No sé como voy a
vivir el resto de mi vida conmigo mismo si no me mantengo firme en lo
que creo.
Vuelve
Mel Gibson a la cartelera tras un ostracismo donde ha sido más
conocido por sus borracheras, sus enfrentamientos y su racismo. Más
allá de su participación en Los
Mercenarios III o
Machete Kills apenas había aparecido en la cartelera y su última película dirigida databa de 2006. Sin embargo, ha vuelto en
plena forma y con el aplauso de la crítica con Hasta
el último hombre (Hacksaw Ridge).
Centrándonos
en su papel tras las cámaras hay que reconocer su buen hacer. Ya
ganó en su mejor momento un Oscar a mejor director por Braveheart, también galardonada a mejor película.
Si algo se puede decir de su cine es que no deja a nadie indiferente
y que siente una atracción por la violencia más dura y sangrienta
como se pueden ver en las decapitaciones de Braveheart,
los sacrificios humanos de
Apocalypto
y sobre todo en su polémica representación de La
Pasión de Cristo, que es ver una entrega de la saga Saw protagonizada por Jesús. Su última película sigue esta senda de
redención a través de la violencia.
Antes
de eso Doss tiene que sufrir las burlas de sus compañeros que le
acusan de cobardía y juicios militares debido a su indisciplina. Eso
no quebró su firme de voluntad de luchar por los suyos en la
contienda, ni tampoco sus ideales en los que no debía matar a ningún
semejante.
La
película supuestamente es pacifista por los ideales de Desmond como por la
crueldad con la que muestra Mel Gibson la guerra. Es un film
que habla sobre luchar por los tuyos sin causar daño al resto,
aunque sea tu enemigo; de como ser un héroe sin
disparar un solo tiro. Pero a la vez enaltece a la violencia como catarsis, como verdadera naturaleza del hombre.
La
película se estructura en tres partes. Una inicial en la que se centra en la vida como civil del protagonista. Somos testigos de su relación con la religión, su
tormentosa relación con su padre que es un veterano de la Primera
Guerra Mundial y su enamoramiento con una joven enfermera. El inicio es flojo, previsible y abusa del melodrama, con partes realmente
insoportables. Afortunadamente va remontando en la segunda
parte en el que es adiestrado y humillado por sus creencias hasta un
juicio militar. En esta parte se incluyen muchos guiños, con
planos similares, a la primera mitad de La
Chaqueta Metálica.
Bastante
más disfrutable es la parte bélica, la parte del asalto a Okinawa.
Aquí Mel Gibson nos descubre como es él en realidad y rueda una de
las grandes secuencias de acción de la historia del cine, capaz de
mirar a los ojos al inicio de Salvar al Soldado Ryan. Pero no se
queda en un intercambio terrible de balas, sino que la misión
suicida del joven Doss es rodada con suspense, violencia y el drama
necesario para un gran final.
Mel
Gibson es exagerado. Tanto en su mensaje religioso que está presente
en su primera mitad, como en la violencia como narrador. La narración es bastante fuerte, remarcando lo que busca transmitirnos. La segunda parte es realmente gloriosa. Mel Gibson
en estado puro. Incluso te mete de forma gratuita el suicidio por
Seppuku de un japonés. Pero uno ya está en la vorágine en la que
se incluyen cuerpos quemados, vísceras o ratas
devorando hombres. Todo un espectáculo.
Por
su parte, el guión es de manual, sin sorpresas y con ciertos toques
de telefilm o del Diario de Noah. Lo firman Robert
Schenkkan y Andrew Knight
con cierto aire clásico, o mejor dicho rancio, con un manejo maníqueo de
los personajes, especialmente en la demonización de los japoneses a
pesar de un intento final de tratarlos como hombres de honor, posiblemente se lo tengamos que agradecer más a Gibson que a los guionistas. La verdad es que se agradece y se
nota cuando el veterano actor de películas como Gallipolli
coge el timón en el argumento.
Andrew
Garfield se muestra convincente en su papel. Tanto como el joven ñoño
y religioso, como el hombre valiente que no ceja su empeño de salvar
a uno más de sus compañeros. Después de ser el fallido Spiderman,
este año tiene la oportunidad de consolidar su carrera con este
papel y el de Silencio
de
Martin Scorsese. Hugo Weaving hace una gran interpretación como su
padre, con más matices de lo que podemos prever al inicio. Teresa
Palmer tiene un papel muy soso como la novia de Doss. Los compañeros
en el ejército están correctos, en especial Vince Vaughn como
sargento.
Otro
aspecto de la película a destacar es el estilo de acción, con
influencias a la hora de rodarlas de Mad Max
de George Miller, sin excesivos efectos digitales quitando el fuego y algun detalle más. Todo elemento tanto visual en la fotografía -hay
una gran diferencia entre los colores usados en las dos mitades de la
película - como musical - con una gran banda sonora que es
protagonista sobre todo en el final – está hecho para enfatizar
ese mensaje de redención a través del infierno de la violencia, lo
que nos hace preguntarnos si realmente es un film pacifista o no.
Mel
Gibson no gustará a unos, ya sea como persona o por sus excesos
violentos como director. Pero no hay que dudar de su talento como
cineasta y de su visión personal de la vida. Una película que
contiene una de las más impactantes secuencias bélicas del cine, y
ya solo por ello merece la pena ser vista, gustándome – con sus
cosas – el resultado final.
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¿Tengo
que ver esto?: Si eres capaz de
sobrevivir al sadismo de Mel Gibson y a la primera mitad pastelosa,
sí. Especialmente si eres fan del cine bélico.
¿Cuál
es el mejor momento?: La batalla
¿Dónde
debería ver esto?: En una
trinchera con este disco de fondo.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: Salvar
al Soldado Ryan es el
ejemplo más claro como historia bélica. Como mensaje religioso
violento tiene muchos puntos en común con La
Pasión de Cristo del
mismo Mel Gibson. Otra película similar puede ser Invencible dirigida por Angelina Jolie.
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