“¿Quién nos tomará en serio cuando estemos tan lejos de nosotros?“
Es curioso que me esté llevando gratas sorpresas entre películas que no han tenido mucho bombo en los Oscar salvo en alguna categoría particular. Ya me pasó con Perdida, me huelo lo mismo con Foxcatcher y lo corroboro tras haber visto la sencilla pero a la vez rompedora Siempre Alice, cinta basada en la novela homónima de Lisa Genova en la que, al igual que en La teoría del todo, todo el peso de las emociones y de la grandeza recae en las impecables interpretaciones de sus protagonistas.
Muchos la han rehuído tras el esperpento de Blue Jasmine el año pasado (Cate Blanchett se merecía la estatuilla, sí, pero la película era un título mediocre), porque para ver historias depresivas en forma de truños vacíos y simplones, mejor gastar el dinero en otra cosa. He aquí algo en lo que gana el largometraje protagonizado por Julianne Moore. Cierto, nos vuelve a contar una historia acerca de una enfermedad, una terrible enfermedad, y sus terribles consecuencias, pero no busca en ningún momento censurar o tapar ninguna verdad, edulcorando o fantaseando con recuperaciones milagro o en lemas tópicos tipo "la vida es maravillosa", "tomarse las cosas con humor siempre ayuda". Esto es alzheimer en estado puro, y duele. Duele mucho.
Quizás gana más por el hecho de que el personaje que encarna Moore apenas tiene los 50 recién cumplidos y le detectan la más rara y funesta variación de la enfermedad imaginable. La interpretación de la pelirroja impresiona en un grado sumo, porque lo que vemos es una degradación en todos los aspectos tanto física como psicológica. Una realidad que se nos muestra de forma terriblemente natural, mostrándonos punto por punto todas las fases del olvido, así como los problemas familiares y profesionales y una vida que se marchita ante nuestros ojos con todo lujo de detalle.
Me sorprende para bien, por otro lado, que Kristen Stewart y ¡Alec Baldwin! sigan con vida y aún sean capaces de dar lo mínimo para que se les tenga en cuenta en el mundillo de Hollywood. Ambos hacen de teloneros (junto con Kate Bosworth y Hunter Parrish) bastante fiables y correctos, dejando a Moore todo el protagonismo, y eso se nota en las escenas donde intentamos ser partícipes de sus personalidades, bastante nulas y sin apenas desarrollo. Pero teniendo en cuenta que son quienes son, no sé si eso es bueno o malo, la verdad...
Al estar ante una cinta de escaso presupuesto comparada con el resto de la filmografía de estos Oscar (apenas unos 5.000.000 de dólares), tampoco se le puede pedir mucho en su apartado técnico, con un manejo loable de los planos y las situaciones y una música que ambienta y sabe tocar la fibra si quiere, que permiten sacar lo mejor de la prota. Una prota que, vuelvo a repetir, está excelsa.
Porque no sólo es capaz de conmover y de hacerte sentir una pena extrema por toda persona que esté teniendo que pasar por tan terrible proceso, sino porque encarna a un ser humano inteligente y con carisma, que ve como toda su vida se va diluyendo cual azucarillo con el paso del tiempo, cosa que afecta a sus seres más queridos y a su cada vez más baja autoestima.
Y si crees que la película no sabe dar donde requiere, recomiendo verla y admirar algunas de las últimas escenas, especialmente una tan desgarradora y a la vez irónica que deja al espectador con un nudo en la garganta. Aunque llegado a este punto también he de añadir que verse la cinta estando de buen humor podría estropearle el día a alguien... no porque sea mala, ni mucho menos, sino porque su crudeza sin tapujos deprime fácilmente.
De forma que, partiendo de la base de que Siempre Alice no busca pasar a la Historia ni pavonearse entre los críticos por su grandeza, sí que consigue absolutamente todo lo que se propone: romper el corazón del espectador, impresionarlo gracias a la actuación de Julianne Moore y concienciarlo de forma contundente ante una enfermedad que los medios ignoran medianamente en favor de otras (cáncer, ébola, etc.), pero que sigue siendo igual de importante y merece nuestra atención.
Y antes de que digáis nada, sí: se han hecho tropecientas pelis que hablan sobre los problemas del alzheimer, pero no creo que nadie haya encarnado mejor ese dolor que Moore. Oscar merecedísimo y bastante cantado, que espero ensalce a una grande entre las grandes, capaz de hacer de una película del montón un drama efectivo, sincero y que te dejará tocado una buena temporada.
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LO MEJOR: Julianne Moore, de matrícula de honor. Buen manejo de la historia a la hora de mostrar el drama de la enfermedad sin caer en clichés.
LO PEOR: los secundarios son simples, vacíos y podrían estar mejor desarrollados. Si quieres cine a lo grande, no esperes gran cosa, y si estás superando una depresión, mantente alejado de ella.
NOTA: 7,5/10. Siendo lo que es (una producción menor), consigue todo a lo que aspira. Un interesante, realista y doloroso título que te partirá el alma gracias al papelón de la protagonista, cuyo Oscar a Mejor actriz está cada vez más claro.
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Tráiler en castellano
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