“Demasiado fuego y
nada volverá a crecer. El fuego puede hacer cenizas un bosque en un solo día,
pero el viento y el agua pueden hacer que un bosque crezca en cien años”
Hace
un par de días, mi última crítica versaba sobre La tumba de las luciérnagas. Casualidad o no (en parte un poco de
sí y un poco de no, porque estoy viendo mucho cine de animación últimamente…
pero no hago este orden de críticas a propósito, sale como sale), hoy traigo la
primera película con que Studio Ghibli comenzó a consolidarse, años antes de la
lacrimógena obra de Takahata. Que, en este caso, es productor de la cinta.
Lo
primero que vemos en Nausicaä es que
es puro Miyazaki. En temática, estética, historia, personajes… En todo. Pero es
un Miyazaki sin pulir (esta es su segunda película), muy lejos de la maestría
que alcanzaría años después. Y aunque la cinta es buena, tiene muchos, muchos
puntos que hacen descender el nivel.
La
historia nos presenta a una civilización futurista en que la humanidad vive en
un mundo post-apocalíptico, cubierto de gases tóxicos, y obligada a luchar
contra insectos gigantes y contra la propia contaminación que les consume poco
a poco. Varias naciones se enfrentan por sus diversos objetivos y sus formas de
entender la supervivencia, que van desde la forzosa unificación de los pueblos,
a la utilización de los insectos para la destrucción. Y en el maremágnum de
todo ello encontramos a Nausicaä, princesa del valle del viento, que aboga por
la convivencia pacífica entre insectos y hombres.
Si
ya os suena un poco, no os preocupéis, eso es que conocéis a Miyazaki. Es un
argumento muy similar al que utilizará luego en La princesa Mononoke (aunque para mi gusto está mejor llevado en
esta última), donde se aboga por el antibelicismo y sobre todo el respeto a la
naturaleza, llegando a copiarse frases textuales entre una película y otra.
Porque eso de “es imposible que los insectos y los humanos podamos vivir en el
mismo mundo” ya se lo he oído yo a otro personaje agorero, seguro.
El
guión, a pesar de su profundidad y su buen desarrollo, peca de unos diálogos
sobrecargados y tremendamente simplistas, que oscilan entre la conversación
insustancial, y aquella que explica absolutamente todo lo que ocurre, de forma
bastante pedante para el espectador. Probablemente sea herencia del hecho de
que la cinta es una adaptación del manga homónimo que el propio Miyazaki había
dibujado un par de años antes, y del que se adaptaron de forma resumida tan
solo dos tomos.
Así,
la historia va cogiendo ritmo poco a poco, siendo el comienzo de la película
(la primera media hora, más o menos) una mera excusa para presentarnos el mundo
en que se va a desenvolver todo. Quizá sea eso, precisamente, lo que repercute
en la excesiva longitud de la cinta, para una historia que se podía haber
despachado más rápido (o haber extendido mucho más… pero se queda en el punto
medio, tibio, que no convence).
Por
otra parte, en el aspecto visual, como todo lo que ha hecho Ghibli, es una
auténtica gozada; no en vano trabajaron aquí animadores de la talla de Hideaki
Anno (Neon Genesis Evangelion). Los escenarios
están elaborados con una maestría insuperable, logrando una de las mejores
construcciones de mundos que jamás haya visto en el cine de animación japonés. Y
no solo eso: también es de las más bellas. Se prima, de hecho, el detallismo de
los escenarios frente al de los personajes, algo que ayuda a que nos veamos
inmersos en la historia con mayor facilidad.
Los
personajes, al margen de su dibujo, están en una extraña dicotomía. Por una
parte son personajes bastante tipo, que por si no fueran ya conocidos de sobra,
nos los hemos encontrado en las películas de Miyazaki mil veces. Por otra
parte, sin embargo, la enorme variedad de ellos y el ver cómo se enfrentan e
influencian unos a otros logra una riqueza inconmensurable. El premio al más insufrible,
eso sí, se lo damos al capitán Kurotowa; mientras que el más mono, y uno de los
personajes a los que más cariño he cogido nunca, es Teto, la ardilla-zorro que
acompaña a Nausicaä y que nos conquista desde la primera escena (aunque no haga
prácticamente nada en toda la peli). Será porque se parece a una evolución de
Eevee…
El
doblaje de los personajes es, cuando menos, extraño. Se combinan voces
maravillosas (como la de Luis Porcar haciendo del maestro Yupa, o la de Jesús
Alberto Pinillos como el príncipe Asbel), con un reparto secundario muy flojo
y, en ocasiones, directamente malo. Esto crea cierta inconsistencia que no hace
sino sacarte un poco del mundo donde te había sumergido lo visual.
El
otro aspecto sonoro, la música, es lo que más me trae de cabeza. La mayoría de
las composiciones que se escuchan son una auténtica maravilla; sin embargo, no
pegan ni con cola en la película. Es cierto que hay varias piezas de Joe
Hisaishi, orquestadas, que son de lo mejor que ha compuesto para Ghibli; otras,
sin embargo, oscilan entre la electrónica ochentera, las influencias árabes,
los coros de niños tarareando (lo juro, no es broma) o la música mala de un
videojuego de los años 90.
Ese
alegato naturalista y antibelicista de que hablábamos se va acentuando cada vez
más hasta llegar al final, que tiene algunas escenas maravillosas. Se destaca
por encima de todo ya un simbolismo basado en los colores que había estado
presente toda la película (el rojo de la guerra y de la ira en los ojos de los
Ohms, de forma descaradísima), y que se une al de algunos planos muy
característicos (como el último). El final es puramente típico de Miyazaki, y
aquí, no ya por cuestión de gusto, sino de necesidad, se lo tengo que
reprochar: la cinta exige un final mucho más potente, con un tinte más trágico,
que la almibarada resolución final que se nos ofrece, y que deja al espectador
con cara de bobo después de haber estado a punto de presenciar ese final más
agridulce y correcto. Y no deja de sorprender, pues esta cinta ya tuvo una
restricción de edad de siete años, con lo que ese final agridulce no habría
sido tan descabellado. Por cierto… Los fans de WALL-E verán ciertos paralelismos entre una cinta y otra,
especialmente en esta conclusión.
Cabe
destacar, por último lugar, que quedan varias cosas (como la resolución del
conflicto humanos-insectos) que quedan sin explicar de modo definitivo. Imagino
que en el manga sí se hará, pero en la película es un cabo (entre otros varios)
que queda suelto.
En
general, es una buena cinta, que se nota ópera prima en la que todavía hay
muchísimas cosas que corregir… Pero se nota también el talento de uno de los
mejores directores de animación de la historia, que desde el primer momento
hizo ya un trabajo elogiable.
Allez-y,
mes ami!
Buenas
noches, y buena suerte.
Jorge Lázaro
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LO
MEJOR: el apartado visual, ciertas voces, la construcción de los escenarios y
Teto. Adoro a ese bicho.
LO
PEOR: un final demasiado light,
varios aspectos chirriantes en la música y el doblaje, un guión que tarda en
arrancar y el capitán Kurotowa.
NOTA:
7,5/10. Como digo, no es mala cinta. Y sin duda es básica para entender la obra
de Miyazaki. Pero es muy inferior a otros trabajos del japonés.
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La música perdona que te contradiga, pero es excepcional.
ResponderEliminarY la parte final como es típico en miyazaki tiene doble sentido, y en un par de escenas mete filosofía, vida y muerte, etc.....
El gorro en la parte de abajo del bosque en forma de tumba con un arbolito creciendo al lado, la película está llena de simbologías mucho más oscuras de lo que uno piensa, mantiene su trama, pero con diferentes escenas y simbología te van dejando pistas del tono y del carisma más oscuro del metraje...
Si piensas que el final es light, me da a mí que te más haya de la trama principal del metraje, no has entendido nada de la cinta