miércoles, 13 de marzo de 2019

Cómo Entrenar a tu Dragón 3 (2019)


Somos tú y yo, amigo. Siempre

Todo acaba. Sí, es duro admitirlo; pero todo acaba. Incluso lo más bonito como el Madrid de las tres Champions seguidas. Y cuando llega el final podemos reaccionar de muchas maneras. Podemos seguir intentando alargar el chicle hasta que se convierta en un mal chiste, o darle una despedida con un buen sabor de boca acorde a los buenos tiempos. Cómo Entrenar a Tu Dragón se ha despedido de está última forma, con sus armas y cierto agotamiento, pero al final de cuentas de forma satisfactoria.

La saga es uno de los grandes éxitos de Dreamworks, y por méritos propios ya señalados de forma fantástica por Pablo Lafuente tanto en su primera como en su segunda entrega. Cómo Entrenar a Tu Dragón impactó primero por su acción y nos enamoró con su trama, sus personajes y un Desdentao que es más gato que dragón. Ahora nos trata de conmover (al lado de mi asiento había un grupo llorando en el final) al tiempo que se despide de nosotros. ¿Cómo ha resultado este último vuelo?



Un año después de los hechos de su antecesora, los cazadores de dragones hostigan a Isla Mema, que empieza a vivir una situación de sobrepoblación de dragones. Hipo trata de buscar una leyenda, un valle encantado una isla escondida y alejada del hombre donde todos puedan vivir en paz. Sin embargo, su camino es difícil y lleno de obstáculos. Entre ellos el peor villano al que se ha enfrentado la película que es Melendi el cazador de dragones Grimmel. Por si fuera poco, Desdentao descubre que no es el único Furia Nocturna vivo, sino que hay otra. Y sus hormonas se desatan.

I'm sexy and I know it

La mayor queja que tengo hacia esta entrega es que parece un epílogo largo de su predecesora para unirlo al final, que es lo mejor de la cinta. El intento de Hipo de que la forma de vida de Isla Mema se exporte al resto del mundo ha fracasado por el miedo y la codicia del hombre y solo queda la huida de su tierra natal. Al final tenemos una formula algo repetitiva en la franquicia, donde un cazador de dragones - con menos carisma del que debería - orquesta un plan sin sentido para cazar a Desdentao.

Y aún así, la historia consigue atrapar. Uno quiere seguir viviendo aventuras con Hipo, Desdentao, Astrid y compañía. Ahora  les vemos maduros, listos para la vida adulta y tienen un pueblo que liderar o una relación amorosa que cuidar y en la que apoyarse. El intento de cortejo de Desdentao a su nuevo y níveo amor es realmente adorable y divertido. Hipo vuelve a reencontrarse consigo mismo (aunque eso se supone que lo hizo en su segunda entrega), Astrid recupera un poco más de protagonismo, los personajes secundarios tienen sus momentos a pesar de que el número ya es difícil de manejar. Eso si, cierta  trama de la madre de Hipo y uno de los jóvenes dragones podría no existir y todos saldríamos ganando.

Una familia como otra cualquiera

Pero a fin de cuentas, todo esto va de Hipo y Desdentao. De como se conocieron, de como se forjó su amistad y como crecieron juntos hasta convertirse en los líderes de su especie. Es inevitable hacer comparaciones con nuestros tiempos actuales de intolerancia con la película. Y ella decide ser valiente y no dar solo una imagen bonita y positiva, sino también dejar un reguero amargo inevitable. No hace tanto comparé en Twiter la primera entrega con el videojuego The Last Guardian donde un niño y un monstruo gigante se conocen y colaboran juntos hasta que surge la amistad. Pues, en la tercera entrega se puede hacer también paralelismos dramáticos entre ambos finales -siendo distintos entre si - y llegar a la conclusión de que se puede llegar a establecer lazos entre la diferencia, pero el mundo y la sociedad no lo ponen fácil, como si crearan una barrera totalmente artificial entre ellos. Sin embargo, queda claro que siempre se pueden romper.

La saga siempre ha alcanzado la excelencia en animación y la acción. Aquí no es menos, de hecho el desarrollo y la evolución son increíbles en todos los aspectos, creando un mundo fascinante y lleno de belleza. Y por supuesto la acción no se descuida, capaz de atraparnos en la epicidad de su relato. El buen hacer de Dean DeBlois es encomiable en todos sus aspectos, incluyendo el de guión. Por otro lado, la banda sonora de John Powell que rueda a gran nivel en toda la saga.



Y ahora que todo ha acabado. ¿Qué nos queda? Uno se siente raro sin una secuela a la vista. Es un mundo que ha cerrado el círculo y ha vuelto a desvanecerse en el mar de la ficción. Solo queda el recuerdo en nuestras rutinarias vidas reales. Pero que recuerdo. Y lo mejor de los recuerdos es que siempre están ahí para volver. Porque siempre volveremos a desear cabalgar a lomos de un dragón.

(Eso si, huid del doblaje de Melendi)

Ni olvido ni perdón

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