miércoles, 12 de marzo de 2014

La princesa Mononoke (1997)


"La vida es sufrimiento y dificultades, el mundo y el hombre están malditos, pero aún así insistimos en sobrevivir"


Llegará un día en el que tendremos que mirar atrás y admirar, sencillamente, la carrera de Hayao Miyazaki. Hay portentos en cada estudio de animación que merecen el más amplio respeto (Pete Docter, John Lasseter, Andrew Stanton, Brad Bird o el gran Don Bluth en los 80) pero este señor consigue algo hermoso a la par que insólito: crear mundos, personajes y películas que nunca, JAMÁS, caen en el olvido. Después de haber disfrutado la magnífica El castillo en el cielo, el otro día volví a revisar la que yo, personalmente, considero su obra magna: La princesa Mononoke. Y la disfruté otra vez, como un niño desenvolviendo el envoltorio de un caramelo.

La cosa es que Miyazaki ya había presentado una cinta de una temática parecida en su momento (sí, Nausicaä, te estoy mirando a ti), pero en este caso lleva su fórmula antibelicista y naturalista a la máxima expresión, con unos diálogos, personajes y trama que dejan en pañales todo lo que hubiese concebido anteriormente. ¿Cómo demonios lo hizo? Sigue leyendo...


La historia nos presenta al príncipe de una aldea del Japón feudal, Ashitaka, que a costa de defender su poblado de un jabalí poseído por un espíritu demoníaco (Tatarigami) es herido por este, de forma que morirá sin remedio a no ser que viaje a las tierras del este, de las que procedía el malogrado animal, para dar con una cura. En su viaje acabará en Ciudad del Hierro, gobernada firmemente por la carismática Lady Eboshi, que se encuentra enfrentada a los animales del bosque, ya que el objetivo de los humanos es obtener materias primas del lugar para mantener una situación de mínimo bienestar e igualdad entre la población (incluso en estirpes generalmente discriminadas, como leprosos o prostitutas).

Pero en el bosque, los animales, liderados por el clan de los lobos, son capitaneados por San, una princesa salvaje que se ha criado entre los árboles junto a Moro, una gigantesca loba, y cuyo amor hacia los suyos le hace defender su hogar a toda costa. San y Ashitaka acabarán conociéndose y buscarán una forma de detener una guerra inevitable que promete arrasar con todo a su paso. 



Como película de animación en sí, y hasta no echarle un vistazo profundo a Se levanta el viento, La princesa Mononoke representa, hasta la fecha, el trabajo más adulto, profundo y complejo de Miyazaki, sin contar con El castillo ambulante, que apuesta más por un término medio. No solo encontramos a unos personajes tremendamente distintivos y únicos en cada una de sus formas (tanto humanos como animales), sino que la historia en sí tiene detalles altamente bestias, nada disimulados y terriblemente explícitos sobre los horrores de la guerra y la destrucción del medio ambiente (observamos una limitada pero firme aparición de gore y muertes macabras que distan mucho de su anterior obra). Otros elementos, como la existencia de meretrices o unos diálogos muy cuidados y reflexivos la ponen como un punto de inflexión en su carrera.

Y es que cada personaje, sea principal o secundario, es un mundo. Cada uno cumple su papel a la perfección, no está en la película por casualidad, y dejan por el camino diversas frases míticas (tenía que elegir una para el inicio de la crítica, pero es que hay tantas...) que se graban en tu memoria como fuego. Si tuviese que destacar a alguno por encima del resto me quedaría, sin duda, con Lady Eboshi, una mujer de armas tomar, muy firme, inflexible y preocupada por el bienestar de los suyos, aunque sus métodos sean, en el fondo, poco o nada ortodoxos. Su retorcida y genial personalidad es brutal, pero es que otros secundarios también se convierten en auténticos tesoros en la película, ya sea para mostrar una total falta de escrúpulos (Jiko) o el mínimo aunque a veces necesario contrapunto cómico (Kouroku). Ashitaka y San, por su parte, son de lo mejor que ha creado Miyazaki como protagonistas, y forman un tandem magistral que destaca por un choque de personalidades antagónicas a la hora de conocerse y que se convertirá en algo muy especial a lo largo de la película, a modo de metáfora en el terrible conflicto que enfrenta al bosque y al exterior.  



La acción también forma parte del universo de La princesa Mononoke. La guerra es mostrada de forma salvaje y sin retoques y, como ya he dicho, el gore no se corta a la hora de hacer su aparición, especialmente cada vez que Ashitaka pilla un cabreo, ya que la herida en su brazo, a la vez que lo mata lentamente, le otorga una fuerza bestial que hará trizas (literalmente) a más de un enemigo. 

Y el desarrollo, por su parte, contiene de todo, desde momentos sosegados y explicatorios (que en algún momento pueden hacerse pesados) hasta otros de tensión y rapidez de ritmo endiablados, formando un conjunto magnífico y sin altibajos y dotando a la cinta de una fuerza tal que sus dos horas se te pasarán volando. Además, la imaginación de Miyazaki vuelve a alcanzar cotas inigualables, con creaciones como los curiosos kodama o el gran Espíritu del bosque (si no has visto la película, cuando lo hagas y lo veas te quedarás con la boca abierta).

Pero lo que más halagos puede suscitar en la película es, sin duda, su maravillosa concienciación sobre los peligros de la guerra y la destrucción del patrimonio natural. Como cinta ecologista, La princesa Mononoke deja en pañales a más de un documental de Al Gore o Greenpeace. Es una denuncia brutal acerca de esta barbarie y sabe adaptarla magistralmente para que el mensaje llegue a todo tipo de público. Y nada mejor para hacerlo que con el trasfondo de un Japón feudal, magia, grandes personajes y una trama única, salida de la mente de un genio. ¿Se puede pedir más?



Aunque claro, todo esto tiene que ir acompañado de una gran puesta en escena, ¿y quién mejor que los chicos de Studio Ghibli para plasmarla? Con una animación portentosa, brillante y detallista, la película mete de lleno al espectador en cualquiera de las situaciones o lugares que puedan darse: las terribles batallas entre animales y hombres, el pacífico y mágico interior del bosque, la ambientación de Ciudad del Hierro, el campo... Increíble, sin más.

Únele a todo esto la música del maestro Joe Hishaishi (atentos al tema principal, no tiene desperdicio) y un doblaje en castellano a la altura, con el genial David Robles como Ashitaka (y aquí le tengo que dar la razón a Spartan George cada vez que me habla maravillas de él) haciendo un trabajo sobresaliente. Otras grandes voces como Luis Bajo, Carlos Ysbert o Eva Díez (la adorable Mei de Mi vecino Totoro) completan un apartado de matrícula, insuperable. 

De modo que... ¿qué más puedo decir? La princesa Mononoke es un regalo inmenso lleno de pureza y buen cine, una joya de la animación, una película que tardó mucho tiempo en llegar a Europa y que, cuando lo hizo, nos hizo ser conscientes de lo que nos estábamos perdiendo. Sólida como una roca en cada apartado y memorable de principio a fin, es, si no la mejor película de Miyazaki, una de sus imprescindibles. 

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LO MEJOR: todo lo que puedas imaginar y todo lo que toda película (ya sea o no de animación) debe tener. Impresiona a cada paso.

LO PEOR: alguna que otra escena que, si bien no molesta, sí que puede hacerse algo tediosa dentro del conjunto.


NOTA: 9,5/10. Una de las mejores películas de animación de la historia del cine y una obra maestra de su género. 

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2 comentarios:

  1. Crítica de matrícula. Tanto como la peli, sin más.

    Como bien sabéis, "El castillo ambulante" sigue siendo mi favorita de Miyazaki ever. En el segundo y tercer puesto se pelean Mononoke y Chihiro, y está bastante empatadas... A favor de Mononoke diré que visualmente me gusta más y que me parece que tiene el mejor doblaje de todas las cintas de Ghibli (David es Dios).

    Y bueno, en el cómputo general de Ghibli, cabe decir que no sé si estarían empatadas en segundo o tercer puesto... Porque "La tumba de las luciérnagas" es mucho Takahata para olvidar, vaya.

    Lo dicho, genial crítica, la suscribo bastante por completo.

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  2. Adoro esta película, incluso tengo la edición coleccionista! La descubrí hace muchos años y la tengo en lucha con Chihiro para el primer puesto (lo siento Spartan pero a mi el Castillo Ambulante me decepcionó)
    Totalmente de acuerdo con todo lo que comentas en la crítica, que te ha quedado de 10 :)

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