viernes, 13 de febrero de 2015

Boyhood (2014)



-¿Todo? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué carajo sé yo? Ni qué sabe nadie. Todos improvisamos, ¿sabes? Lo bueno es que sientes cosas. Y tienes que aferrarte a eso.

Ya falta poco para los Oscars y hay que hablar de la gran favorita de este año con permiso de Birdman. En este blog nos faltaba la reseña a esta películca, a pesar de que ya hemos hecho hablado de Whiplash, La Teoría del Todo, Imitation Game, Siempre Alice, Cómo entrenar a tu dragón 2 o Big Hero 6. Con todos ustedes, la que según Obama, al que le doran un poco la píldora, es la mejor película de 2014.

La juventud es un tesoro precioso pero solo cuando la vives no sabes lo problemática que puede llegar a ser. Ha sido un tema recurrente tanto en literatura con El Guardián entre el Centeno de Sallinger o Tokio Blues de Haruki Murakami; como en el cine con Rebelde sin Causa o El indomable Will Hunting por poner un par de ejemplos. 


Pero nunca se ha sido tan ambicioso como Richard Linklater en Boyhood. El norteamericano se dedicó durante 12 años a grabar a un niño y ver como crecía. Poca gente ha sido tan escrupulosa en el examen y estudio del paso de un imberbe infante a un joven universitario.



Apenas hay trama. Es solo como Mason (Ellar Coltrane) se muda, sufre a un par de padrastros borrachos, sufre desengaños amorosos, aguanta a una hermana pesada, gana un premio de fotografía y se va de conciertos con su padre que es la hostia.

Todo esto podría ser algo soso o estúpidamente pretencioso. Pero en esta sencillez está la magia de la película. Son acontecimientos tan familiares, ya sea por experiencias propias o por verlo en nuestro ambiente, que los hacemos nuestros. Nos identificamos con Mason, porque todos somos Mason, todos tenemos algo que ver con Mason. Hemos vivido cortes de pelo horribles o hemos ido al cine a ver Harry Potter.



No solo está Mason. Patricia Arquette apunta a la clara ganadora del Oscar a mejor actriz de reparto por este papel. Un trabajo muy solido donde la vemos como envejece sin tapujos. De hecho no podía identificarla al final de Boyhood con la jovencita de Amor a quemarropa. Sin embargo, el que de verdad brilla en este film es Ethan Hawke, que interpreta a un padre carismático y molón. Músico, bohemio, crítico de Bush y además te invita al beisbol y a los bolos. Lo tiene todo para ser un padre guay. Pero lo mejor es que aún así consigue formar parte en la educación espiritual de su hijo, como se ve en su maravilloso discurso cuando consuela a su hijo tras su primera ruptura:

Lo que trato de decirte es que yo creo en ti, Mason. Pienso que eres alguien especial, y si alguna chica no lo ve, que le jodan”

Linklater hace un gran trabajo de dirección, consiguiendo un montaje milagroso en el que no se pierde la coherencia de estilo en ningún momento a pesar de las continuas elipsis. Con un estilo de dirección clásico consigue capturar los momentos que son quienes nos marcan, como bien dicen en la escena final.

¿Debería verla?: Indudablemente sí.

Mejor escena: Cualquier momento de Ethan Hawke.

¿Dónde debería verla?: En tu casa, rodeado de tus juguetes de Toy Story. Y cuando Mason crezca, sabes que te tienes que separar de ellos.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: No hay nada comparable a esta ambiciosa y a la vez humilde obra.

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