domingo, 23 de agosto de 2015

El último lobo (2015)


Mao dice que para enfrentarse mejor al enemigo antes hay que conocerlo bien

Que Jean-Jacques Annaud, uno de los directores más importantes del cine francés, tiene una obsesión con el mensaje animalista, es algo más que patente. En su obra (El oso, Dos hermanos…) abundan las referencias (visuales más que verbales) a este mundo animal más humano que el humano, y que se basa en imágenes, no en palabras.

Eso es algo muy reflejado en esta última cinta de coproducción franco-china donde, con tintes que recuerdan a la ya mítica En busca del fuego, Annaud construye un drama tan humano como lobuno. Chen Zen es un estudiante de Pekín que en la China de Mao es enviado a convivir entre pastores nómadas de Mongolia, donde aprenderá a respetar y a temer al lobo, un enemigo noble y misterioso que le producirá tanta fascinación como para adoptar y cuidar a una cría abandonada.

A pesar de cierta ingenuidad en el planteamiento del guión, y de un 3D que aporta espectacularidad pero no calidad narrativa, el director francés crea un drama aventurero de dimensiones épicas entre la amistad y la supervivencia, acercando la vida del lobo al espectador con pulso firme. También hay cabida para esa crítica al progreso frente a la tradición, en un mensaje tópico pero no pasado de moda, donde se abandona, ahí sí, la ingenuidad en favor de la condena de los errores de la humanidad.

Las actuaciones humanas son ejemplares (mejor dicho, las interpretaciones; no eran pocos los momentos donde me daban ganas, como animalista y ecologista, de aporrear a Chen Zen en la cabeza con mucha fuerza), si bien quedan eclipsadas por el retrato de los animales, verdaderos protagonistas de la cinta, y de un paisaje y una forma de vida que son espejo claro de los personajes construidos. 

Además, Annaud acierta con un inmenso apartado visual y sonoro, quizás un tanto inflado (debido a la carísima producción de la película en las estepas de Mongolia), pero que no por ello pierde en ningún momento fuerza o encanto.

Por enésima vez (que no última), la humanidad animalista del francés arropa y abraza al espectador. Entretiene, conmueve, y maravilla. Con el hombre, y, con el lobo.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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¿Tengo que ver esto?: Es una historia bella, con un mensaje muy marcado. Si buscas acción o aventura a raudales, te equivocas de cinta. Ahora, si buscas la belleza de la helada Mongolia y el lobo estepario (el de Hesse no, el otro), esta es tu película.

¿Cuál es el mejor momento?: La escena en la que se ve a los lobos atacando y rodeando a su presa quita el aliento. Y el cómo se construye la relación entre Chen Zen y su amigo no-humano también.

¿Dónde debería ver esto?: En Siberia. Ahí, con la calor.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: Para ser sincero, de Annaud solo he visto El nombre de la rosa y Enemigo a las puertas, que son fantásticas y nada tienen que ver. La gente recomienda en esta línea Siete años en el Tibet, pero creo que solo por la polémica y porque salen chinos. Su El oso puede ser una buena opción, y en esta línea de relaciones humanas-animales peculiares también pueden estar bien… No sé. Me he quedado en blanco. ¿Hachi-kô Monogatari? ¿Bailando con lobos? ¿Colmillo blanco? ¿Soy Leyenda? ¿Ted? ¿La tumba de las luciérnagas? Yo que sé, tirad de imaginación, no seáis vagos.

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P.D: como curiosidad, la banda sonora corre a cargo del recientemente fallecido James Horner, y fue la última película que se estrenó con su trabajo mientras él vivía (dejando de lado documentales y estrenos póstumos, quiero decir).

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