“—¿Qué tal su sed de aventuras, capitán?
—Es insaciable”
Defendía
en mi crítica anterior a aquellos directores míticos que aún hoy siguen
haciendo cine que merece la pena, y adelantaba que dedicaría esta reseña a
Spielberg. Hombre que ya ha aparecido por aquí en más de una ocasión y que,
obviamente, no necesita la menor presentación (si alguien no conoce a Spielberg
y su filmografía ya me dirá qué demonios pinta en un blog de cine,
especialmente en uno como este).
Spielberg
es, básicamente, Dios. Sería difícil citar a un solo director que haya
mantenido una carrera durante 44 años en la que la gente (tanto crítica como
público) adore la gran mayoría de sus 29 películas. Bueno, tirando al cine
clásico, encontraríamos varios ejemplos. Pero a partir de los años 60-70…
poquitos.
Sin
embargo, es innegable que hay cometido algunos patinazos a lo largo de su
carrera. Algunos de ellos, recientes. No de películas necesariamente malas,
sino de películas que, simplemente, no estaban a su altura. Tratándose de él,
podía haberlo hecho mucho mejor. Estamos hablando de cintas como La guerra de los mundos, la poco
satisfactoria Caballo de batalla, o Indiana Jones y el Reino de la calavera de
cristal (de la que, ojo, soy firme defensor… pero que no está a la altura
de la saga, me temo. Y conozco al culpable), por citar solo algunas. ¿Significa
eso que se esté perdiendo? No. Ya lo demostró con Lincoln, y lo había demostrado poco antes con Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio.
La
cinta, que me parece de lo mejor que he visto de Spielberg desde Atrápame si puedes (y eso que hizo después La terminal, a la que tengo mucho cariño), es curiosamente una
de sus cintas menos valoradas por la crítica. Y algo me dice que se debe a un
motivo principal: o bien a la falta de amor por Tintín, o bien a un amor
desmesurado que no llevó a bien que la adaptación fuera “poco fiel”.
Lo
pongo entre comillas porque… Bueno, me metería en spoilers demasiado excesivos
si entrara a explicarlo. Dejémoslo en que Spielberg adquirió los derechos del
personaje en el año ’81 (vivía aún Hergé… y por cierto que esa teoría choca con
la que se oyó por ahí de que Spielberg no conocía ni había leído las
historietas antes de hacerse con los derechos), para realizar una trilogía
cinematográfica sobre el reportero belga. Por avatares del destino, hasta el
nuevo milenio no se pudo poner manos a la obra, que decidió realizar en
animación en 3D, junto con Peter Jackson.
Y para
la primera cinta, estrenada en 2011, tiró del material de tres álbumes: las
tramas del díptico El secreto del
unicornio (que da nombre a la cinta) y El
tesoro de Rackham el Rojo; y elementos de El cangrejo de las pinzas de oro
(como la aparición del Capitán Haddock, que tuvo lugar en este tomo). Ahí
el primer problema para algunos (que no para mí). Pero no solo eso, sino que se
cambiaron muchos elementos (básicamente, el final de la película es el final de
El tesoro de Rackham el Rojo, por
poner un ejemplo… pero dado la vuelta.
Lo cual es muy raro), y se introdujeron otros, como el villano Ivan Ivanovitch
Sakharine, que es, sin serlo, una especie de Rastapopoulos tan caricaturizado
como este.
La
historia, a pesar de todos los cambios, funciona a la perfección, y construye
de forma muy convincente el primer pilar para la trilogía cinematográfica,
presentando los personajes lo suficiente para quien no los conozca, y sin
excederse para los fans de Hergé. De hecho, me encanta el guiño al principio de
la película, cuando Sakharine y Tintín se encuentran, y el villano pregunta a
un vendedor por el reportero, a lo que el tipo contesta “¿quién? ¿ese? ¡Todo el
mundo lo conoce! ¡Es Tintín!”. Y claro, es que si el guión es revisado por Joe Cornish en base al trabajo de Steven Moffat (guionista de Doctor Who y Sherlock) y Edgar Wright (el genio tras la trilogía del Cornetto... supongo que de ahí la presencia de Frost y Pegg en la película), pues es fácil que salga algo genial.
El uso
de la animación tiene sus cosas buenas y sus cosas que no me gustan nada en
absoluto, Por ejemplo, las construcciones de escenarios son una maravilla, y
los personajes (que están calcados al libro en su aspecto) destilan una gran
personalidad, gracias a la captura de movimiento. Algo me dice que Andy Serkis,
que encarna a Haddock, tiene mucho que ver en ello. No en vano dirigió la
segunda unidad de rodaje en las cintas de El
señor de los anillos, fue una pieza clave creando (y no solo interpretando)
a Gollum, y dirigió y encarnó a César en las dos cintas de la nueva saga de El
Planeta de los Simios (cuya segunda parte está llegando a nuestras pantallas
ya, si no recuerdo mal).
Spielberg,
por su parte, nunca había dirigido animación antes, y no recuerdo ninguna cinta
suya que trabajara con captura de movimiento. Pero sea como sea, por mérito
suyo, de Serkis, o del equipo, aquí funciona a la perfección. Y en ello quizás
hay que mencionar también el hecho de que muchos personajes parecen hechos para
quienes los interpretan. Vale, quizás Serkis como Haddock o Daniel Craig como
Sakharine no sean la opción perfecta (aunque cumplen muy bien), pero Nick Frost
y Simon Pegg como Hernández y Fernández, y Jamie Bell como un Tintín increíble
(cada día me gusta más este chico), son un regalo a la vista.
El
hecho de que las interpretaciones sean buenas, sin embargo, no quiere decir que
los personajes también lo sean. Las motivaciones de Sakharine me parecen
demasiado caricaturescas y cliché. Sí, es cierto que en Tintín (en el mentado
Rastapopoulos, por ejemplo, o en Allan Thompson, que aparece aquí en el mismo
papel que las historietas) solía suceder así, pero si creas un nuevo personaje,
no estaría de más dotarle de algo de profundidad. Por otra parte, no me gusta
Haddock en absoluto: mientras que en el libro era un tipo valiente, entrañable,
y un marino muy capaz, cuando no se cogía cogorzas míticas, aquí es poco más
que el borracho idiota que era en una de sus facetas del libro. Mantienen, eso
sí, sus insultos míticos, algo que es muy de agradecer.
Por
otra parte, el rodaje en 3D adolece de lo mismo que todas las cintas hechas con
la técnica en los últimos tiempos: una obsesión por el artificio y los trucos
baratos. Hay escenas que están hechas para que salgan de la pantalla, ataquen
al espectador, y le den esa sensación de “oh, estoy viendo algo que parece
real”. Con la película que tienen entre manos, es totalmente innecesario, y
solo contribuye a ralentizar la narración. Y en algunos momentos es,
sencillamente, ridículo.
La
música es, obviamente, de John Williams, que fue nominado a otro Oscar por
hacer lo mismo que lleva haciendo toda su vida. Pero funciona, y logra crear
algunas escenas memorables y con un ritmo genial (la persecución en Bagghar es
una de esas cosas que te mantienen en el asiento clavado durante 5 minutos, sin
pestañear), así que se le perdona.
No, no
es lo mejor de Spielberg. Y es una película con aspectos mejorables. Pero qué demonios, es una
señora película, de lo mejor que haya visto en el cine de animación reciente. Y
he visto muchas cosas muy buenas.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
P.D: no sé si soy el único, pero me resulta tremendamente curioso el doblaje en español, donde Jordi Boixaderas, voz habitual de Daniel Craig, no dobla al personaje de éste, sino al de Andy Serkis.
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LO MEJOR:
lo bien que trasladan la ambientación y los personajes (que no su personalidad)
a la pantalla, así como la historia, que funciona a la perfección a pesar de
los cambios.
LO
PEOR: se recrea demasiado en el 3D, y algunos personajes son demasiado simples…
Especialmente Haddock, que pierde muchísimo. Espero que solo quisieran mostrar
su primera etapa de borracho, y que mejore en el resto de la trilogía, porque
es un tanto insulto a su memoria.
NOTA: 8,25/10.
Yo tengo unas ganas locas de ver la segunda parte, la verdad.
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A mí sí me gusto Haddock, pero claro no he leído a Tintín.
ResponderEliminarLo que hacen con Haddock es lo mismo (a menor escala) que lo que hacen con Obélix en el cine: denigrarlo muchísimo. En la peli, ves poco más que un marinero borracho y bastante inútil/ridículo; que es una gran persona, pero que sirve de bien poco o hace las cosas por casualidad. En el cómic le presentan como un borracho, sí, pero siempre se adivina tras él a un tipo íntegro, valiente, uno de los mejores marinos que existen, y una persona entrañable (que no idiota, es diferente), además de una gran ayuda para Tintín. Cierto es que el cómic tiene más espacio para desarrollarlo, pero la película no parece que vaya a seguir ese camino... por desgracia tiene pinta de que se van a quedar en el Haddock bobo y manazas. Espero equivocarme.
ResponderEliminar(Y claro, per se no es mal personaje, pero lo comparas con el del cómic y sale muy pero que muy mal parado. Sobre todo porque es innecesario, ya tienes a Hernández y Fernández como ese alivio cómico un tanto bobo pero buenazo)