domingo, 16 de marzo de 2014

Susurros del corazón (1995)


"Me has mostrado una joya recién extraída de la roca, sé que te has esforzado muchísimo. Eres maravillosa, no hay prisa. Tómate tu tiempo para que puedas ir puliéndola"


Érase una vez en Tokio dos jóvenes de mundos diferentes que comparten un furibundo amor por la lectura. Érase una vez un estudio de animación que nunca dejará de sorprenderme. Érase una vez una película tan sorprendentemente buena, inspiradora y cuidada que poco más se puede hacer que sonreír y disfrutarla. Érase una vez Susurros del corazón.


Lamento esta introducción tan ñoña, pocholines, pero tengo que reconocer que aún no salgo de mi asombro. Y es que esta cinta, centrada más que nada en el primer amor, el romance adolescente, las metas de futuro y las ganas de vivir ha sido la historia de amor (un género que no me llama demasiado) que más he disfrutado desde Nothing Hill. Y ya ha llovido desde entonces. ¿Quién me iba a decir que Miyazaki, el hombre que sueña con aviones, mundos de fantasía y el amor inocente entre infantes iba a ser capaz de manejarse tan bien en algo como esto? Uniendo su talento con la dirección de su gran amigo Yoshifumi Kondo (cuya inesperada muerte le sumió en una depresión tal que estuvo retirado un tiempo), ambos crearon una joya que, aunque no está del todo pulida, sí que maravilla hasta decir basta.


La historia nos muestra a la joven Shizuku Tsukishima, una estudiante de instituto enamorada de los libros, aunque menos de los estudios. Sus compañeros están en la época en la que el amor llama a la puerta, las parejitas colindan, surgen los primeros sentimientos... pero a ella le da lo mismo, y no parará hasta leerse todos los ejemplares de la biblioteca donde trabaja su padre, porque para ella lo más importante es ir un paso por delante. Pero no contaba con la existencia del joven Seiji Amasawa, que va a su mismo colegio, lee los mismos libros y que tiene un talento innegable no solo para tocar el violín, sino para construirlo de las formas más bellas, labrándose un hipotético futuro como luthier, lo cual deja a Shizuku algo confusa, ya que el chico tiene muy claro lo que quiere ser.



Este choque de mundos y de ideales, no obstante, acaba convirtiéndose en algo muy intenso, y el amor que sienten por alcanzar sus metas les hará respetarse el uno al otro hasta crear un vínculo inquebrantable. Es entonces cuando entrarán otros factores dentro de una de las épocas más importantes de la vida. ¿Sé lo que quiero hacer? ¿Qué me deparará el futuro? ¿Tengo un talento que me haga ganarme la vida en su momento? ¿Por qué él/ella? Y demás interrogantes que es mejor que descubráis por vosotros mismos.



Si bien la película está enfocada en el primer amor, también nos ofrece otros aspectos muy interesantes. Es particularmente notable el detalle con el que se recrea la vida de una familia media japonesa, el ambiente de las atestadas calles de Tokio y sus alrededores, los objetos de una tienda de artesanía... y todo ello, aderezado con valiosas lecciones de cara a la vida, grandes personajes y una historia muy bien llevada, con un ritmo lento pero no soporífero y un realismo muy bello y cuidado, en contraposición a otras obras de Studio Ghibli.



La música de Yuji Nomi también brilla a un gran nivel, con un uso del violín magnífico y conmovedor que le viene a la peli como anillo al dedo y ayuda a meterse dentro de un mundo nostálgico, meláncolico y a la vez muy divertido e inspirador, aunque la película, no obstante, tiene fallos importantes que le quitan brillantez, como diversas tramas que no acaban de explicarse o que directamente no van a ninguna parte y un final que, si bien no desagrada, sí deja un regusto amargo de que podría haberse aprovechado bastante mejor.




Eso no quita, ni mucho menos, los méritos a la cinta. El apartado técnico es sublime, y la recreación de Tokio, el campo, sus alrededores, las urbanizaciones, las villas... te mete directamente dentro de la acción. Los personajes tienen diversas personalidades que funcionan muy bien y dan pie a situaciones más o menos divertidas, pero lo cierto es que es difícil olvidarse de ellos. Aunque, eso sí, algunos, vuelvo a insistir, podrían estar mejor aprovechados o se les podría buscar una solución a sus historias (mejor eso que dejarte con la miel en los labios).


El doblaje en castellano, por su parte, cumple su papel de forma correcta, aunque no sobresaliente, como en otras cintas de Ghibli. Supongo que lo que más me ha irritado en este aspecto ha sido la traducción de las canciones a nuestro idioma, que no quedan mal, pero podrían haberse hecho mejor. Y si no se puede hacer mejor, honestamente, mejor dejarlas como están y ya, porque la versión japonesa de "Take me home, Country roads" de Olivia Newton-John utilizada en la peli es bastante buena y pegadiza.



Pero todo esto, insisto, no empaña un producto muy interesante y recomendable, a la par que simpático, y es justo reconocer el trabajo de uno de esos desconocidos de Studio Ghibli, el tristemente fallecido Yoshifumi Kondo (cuánto talento perdido), en la dirección, y el del maestro Miyazaki en el guion, cosa nada sorprendente vistas otras cintas que escribió, como la fantástica Arriety de la que algún día tocará hablar por aquí. Tierna, real y con mucha fuerza e inspiración, Susurros del corazón no te dejará indiferente.



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LO MEJOR: apartado técnico, música, historia y personajes. Un romance muy bien llevado y excelente modelo de inspiración y de valores.



LO PEOR: algunas tramas que no van a ninguna parte, la traducción de las canciones y un final poco pulido.




NOTA: 8/10. Si te va el romance y las historias bien desarrolladas y aleccionadoras, no te lo pienses y échale un ojo. 



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