“- En el catre era pura dinamita...
- ¡Tenía 84 años!
- Hmm, no ha sido la mayor.”
Nunca me ha
cautivado demasiado el cine de Wes Anderson. Quizás sea algo arriesgado de
decir, teniendo en cuenta que ver Moonrise
Kingdom es una de mis prioridades, y que solo he visto una película de este
señor. Así y todo, Los Tenembaums: una
familia de genios no me convenció en absoluto. Tiene buenos puntos (como
que es una de las pocas cintas donde soporto a Gwyneth Paltrow como actriz),
pero le falta algo para llegarme.
Sin embargo,
como ocurre con Moonrise Kingdom, hay
películas de Anderson que me atraen bastante, y eso es lo que me sucedió con su
último largometraje, El gran hotel
Budapest, estrenado hace solo unas semanas.
Reconozco que
cuando fui a ver la película no tenía la menor idea de qué era lo que iba a
encontrarme. No sabía nada en absoluto, ni siquiera si se trataba de una
comedia o drama (aunque a raíz de Los
Tenembaums me esperaba algo a caballo entre ambas… cosa que en realidad
sucede, en cierto modo), ni sobre qué discurría la historia.
No: lo único
que me atraía de esta cinta, porque era lo único que sabía de ella, era su
reparto. De 17 nombres que aparecen en el cartel de la película (de los cuales
muchos tan solo tienen apariciones breves, casi cameos), 10 de ellos han estado
nominados a un premio Oscar, la mayoría de ellos en al menos dos o tres
ocasiones. Y tres de ellos (F. Murray Abraham, Adrien Brody y Tilda Swinton) lo
han ganado.
Partiendo de
esa base, la película ya tiene mucho ganado. Si además es capaz de dirigir a
ese reparto (que además de los ya mencionados incluye a Ralph Fiennes, Bill
Murray, Tom Wilkinson, Harvey Keitel, Jude Law, Jeff Goldblum, Edward Norton,
Willem Dafoe, Léa Seydoux, Saoirse Ronan, Mathieu Amalric,
Jason Schwartzman, Owen Wilson y Tony Revolori) con una precisión increíble, y
construir personajes que se hacen memorables con tan solo un par de líneas o
gestos, el triunfo en este aspecto está asegurado.
Y el que
funcione tan bien en ese aspecto es una gran baza, pues en cuanto a la historia
tampoco hay nada de especial que destacar. Se nos narra el relato del conserje
del Gran Hotel Budapest, y cómo después de recibir en herencia un cuadro de
valor millonario, de manos de una anciana enamorada de él, la familia de la
difunta se lanza en su persecución para recuperarlo, mientras se pone como
telón de fondo un mundo en guerra y de cambiantes fronteras en un país
minúsculo.
La historia,
como digo, no es nada del otro mundo, aunque sí lo es la forma de narrarla. El
hecho, por ejemplo, de que el arco central sea el recuerdo de Zero, el ayudante
(Tony Revolori) del botones (Ralph Fiennes... magistral, igual que quien le
acompaña), que siendo mayor (F. Murray Abraham) cuenta la historia a un escritor
(Jude Law), que convertido en un autor casi anciano (Tom Wilkinson) escribirá
en un libro que leerá una niña en un cementerio. Un flashback dentro de un
flashback dentro de un flashback.
Por otra
parte, no solo el guión está bien desarrollado, sino que juega a dos aguas
entre el drama que se apunta en algunos momentos (el pasado de Zero, las
escenas en el tren, algunos tintes del final...) y el humor peculiar que
destila casi toda la cinta, y que agiliza tanto el desarrollo.
Más allá de
ello, la forma de narrar tiene un encanto muy especial y personal, bastante
característico de Wes Anderson. Se reconoce su firma en cada plano, en cada
transición (con rótulos muy de cine mudo), en la fotografía de colores vivos y
alegres incluso en los parajes más desoladores (creo que es de las pocas personas
que pueden usar camiones rosa pastel y quedarse tan agusto), en un ritmo ágil y
muy cercano al lector... Es un desarrollo que hace que los puntos más
predecibles de la historia se pasen por alto, y que el resto queden fijados en
la memoria del espectador a la perfección.
Por ello,
tanto el apartado sonoro como el visual van muy de la mano con esa dirección tan
personal, y construyen una película única y preciosista, que desde luego, no
deja indiferente.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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LO
MEJOR: el reparto, y sus actuaciones, son de matrícula. Hay escenas con una
tensión genial, y en general funciona muy bien la simbiosis de humor con un
cierto tinte trágico.
LO
PEOR: quizás los cameos hacen que te fijes demasiado en unos actores de primer
nivel sin apenas importancia en sus papeles, que desvían la atención. Y por
momentos es demasiado rarita y peculiar (aunque a mí, personalmente, eso me
gane).
NOTA:
8,25/10. Una obra genial de Wes Anderson. Lo que no me convenció en otra aquí
me ha cautivado por completo, perfectamente desarrollado. Simbiosis única entre
madurez, ingenuidad y personalidad.
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La tengo pendiente, la última vez que fui al cine dudaba entre esta y Her, finalmente elegí la cinta de Jonze, pero tengo muchas ganas de hospedarme en este Gran Hotel Budapest, me encanta el universo de Anderson.
ResponderEliminarUan autentica maravilla narrativa, que junto (tanto por el guión como el manejo con la camara) como por a unas actuaciones magistrales dan pir a una de las peliculas que me han gustado en este 2014. Quizá no sobresaliente, pero aún así es un gran disfrute para el espectador.
ResponderEliminarComo complemento, diría que se te ha olvidado comentar con mayor profundidad como clava a la sociedad europea pre-guerras mundiales.
Chechu, entre "Her" y esta no sabría con cual quedarme... "Her" me gustó más, pero también es cierto que porque va más en mi línea. Ambas creo que son grandes películas.
ResponderEliminarY Adri, efectivamente, se me ha pasado comentar lo que dices, pero el retrato de la sociedad europea de principios del XX que hace es increíble, me encandiló en ese aspecto :)