-¿Todo? ¿Qué sentido tiene?
¿Qué carajo sé yo? Ni qué sabe nadie. Todos improvisamos, ¿sabes?
Lo bueno es que sientes cosas. Y tienes que aferrarte a eso.
Ya falta poco para los Oscars y hay que
hablar de la gran favorita de este año con permiso de Birdman. En
este blog nos faltaba la reseña a esta películca, a pesar de que ya
hemos hecho hablado de Whiplash, La Teoría del Todo, Imitation Game,
Siempre Alice, Cómo entrenar a tu dragón 2 o Big Hero 6. Con todos
ustedes, la que según Obama, al que le doran un poco la píldora, es
la mejor película de 2014.
La juventud es un tesoro precioso pero
solo cuando la vives no sabes lo problemática que puede llegar a
ser. Ha sido un tema recurrente tanto en literatura con El
Guardián entre el Centeno de Sallinger o Tokio Blues de
Haruki Murakami; como en el cine con Rebelde sin Causa o El indomable
Will Hunting por poner un par de ejemplos.
Pero nunca se ha sido tan ambicioso
como Richard Linklater en Boyhood. El norteamericano se dedicó
durante 12 años a grabar a un niño y ver como crecía. Poca gente
ha sido tan escrupulosa en el examen y estudio del paso de un imberbe
infante a un joven universitario.
Apenas hay trama. Es solo como Mason
(Ellar Coltrane) se muda, sufre a un par de padrastros borrachos,
sufre desengaños amorosos, aguanta a una hermana pesada, gana un
premio de fotografía y se va de conciertos con su padre que es la
hostia.
Todo esto podría ser algo soso o
estúpidamente pretencioso. Pero en esta sencillez está la magia de
la película. Son acontecimientos tan familiares, ya sea por
experiencias propias o por verlo en nuestro ambiente, que los hacemos
nuestros. Nos identificamos con Mason, porque todos somos Mason,
todos tenemos algo que ver con Mason. Hemos vivido cortes de pelo
horribles o hemos ido al cine a ver Harry Potter.
No solo está Mason. Patricia Arquette
apunta a la clara ganadora del Oscar a mejor actriz de reparto por
este papel. Un trabajo muy solido donde la vemos como envejece sin
tapujos. De hecho no podía identificarla al final de Boyhood con la
jovencita de Amor a quemarropa. Sin embargo, el que de verdad brilla
en este film es Ethan Hawke, que interpreta a un padre carismático y
molón. Músico, bohemio, crítico de Bush y además te invita al
beisbol y a los bolos. Lo tiene todo para ser un padre guay. Pero lo
mejor es que aún así consigue formar parte en la educación
espiritual de su hijo, como se ve en su maravilloso discurso cuando
consuela a su hijo tras su primera ruptura:
“Lo que trato de decirte es que yo
creo en ti, Mason. Pienso que eres alguien especial, y si alguna
chica no lo ve, que le jodan”
Linklater hace un
gran trabajo de dirección, consiguiendo un montaje milagroso en el
que no se pierde la coherencia de estilo en ningún momento a pesar
de las continuas elipsis. Con un estilo de dirección clásico
consigue capturar los momentos que son quienes nos marcan, como bien
dicen en la escena final.
¿Debería
verla?: Indudablemente sí.
Mejor
escena: Cualquier momento de
Ethan Hawke.
¿Dónde
debería verla?: En
tu casa, rodeado de tus juguetes de Toy Story.
Y
cuando Mason crezca, sabes que te tienes que separar de ellos.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: No hay nada comparable a esta
ambiciosa y a la vez humilde obra.
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