miércoles, 19 de marzo de 2014

El lado bueno de las cosas (2012)


"Cualquier cosa es posible. Usualmente nos quedamos atrapados en un estado de negatividad, y es un veneno como ningún otro" 


David O. Russell es un director sobrevalorado. Siento empezar la reseña así, pero es que no hay verdad más universal. Al igual que muchos, tuve unas ganas enormes de ver esta película en su día, no solo por los montones de críticas favorables que acumulaba y por las 8 nominaciones a los Oscar que se llevó: más bien porque su historia, por encima de todo, picaba cosa mala. Y lo que sentí al acabar de verla no fue precisamente alegría o gozo. Fue rabia. Muchísima. 

O. Russell ya había hecho sus pinitos en los 90 con diversas películas independientes hasta que el éxito le llegó a partir de 2010 con The Fighter. Ahora bien, la devoción que sienten por él en Hollywood es, al menos para mí, inconcebible. Y no por el hecho de que sus cintas, como esta o su reciente La gran estafa americana (con próxima reseña por parte de Adrián Gándara) sean películas deplorables, horripilantes o sacadas del inframundo del séptimo arte. Para nada. El problema es que el amigo David busca recrearse en su supuesta grandeza y lo que consigue es que nos riamos, literalmente, en su cara.



Y eso es lo que pasa con El lado bueno de las cosas: una película muy prometedora, con un excelente reparto y unas bases excelentes para hacer algo grande pasa a convertirse en un azucarillo que se va diluyendo poco a poco, minuto a minuto, escena a escena. Una auténtica lástima que paso a explicaros con detalle.

Al igual que muchos, me empezó a picar el argumento de El lado bueno de las cosas por su, cuanto menos, originalidad: Pat (Bradley Cooper) es un profesor de instituto que ha pasado un tiempecito recluido en un psiquiátrico para tratarse un grave trastorno bipolar tras haber agredido al amante de su mujer, después de haber pillado a ambos in fraganti. Sus padres (Robert De Niro y Jackie Weaver) no son los más felices ante su llegada, y más después de que el joven esté decidido a recuperar a su ex-mujer a cualquier precio. Es en este clima de distensión y de vicisitudes cuando, por avatares del destino, Pat conocerá a la problemática y también bipolar Tiffany (Jennifer Lawrence), con la cual empezará a formar un curioso y demente vínculo con el que podrán empezar a encauzar sus vidas.

¿Promete, verdad? Lo cierto es que semejante historia da (o puede dar para mucho), y durante los primeros 30-40 minutos de la peli el desarrollo es muy prometedor: es fantástico ver a un De Niro que parece que vuelve a ser el de sus mejores tiempos, a un Bradley Cooper inmenso y neurótico a más no poder, que destila diversos momentos geniales y a una Jennifer Lawrence que, si bien pienso y me reafirmo en el hecho de que no se merecía ese Oscar para nada, sí que realiza un papel meritorio y destacado. Además, las diversas situaciones crean momentos muy divertidos y bien llevados, como el regreso de Pat al barrio, el encuentro con Tiffany, las reacciones de sus padres, amigos y allegados... todo ello forma un muy buen engranaje que resulta novedoso a la par que divertido y engancha fácilmente desde el minuto 1.


Sin embargo, todo este gran despliegue inicial va desapareciendo para dar paso a un sinsentido nada disfrutable, por momentos desagradable y con un final ridículo. Y es que El lado bueno de las cosas deja de ser película a la mitad para aventurarse, literalmente, en el mundo de la recreación, la americanada banal y un guion poco cuidado. Todo el trabajo de la primera parte se va al traste entre diálogos sin fundamento, escenas largas y molestas y un baile final que quedará marcado para siempre en tu retina. Como tu peor pesadilla.

Es una lástima, insisto, que O'Russell desaproveche una magnífica historia por no saber cuidar el guion. Y no porque sea malo de principio a fin, sino porque a medida que pasa la mitad de la peli, todo se vuelve tarumba: el papel de De Niro, hasta el momento secundario, reservado y dotado con puntuales momentos geniales, se vuelve un foco principal cuanto menos, molesto (quién lo iba a decir de De Niro) y sin ningún tipo de inspiración ni razón coherente. El descrédito general influye, además, en el ritmo, que si hasta el momento era lento, sí que gozaba de tensión y maestría gracias al gran trabajo de la primera parte. Pero ahora, el flojo guion pasa a lastrarlo y, por ende, la película sufre.

Los personajes, además, si habían sido el aguante principal de la cinta, ahora tienden a ser su lastre: Bradley Cooper y Jennifer Lawrence pasan a convertirse poco a poco en la pareja común de la típica comedia romántica, lo que unido a su patente bipolarismo crea un clima de confusión con poco o nada de tacto. Los secundarios, por su parte, pasan de protagonizar momentos soberbios a ser pasto de la mediocridad o simplemente a desaparecer. Because yes. Y en cuanto al final, bueno... creo que podría ser uno de los más decepcionantes e insulsos de la historia del cine, pero dentro del caos general en el que entra la película en su último tramo, ¿de qué me sorprendo?


Todo esto no quita, no obstante, que la cinta sí tenga aspectos realmente logrados y destacados. Aparte de su primera mitad, el trabajo en las cámaras, la fotografía y el gusto por el detalle son exquisitos y muy convincentes. Y además, la música de Danny Elfman, si bien no es una maravilla, sí que cumple perfectamente con su papel y resulta, por momentos, embriagadora.

Aunque esto no sirve, ni mucho menos, para quitarme el mal sabor de boca que deja la peli. No porque sea mala, insisto, ya que creo que por momentos es una película brillante y muy original, pero que, sin embargo, se pierde en un laberinto sin retorno dentro de una estética entre el indie y el recurso tópico que no ayuda en nada. Claro que es obvio que deben resaltarse y destacarse sus virtudes, pero tampoco opacarse sus errores, que no son pocos. 

Por todo ello, mi veredicto final es que, si bien puedo entender que esta película guste de alguna forma, no puedo hacer lo mismo por la fijación en la Meca del cine por un director que, si bien parte de muy buenas ideas, juega a ser Dios y no lo consigue, pese a contar con un buen reparto y una gran historia. Se siente, O. Russell, pero si este va ser el estilo de cine en Hollywood en un futuro cercano, yo me paso al cine alemán, que es más barato y está mejor hecho.

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LO MEJOR: buenas interpretaciones, música, gran uso de la fotografía y una base realmente prometedora...

LO PEOR: ...que está muy mal aprovechada. El final.


NOTA: 6,25/10. Puede que en Hollywood lo flipen, pero a mí no me convence. En los Oscar de 2013 hubo mejores y más cuidadas opciones.

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1 comentario:

  1. Es muy curioso pero a pesar de todas nuestras broncas sobre esta película, compartimos ciertos puntos. Sobre todo con respecto a que en la segunda mitad de la película baja bastante el nivel, llegando a ser carituresca..

    Diferimos en que, según mi opinión, Lawrence sí se merecía el Oscar y que yo destaco mucho el buen hacer tras las camaras de O'Russell. Es una pena que no sepa rematar un guion de forma decente. En mi valoracíon final supera el 7'5.

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