El horror...
Nos encontramos con un arco de diez años en el que que Hollywood no se atreve a sacar ninguna película ambientada directamente en Vietnam (Boinas Verdes, 1968; El Cazador, 1978). Además, en noviembre de 1976 resultó elegido presidente el demócrata Jimmy Carter, cuya actitud pacifista marcaría su política exterior: devolución del Canal de Panamá (1977), Acuerdos de Camp David (1978), y el acuerdo de limitación del armamento nuclear con la Unión Soviética, el denominado SALT II (1979).
Así pues, El Cazador (Michael Cimino, 1978) narra la historia de Michael (Robert de Niro), Steven
(John Savage) y Nick (Christopher Walken), tres jóvenes de procedencia lituana, que
trabajan en una fábrica de Clairton (Pensylvania). La boda de Steven con Angela (Rutanya
Alda) sirve a los protagonistas como fiesta de despedida antes de marchar a Vietnam.
Ya inmersos en el conflicto, los tres jóvenes son hechos prisioneros por el Vietcong. Una
de las escenas que más calado tuvieron en el imaginario colectivo de los aficionados al cine,
y no únicamente en los Estados Unidos, evoca cómo los vietnamitas les obligan a jugar a la
ruleta rusa. Gracias al coraje de Michael, los tres amigos consiguen escapar; sin embargo,
Steven pierde las piernas en la huida y Nick se vuelve loco poco tiempo después. Michael
se siente culpable de las desgracias de sus amigos, y además, la vida se le hace un poco más
complicada cuando se enamora de Linda (Meryl Streep), anterior prometida de Nick.
Javier Memba recoge lo siguiente al respecto de El Cazador:
“Mientras El Cazador se hacía con cinco estatuillas en la entrega de los Oscar de aquel año, en el
exterior varios manifestantes eran detenidos por mostrar su repulsa contra el film. No fue más que
la primera de las protestas que provocó el tratamiento que Cimino daba al Vietcong. Ya en el
Festival de Berlín de aquel mismo año, donde la cinta fue incluida en la sección informativa, su
proyección provocó la retirada de todos los países comunistas aduciendo que era una película
‘racista y ofensiva para el sufrido pueblo vietnamita’.”
Esta visión queda matizada y ampliada por el crítico americano Garret Chaffin-Quiray:
“[La película] ofrece una visión estrecha de hechos históricos y la experiencia de Vietnam
encauzada a través de individuos y sin prestar atención a un contexto social más amplio. La mayoría
de críticos piensan así, y citan la forma simplista, cuando no racista, en la que la película presenta a
los asiáticos. Otros se centran en el subtexto homosocial, incluso homosexual, sobre la clase
guerrera y su asimilación de la vida civil, interpretada como la esfera de influencia femenina. El
argumento puede expresarse de la forma más aguda, sin embargo, reconociendo que El Cazador fue
una de las primeras películas del cine estadounidense que se ocuparon de Vietnam”.
La película es el resultado del comienzo de la asimilación del conflicto en Vietnam por
parte de la sociedad americana. Si bien, dada la ambigüedad con la que la película trata el
patriotismo y su visión del enemigo vietnamita, no podemos hablar de una crítica al
conflicto al mismo nivel de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979). Sin embargo, en
efecto fue de las primeras que estudiaron el regreso del soldado estadounidense a casa.
Ciertamente, el film comparte esa temática con otro film de ese mismo año, El Regreso (Hal
Ashby, 1978), que plantea una perspectiva más optimista del retorno del combatiente que la
película de Cimino. La sociedad americana comienza la aceptación del conflicto en Vietnam
en base a la introspección, mirándose a sí misma y dirimiendo el destino de los jóvenes que
han sido enviados al sudeste asiático.
El siguiente paso de la aceptación del conflicto fue la culpabilidad ante el horror provocado
en Vietnam. Y sugerir que esta culpabilidad, uno de los motores de la alucinante Apocalypse
Now (Francis Ford Coppola, 1979), va únicamente ligada a la llegada a la presidencia del
pacifista Jimmy Carter en 1977, resulta muy reduccionista.
El espectacular film de Coppola tuvo uno de los rodajes más accidentados que se
recuerdan. Apocalypse Now tardó más de seis años en rodarse, en los que Martin Sheen
(protagonista del film junto a Marlon Brando) sufrió un ataque al corazón, el presupuesto
para la película se sobrepasó ampliamente, un huracán destruyó buena parte de los
decorados y, por si fuera poco, la filmación de la película por poco rompe la familia de
Francis Ford Coppola.
Ni se os ocurra ver la versión Redux. Tiene más relleno que Oliver y Benji. |
No resulta fácil plantear una sinopsis de Apocalypse Now. El Capitán Willard (Martin Sheen)
es requerido por sus superiores en Saigón mientras él tiene pesadillas con una jungla que está siendo quemada y asolada por las bombas. Willard debe encontrar y matar al
enloquecido coronel Kurtz (Marlon Brando) de los Boinas Verdes, oscuro contrapunto del
coronel Kirby de John Wayne, que apoyado por una tribu local que lo venera como un
dios, ha emprendido su propia lucha contra el Vietcong.
El capitán Willard deberá remontar un río hasta llegar a Camboya, donde se supone que
está localizado el coronel Kurtz. Sin embargo, el camino emprendido por Willard será una
sucesión de secuencias que recorren una espiral descendente hasta llegar al “horror”
descrito por Kurtz.
Algunas de esas secuencias, cada vez más lisérgicas y delirantes, son historia viva del cine.
Por ejemplo, antes de llegar al río que les introducirá en Camboya, la patrullera de Willard
debe de ser aerotransportada por un regimiento del séptimo de caballería comandado por el
coronel Kilgore (Robert Duvall), conocido por su frase en el film: “Me gusta el olor a
napalm por la mañana, es el olor de la victoria”.
Los caballos del célebre regimiento han pasado a ser helicópteros, y las trompetas han sido
sustituidas por una serie de equipos estéreo que reproducen a todo volumen La cabalgata de
las Valquirias de Wagner, mientras efectúan un brutal bombardeo sobre las posiciones de
un pueblo supuestamente controlado por el Vietcong.
Javier Memba hace hincapié en la originalidad de la experiencia que brinda el film:
“Concebida a modo de una experiencia alucinógena (...), Apocalypse Now es la más realista de
las primeras cintas basadas en la guerra de Vietnam precisamente por eso. Aquel conflicto
no se libró con los himnos, sino bajo los efectos de las drogas y a ritmo de los Rolling
Stones y The Doors”.
Después de haber combatido al Vietcong en un puente, y haber asistido a un esperpéntico
espectáculo en el que las modelos de la revista Playboy trataban de elevar la moral de
combate de las tropas (las denominadas “conejitas” se ven obligadas a escapar en
helicóptero poco después de terminar el espectáculo para evitar que los soldados, ávidos de
sexo, se abalanzaran sobre ellas), el capitán Willard da con el enclave del coronel Kurtz.
Amenazante y oscuro, el personaje de Kurtz es hijo de su tiempo |
Una serie de cadáveres decapitados y el incoherente fotógrafo encarnado por Dennis
Hopper abren la última sección de la película, que amparada bajo la imponente encarnación
de Marlon Brando, se convierte en una búsqueda filosófica de una solución para los
problemas de la locura, la maldad y, en palabras del coronel Kurtz, “el horror”.
El capitán Willard trata de entender los motivos y la compleja psique del coronel Kurtz,
llegándose a cuestionar las órdenes de matar al antiguo coronel de los Boinas Verdes. El final, impactante y sobrecogedor, recoge de forma muy clara la psicodelia y el horror que caracterizaron el conflicto vietnamita.
Apocalypse Now es una ventana a la devastación y a la psicodelia que definieron la Guerra de
Vietnam, una cinta que revela de qué modo, una vez aceptado el conflicto, la sociedad
americana se horroriza ante lo que ha hecho su país en el sudeste asiático, lo que deriva en
un sentimiento de culpabilidad. Este sentimiento quedó en sintonía con la política pacifista
que desarrollaría Jimmy Carter. Sin embargo, la posterior llegada al poder de Ronald Reagan cambiaría por completo el paradigma social estadounidense...
REFERENCIAS
Memba, J. (2008). Historia del cine universal Madrid: T & B Editores
Chaffin-Quiray, G. “El Cazador (1978). The Deer Hunter”, pgs. 642-643. Schneider, S.J. (coordinador). 1001 películas que hay que ver antes de morir (2007). Barcelona: Grijalbo, Grupo Editorial Random House Mondadori
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