jueves, 5 de abril de 2012

Ciudadano Kane (1941)



No puede existir un blog de cine sin hacer una crítica de la cinta por excelencia que una gran mayoría de los críticos (incluyendo la lista del American Film Institute de las 100 Mejores Películas de la Historia) consideran la mejor obra del séptimo arte; la ópera primera de un joven Orson Welles: Ciudadano Kane.

En 1938, con solo 23 años, el señor Welles ya había conseguido lo que se convertiría en un ejemplo mítico del poder de los medios sobre la opinión pública: la controvertida adaptación radiofónica de La guerra de los mundos de H. G. Wells. Poco después, decide dedicarse al cine, y convence para ello ni más ni menos que al mítico guionista Herman J. Mankiewicz (hermano de Joseph L. Mankievicz, director de Eva al desnudo o una magnífica adaptación del Julius Caesar de Shakespeare). Y el resultado de tal colaboración sería legendario: una historia basada en la vida del magnate de la prensa William Randolph Hearst, ganadora del Óscar a mejor guión original (y nominada a otros ocho que, se rumorea, perdió precisamente por la oposición de Hearst, que prohibió la película en todos sus cines).

La película compagina la vida de Hearst con detalles autobiográficos del propio Welles (así como del empresario Samuel Insull) para crear una historia de ambición, búsqueda del poder, gloria, decadencia y arrepentimiento. De todo un poco al más puro estilo de las tragedias griegas.

El protagonista es Charles Foster Kane, un magnate de la prensa que ha conseguido todo en su vida, pero que al morir sólo murmura una palabra: “Rosebud”. A la búsqueda del significado de la palabra se lanza el periodista Jerry Thompson, creyendo que tras ella se oculta el sentido de toda la vida de Kane, aunque como concluyen al final, “toda una vida no se puede explicar con una sola palabra”.

Desde un punto de vista puramente técnico, la película es una gozada. El blanco y negro le favorece mucho al estilo de la película (de hecho, como regla general, a cualquier biopic le favorece… No hay más que ver Buenas noches y buena suerte, de Clooney), aunque sea casi obligado porque a principios de los 40 todavía quedarían unos años para que el color se impusiese de forma unánime en el cine (aunque algunas cosillas ya existían). Desde la primera escena, la película ya es de una innovación espectacular; de hecho, ese se considera su gran logro, pues se dice que cambió la forma de hacer cine. Un plano paisaje de Xanadú, el palacio de Kane, va acercándose al edificio, para luego dar paso a una narración de la vida del magnate al estilo documental. Cuando éste termina, descubrimos que el documental está preparado por un grupo de periodistas, a raíz de la reciente muerte de Kane. Desde entonces, y en la búsqueda del significado de “Rosebud” (por cierto, a partir de aquí puede que haya spoilers) se van sucediendo las entrevistas a diversas personas que han formado parte de la vida de Kane, y que desgranan sus recuerdos en forma de flashbacks maravillosos intercalados entre la investigación de Thompson (al que por cierto, apenas se ve el rostro en ningún momento de la película). Según vamos siendo testigos de la vida de Kane vemos que es un hombre con una infancia un tanto traumática y una personalidad arrolladora y tortuosa, que consigue todo lo que quiere. En la búsqueda del poder y de satisfacer sus propios deseos no se detiene ante nada ni ante nadie, ejemplo que imitan sus enemigos. Las referencias a Hearst (aparte de las ya mencionadas autobiográficas de Welles) son continuas: por ejemplo, en el hecho de que Kane impulsa una guerra que realmente no existía, con la frase “dile que me dé un titular; ya le daré yo la guerra” (algo similar había hecho Hearst con la Guerra de Cuba); en el afán coleccionista del protagonista, o en el divorcio de su primera mujer y posterior matrimonio con una cantante de ópera cuya carrera intentaría impulsar a toda costa. Por otra parte, con respecto al término “Rosebud”, aunque no se conoce a qué hace referencia exactamente, algunos estudiosos (Gore Vidal, Roger Ebert) proponen que es el sobrenombre que Hearst utilizaba con su amante. Desde luego, las referencias no son precisamente sutiles.

Por otra parte, el final de la película es maravilloso, con el resultado infructuoso de la búsqueda del término “Rosebud”, que finalmente se nos muestra en el último plano: no es ni más ni menos que el trineo que había perdido Kane cuando tuvo que separarse de sus padres, que acaba, como todos los objetos que pueblan el mausoleo de Xanadú, siendo pasto de las llamas. La película hace una reflexión bastante importante de lo que supone triunfar en la vida, y también el precio que tiene esto, pero también es un maravilloso análisis del ejercicio del periodismo, la honradez y la manipulación pública.

Y sin embargo, me vais a perdonar si le busco críticas a la película. Porque yo soy de los que no la consideran, ni mucho menos, la mejor película de la historia. Se me ocurren varias que la superan, empezando por Casablanca y El Padrino, que siempre están detrás de ella en las listas. A las interpretaciones de Ciudadano Kane (salvo a la de Orson Welles como el propio Kane, que es fabulosa) les falta profundidad y desarrollo, y los personajes parecen una mera excusa sin importancia para presentarnos la figura del protagonista. Además, el ritmo de la película es excesivamente largo, con escenas que se alargan hasta la saciedad y que convierten a una cinta magistral en algo bastante aburrido. Y que conste que no soy el único que lo dice: Ingmar Bergman opinaba que la película era un “auténtico coñazo”, y que Orson Welles era el “director más infinitamente sobrevalorado de la historia del cine”. Sin llegar a ser tan drástico, sí que me parece que Ciudadano Kane tiene más de obra revolucionaria que de buena película. O si lo preferís, tiene más de película técnicamente correcta que de historia bien contada y amena. El guión es maravilloso, sí, pero se desarrolla de una forma que le hace perder gran parte de su maestría. Se nota a las claras que es el trabajo de un director inexperto (en el sentido de que no tenía un bagaje de películas ya dirigidas a sus espaldas) que tiene mucho potencial y mucho talento, sí, pero que no sabe desarrollarlo todavía.

Dicho queda, después de este último párrafo poniéndola a parir, os permito sacrificarme a los dioses. Pero que quede bien clara mi opinión: es una gran película, pero muy sobrevalorada, y a la que nadie se atreve ya a criticar por su estatus de mito del cine.

Allez-y, mes ami!

Buenas tardes, y buena suerte.

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LO MEJOR: la técnica narrativa, por medio de flashbacks, es maravillosa. La fotografía también es brutal y, en general, la dirección es muy correcta. Y el final es increíble.

LO PEOR: como ya he dicho, la película es bastante, bastante aburrida. Y no es que no me guste el cine de la época, que me encanta (Casablanca me parece una película insuperable, sin ir más lejos); es que es una de las películas más lentas y pesadas que he visto en mi vida. Hasta los discos de Lou Reed entretienen más.

VALORACIÓN: 8,5/10. Es una valoración personal, y probablemente nadie esté de acuerdo con ella. De hecho, estoy seguro de que nadie lo estará (porque Bergman la habría suspendido, directamente). Pero me da igual, porque es mi opinión.

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Trailer Citizen Kane (en inglés... y un trailer un tanto raro, la verdad)

6 comentarios:

  1. Te has pasado con lo de Lou Reed...

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  2. ¿Me he pasado con Reed o con Welles? (con el segundo, espero xD)

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  3. Creo que es evidente que con Welles, que todavía no ha hecho ningún disco con Metallica (todo se andará)...

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  4. A mí no se me hizo larga ni pesada, tampoco le veo pegas a los actores, es cierto que se centra todo en el personaje principal, pero creo que la historia está concebida así, para que destaque él.

    De Welles también vi "Sed de mal" y fue otra película que me impresionó mucho.

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  5. Larga no, pero pesada sí que me parece, aunque quizás eso sea más apreciación mía. Por otra parte, los personajes, salvo Kane (y su amigo), son flojísimos, no tienen ni un solo matiz, y eso hace que las interpretaciones también sean muy vacías (no es culpa de los actores, sino de los personajes). El problema es que Welles pretendió que todos los personajes fueran una mera excusa para presentar a Kane, y eso me parece el mayor error de toda la película (puedes definir al protagonista de un biopic por medio de los demás personajes y que éstos sigan siendo buenos personajes... véase, por ejemplo, "En la cuerda floja").

    "Sed de mal" no la he visto, la verdad...

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