dijo
que fue agónico”
Si no
bastara con los personajes, el nuevo giro que le dan al subgénero es la
narrativa. Habitualmente, y El
ilusionista o la misma Ahora me ves
son buenos ejemplos, este tipo de cintas narran una historia y luego, por medio
o no de flashbacks de algo ya visto, se nos desvela al final el engaño, el giro
que hacía que nada fuera lo que parecía. El
truco final va más allá. La estructura toma algo de Batman Begins en ese uso de los flashbacks, y de Memento en la narrativa no lineal; pero
también de lo que luego será Origen,
con ese uso de las diversas capas de la historia: si en Origen teníamos tres niveles de sueño, uno dentro de otro, aquí las
matrioskas las reflejan los flashbacks: vemos a Borden encarcelado leyendo el
diario de Angier, que a su vez leía el diario de Borden, que a su vez
rememoraba los tiempos de juventud de ambos.
Por si
fuera poco, a esa estructura se añade la firma indeleble de la casa Nolan: los
giros de guión. Pero no uno, como en toda cinta de magia, sino uno detrás de
otro según se acerca el final. Como si Christopher y Jonathan dijeran “uy,
falta algo… ¡mete otro giro de guión!”, una y otra vez. Como comentaba antes,
no sé cuánto de esto es de la cinta y cuánto de la obra original de Priest,
pero el resultado final es sencillamente fabuloso.
Se
enmarca todo ello, que no es sino el truco, con una presentación magnífica, en
lo que a fotografía, música y encanto se refiere. Todo ello está lleno de un
sinfín de ricos matices que hacen de la película una obra no diré maestra
(porque es mejorable, como ya ha demostrado Nolan con otras cintas), pero sí de
un arte genial. Incluso he de reconocer que Christian Bale está genial, a pesar
de que no suelo soportarle.
Además,
sale Scarlett Johansson, que sé que muchos fuisteis a ver Her solo con la intención de ver su cara bonita y os llevasteis un
chasco.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: la construcción del guión, los personajes de Tesla y Cutter, y la magia
que desborda toda la cinta.
LO
PEOR: es una película de la que recomiendo un par de visionados, pero en el
segundo ya se pierde buena parte de la magia inicial. Por otra parte, aun
siendo fabulosa, le falta algo, no sé qué, que sí destilan otras cintas de
Nolan.
NOTA: 8,5/10.
No se me ocurre ningún motivo para ponerle menos nota. Hay quien se siente
estafado por ella, y por los giros de guión. Me la trae al fresco (por cierto, si últimamente soy más irreverente cuando escribo, no os preocupéis, es que estoy indignado porque han demandado a una bloguera francesa por hacer una crítica negativa de un restaurante).
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Es la primera vez veo que alguien dice algo en el primer párrafo y tiene los bemoles de decir lo contrario dos párrafos después, aduciendo que "mentía" Esto creo que es: http://img.4plebs.org/boards/tg/image/1370/42/1370420253035.gif
ResponderEliminarPD. Lo de "falta algo, ya sé, un giro en el guión" es mío.
Entiéndase: a lo que me refería es que a priori no es tan oscura, ni impacta tanto desde el primer momento como en la saga Batman; sin embargo, según avanza la cinta te das cuenta de que no es así. La oscuridad te envuelve, pero de forma mucho más sutil.
ResponderEliminarLo de "falta algo, ya sé, un giro en el guión" lo hemos dicho todos la primera vez que hemos visto la peli. Y esta os la recomendé yo hace mil años, no vayas de guay xD
¡Es genial! “El Truco Final” nos oferta una serie de actividades de extrema competición profesional con ánimo de venganza familiar y tono de misterio, por cierto me recuerda a “El Hipnotizador” la nueva serie de HBO, tiene temática similar. En fin, la película tiene una historia entretenida en primera instancia, con diálogos rimbombantes y conjeturas rebuscadas nuestro director ejecuta una obra en fragmentos estilo puzzle pero sin llegar a los extremos, con una cuidadosa fotografía, escenarios planeados con la delicadeza de un gran artífice, maquillaje certero y fidedigno, es obvio que toda la producción se esfuerza por sacar la obra a flote sin el desventajoso desinterés del arrebato, sino con la intención de delicadeza, suspense y tensión, para los amantes de la taquicardia cuya percepción inspecciona hasta al más mínimo detalle, el cual será crucial en la película. Las virtudes de la cinta son evidentes, el guión es una obra escapista/ilusionista con el simple propósito de engañar al espectador y hacerlo sentir diversas emociones; la dirección de actores es exquisita.
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