“– ¡Me sentí más
afín a los alemanes que a quienes me arengan contra ellos delante de un pavo
relleno!
– Estás
desvariando...
– No nos
entendemos. No vive la misma guerra que yo. Los de enfrente sí.”
Tal
vez me hayáis escuchado decir que el cine francés, o el cine español, no me
gustan. El caso del segundo es algo aparte y peculiar: no me gustan en general
los equipos de trabajo del cine español actual, aunque sí varios actores
(cuando saben hablar) y directores, así como las cintas en líneas generales de
hace varios años.
Con
el caso del cine francés, siempre lo he relegado un poco a la hora de ver cine
por países, algo que me encanta: el brasileño/portugués es costumbrista y
ameno; el inglés, perfeccionista y de calidad; el sueco muy ominosos; el ruso
es comunista; y el alemán, perfecto (para mí, al menos, Alemania es el mejor
país para hablar de cine, mejor incluso que EEUU o Inglaterra muy a menudo). En
cuanto al francés... nunca le había pillado la gracia demasiado.
Sin
embargo, descubrí en cierto momento que los franceses tienen una gracia
especial. Conocía a actores (como Reno o Depardieu) y a directores (Annaud,
Besson, Godard, Truffaut... o incluso el mítico Renoir) que me gustaban; hasta
alguna película como Los visitantes,
o Amelié tenía un encanto increíble.
Pero no fue hasta que conocí a Dany Boon, y sus increíbles Bienvenidos al norte y Nada
que declarar que decidí que el cine francés, realmente, me gustaba.
¿A
qué viene toda esta parrafada para empezar? A que nos topamos hoy aquí con una
cinta de co-producción anglo-franco-belga-germana-rumana, dirigida por
Christian Carion. Aunque la variedad de países que la producen debería
convertirla en algo neutral, al final pesa mucho lo franco-belga y el director,
algo que se hace de notar en la tónica general de la historia, muy de Dany Boon
(que aquí actúa, y genial, pero no dirige), y con una mezcla tragicómica en que
prima el drama sencillo, lo cotidiano y el humor un tanto incomprensible.
La
historia, real, se centra en tres grupos de soldados atrincherados en la
Navidad de 1914: alemanes, franceses y escoceses. En esa época de festividad, y
de forma un tanto espontánea, los frentes de los tres hombres deciden
“confraternizar”, realizando un alto al fuego durante el tiempo en que duran
las celebraciones, y alejando el fantasma de la guerra de la primera línea de
combate.
Se
construye así una historia que entremezcla un sinfín de tramas y temáticas,
entre las que priman tres centrales, que además son tres de los grandes temas
de la historia de la humanidad: el amor, la guerra y la muerte. La película
narra el día a día de los diferentes grupos de soldados, humanizando todos los
bandos y mostrando cómo, en realidad, son iguales entre sí.
Desde
el primer instante en que se abre la cinta, con tres niños (un escocés/inglés,
un alemán y un francés) recitando la visión de la historia que enseñan en su
país, se ve clara esa intención de mostrar las formas de vida de los distintos
soldados, y por ello la película está rodada (con bastante acierto, en una
producción de este tinte) en los tres idiomas de los protagonistas, que
chapurrean en ellos para poder entenderse entre sí.
Al
mismo tiempo, resulta de gran interés el cómo se refleja en la película un muy
marcado mensaje antibelicista. A diferencia de otras cintas del género, no se
logra a través de mostrar la barbarie de la guerra (de hecho, esta se reduce a
un par de momentos muy puntuales, dos muertes realmente trágicas y absurdas),
sino que se consigue mediante un reflejo de lo absurdo del esfuerzo militar, y
de las cosas cotidianas que hermanan a los soldados en ambos frentes.
Así,
la crítica queda al final más reducida a oficiales (como el hijo del káiser, o
el obispo) que no saben cómo sufren de verdad los soldados, y que no quieren, o
no pueden entender sus acciones. Es una crítica en dos vertientes: a los
hombres que utilizan a otros como peones para que se maten entre sí; y al mismo
concepto de la guerra, en que seres humanos que podrían ser amigos dadas otras
circunstancias se ven obligados a asesinar a sus congéneres.
Ese
mensaje contrapone lo absurdo de la guerra con una cierta melancolía muy
sentimental en la historia de amor y, sobre todo, en las canciones que
desarrollan la banda sonora, en la propia cinta: los gaiteros escoceses, los
cantantes alemanes... Son ellos el primer, y el principal nexo que une a todos
los soldados en uno solo, y que les devuelve la humanidad perdida tras varios
meses de guerra.
Junto
con la banda sonora, destaca una fotografía muy cuidada y trabajada (se nota
aquí muy bien la mano inglesa de la producción, que suele ser muy detallista en
estos aspectos), y sobre todo, un apartado de interpretaciones de matrícula. Ni
uno solo de los actores (o actrices, que no hay apenas, salvo Diane Kruger... siendo de hecho ella la menos destacable de la película)
está flojo: Andy Serkis (que casi no parece Gollum aquí), Benno Fürmann, Guillaume Canet (un actor que cada vez me gusta más), Gary Lewis, Ian
Richardson... Sin embargo, los dos que dejan una interpretación para el
recuerdo son Daniel Brühl y Dany Boon, dos actores realmente imprescindibles de
los últimos años. El primero parece estar en racha últimamente... y al segundo
espero que lo descubran pronto, como ya están descubriendo a Simon Pegg (que
por algún motivo me recuerda bastante a él).
En
general, y aunque mejorable, es una película muy lograda, con todos sus
aspectos muy cuidados, un ritmo maravilloso (el guión tiene varios giros, hacia
el final, para quitarse el sombrero), y un trasfondo que da muchísimo que
pensar. Recomendada, sin duda.
Allez-y,
mes ami!
Buenos días, y buena suerte.
---------------------------------------------------------------------------------
LO
MEJOR: las interpretaciones de Brühl y Boon, el apartado técnico (fotografía y
música) y el trasfondo de la narración.
LO
PEOR: el tema del amor, aunque plantea una historia interesante, resulta un
tanto manido y superfluo. Y la parte central quizás (y solo quizás) se alarga
un poco más de la cuenta.
NOTA:
8/10. Una de esas producciones íntegramente europeas que reafirman con creces
el cine del Viejo continente, por su capacidad de innovar sobre temas tratados
mil veces, y por el gran preciosismo narrativo de que goza.
---------------------------------------------------------------------------------
Una sorpresa muy grata para mí cuando la vi (vimos) en su momento. Genial crítica, coincido contigo en todo.
ResponderEliminar