“Enhorabuena,
coronel, sus hombres han muerto realmente bien.”
Kubrick
es uno de los mayores genios de la historia del cine. Creo que no habrá alguien
que lo niegue. Yo, que he tenido mis más y mis menos con él (ya sabéis cuán
poquísimo me gustó su póstuma Eyes Wide
Shut), lo tengo en mi top 5 de directores de forma creo que irrebatible, y
son muchos los que le consideran uno de los mejores directores del celuloide.
¿Por qué? Por películas como esta.
Senderos de gloria es Kubrick en toda su magnitud.
Es una cinta que destila buen hacer de cine a cada plano. Es una película
potente, impactante, que se desarrolla con una fuerza increíble y que tiene un
trasfondo maravilloso. Que destaca en todos sus aspectos y que no flojea en
ningún momento. Es la película que todos desearíamos hacer.
Curiosamente,
a pesar de ello, es una película que nadie quería hacer. Desde el principio
tuvo bastantes problemas, y hasta que la estrella de la cinta, Kirk Douglas
(con quien luego Kubrick tendría monumentales broncas, porque los dos egos de
estos señores eran casi tan grandes como su talento), no cogió las riendas de
la cinta y convenció a United Artists, el proyecto parecía abocado. Incluso
después tuvo problemas para estrenarse en muchos países.
¿Por
qué? Porque en una época en que la Guerra Fría era ya una clara realidad
(Eisenhower acababa de llegar al poder), no estaba especialmente bien vista una
cinta con un mensaje antibelicista tan marcado como lo tenía esta. Y porque en
Francia no sentaba demasiado bien la visión que se daba de su Ejército en la
Primera Guerra Mundial (Francia nunca ha sido muy de reconocer errores
históricos, me parece a mí); es más, por esos motivo estuvo prohibida en Francia y España durante mucho tiempo.
Demos
gracias, sin embargo, a que la película pudiera realizarse, porque la trama es
demoledora. Basada en un episodio real de la guerra que asoló Europa entre 1914
y 1918, narra la historia de un asalto fallido a una posición alemana, que
supuso una catástrofe para la moral y la reputación del Ejército francés (y
dejó un gran número de bajas). Tras ella, el general al mando exige un
escarmiento que consistirá en la ejecución de varios hombres elegidos al azar
(y por tanto, inocentes), que serán fusilados, acusados de cobardía ante el
enemigo.
En
este contexto, el foco de la narración no son los tres hombres a los que se
fusilará, sino su superior, el coronel Dax, que trabajaba de abogado en su vida
civil y que intentará por todos los medios salvar la vida de sus soldados. Así,
al final todo se resume en la lucha de la razón humana contra la barbarie y la
inutilidad de la guerra.
El
trasfondo, más allá de la ya potente historia que centra la cinta, es muy duro.
Estamos en 1917, con tres años de guerra a las espaldas del continente, y todo
lo que se ve es sucio, oscuro, desolado... Los soldados apenas si son fantasmas
que pasean por la pantalla, muchos están enfermos (impagable el momento en que
el general Mireau se topa con un hombre que tiene neurosis de guerra y manda
que lo encierren porque niega que tal enfermedad exista), y la moral está por
los suelos. Es un retrato crudo y sucio de la barbarie de la guerra, que apoya
ese mensaje de claro antimilitarismo que, a medida que avanza la película, no
hace sino reforzarse.
El
ritmo es de matrícula, con un suspense ejemplar. Decía en mi última crítica, de
El coloso en llamas, que no había
envejecido del todo bien porque el ritmo era demasiado lento, y el suspense,
aunque bueno, tenía altibajos: aquí cada plano deja en tensión al espectador,
con un ritmo pesado, sí, pero no lento, y que se va desarrollando de forma
ominosa cuando se va acercando el final. Kubrick juega con el espectador para cambiar
hasta tres veces la conclusión previsible de la cinta, y ese es otro de sus
grandes aciertos (la productora contaba con un final mucho más feliz que el que
se nos muestra).
Ese
ritmo lo apoya también un apartado fotográfico fabuloso, donde se nota la mano
de Kubrick en cada plano. Hay secuencias que son demoledoras, como los
travelling de las trincheras, o la imagen de los hombres que se acercan al
lugar donde serán ejecutados, mientras una banda sonora con ritmos cadenciosos
y pesados permite que se vaya deslizando la escena. La banda sonora es quizás
lo único que no es sublime (eso y que a la mitad de los actores no se les
entiende), pero cumple más que de sobra y en algunos momentos es realmente
emblemática.
El
apartado de actuaciones y aparte de que como comento cueste una barbaridad
entender a los actores y casi ninguno parezca francés, es excelente. Me
encantan Adolphe Menjou como Broulard, George Macready como Mireau, y Ralph
Meeker como un inmenso soldado Paris, así como la breve pero intensa aparición
de Christiane Harlan, aunque el verdadero gigante es, claro, Kirk Douglas, que
realiza una de las mejores interpretaciones de su carrera. Inmaculado.
La
película no tuvo un gran éxito comercial, aunque las críticas la ponen a menudo
como una de las mejores cintas del director (de hecho, tras verla estuve
discutiendo con algunos... y aunque a mí me gustan más Espartaco o 2001: una odisea
en el espacio, si lo pienso fríamente, dudo que pueda afirmar que son mejores),
y supuso una de las últimas películas de su primera etapa, en blanco y negro
(que por cierto, apoya mucho a la imagen y el tono general de la historia),
antes de que comenzara a realizar sus cintas más legendarias.
Sin
duda, algo imprescindible, tanto en el género como en la filmografía de
Kubrick.
Allez-y,
mes ami!
Buenos días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: la historia, la fotografía, el guión, las actuaciones, el trasfondo... Todo,
básicamente. Y que se centre en un episodio más olvidado del siglo XX como es
la Primera Guerra Mundial, que siempre anda por detrás de la Segunda Guerra
Mundial y de la Guerra de Vietnam.
LO
PEOR: me resulta casi imposible encontrarle algún fallo. Odio no entender a los
actores la mitad del tiempo, pero es que en aquella época hablaban así todos
(John Wayne sentó cátedra al respecto), y creo que la banda sonora es
mejorable, pero ninguna de las cosas desmerece a la película.
NOTA:
10/10. Lo he pensado durante bastante tiempo. Iba a dejarla a las puertas de la
matrícula, pero al final he decidido dársela. Es una cinta que además de ser
prácticamente perfecta en todos sus aspectos, y realmente excelente en muchos
de ellos, tiene un increíble trasfondo y un mensaje inmortal. Casualmente, solo
le he dado a una película en toda mi vida el 10, y era Platoon (hoy en día no sé si se lo daría), que al final tiene un
mensaje bastante similar.
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Una de las películas de mi vida. Genial análisis, caribú, aunque a mí la BSO no me parece gloriosa (véase en los créditos del principio) sí que me encanta la ambientación con el ruido de tambores de fondo para crear una tensión bárbara. Mil gracias por darle la matrícula, pocas películas se la merecen, pero esta es una honrosa y maravillosa excepción.
ResponderEliminarNo puedo añadir nada más. Película totalmente redonda, que no ha envejecido ni un ápice y que muestra a la guerra y la incompetencia de los mandos durante la I Guerra Mundial de forma fehaciente. Bravo por la crítica.
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