Me
niego a seguir poniendo paños calientes
Ya sabíamos
que la decepción del primer día se evaporaría en poco tiempo. Al
día siguiente pudimos comprobar que no nos equivocamos gracias a la
grata impresión que nos dejaron los dos largometrajes que pudimos
disfrutar ayer. Ambas eran películas muy sólidas y con una amplia
crítica social, ya sea hacia al cuerpo de policía o la justicia de
menores.
Empezaremos
a hablar de Cuando Fuimos
Reyes, dirigida por Philipp
Leinemann, que oposita a ser la mejor película del festival. Es un
thriller policial que denuncia la corrupción y la excesiva libertad
de acción que disfrutan las fuerzas especiales de la policía. Todos
los problemas comienzan en un asalto a un apartamento y se
intensifican cuando dos de los policías mueren y buscan a los
culpables.
La acción
es protagonista y cuenta con un gran número de peleas y asaltos, que
se reflejan con crudeza y sin paños calientes. Es una película que
no tiene tapujos ni para la crítica ni para mostrar la violencia.
La
dirección es muy notable y el ritmo es bueno. El guión es sólido
en todo momento y consigue controlar bien toda la película excepto
por algunos puntos puntuales que son algo farragosos. Pero a parte de
esas excepciones, consigue dar sentido a todas las subtramas y
concluirlas con éxito. El ritmo es excelente y la oscura
ambientación de la ciudad me parece magnífica.
La otra
película es El Fin de la
Paciencia de Christian Wagner.
Se inspira en un hecho real, la trágica muerte de una juez de
menores, Corinna Kleist, que se había hecho famosa por la dedicación
que profesaba a su trabajo y su petición de que la justicia fuese
más dura, eficaz y rápida.
La película
no es brillante pero sí muy sólida. La dirección consigue
mostrarnos tanto a la protagonista encarnada por una excelente
Martina Gedeck, la misma actriz de La
vida de los otros, como
al barrio berlinés de Neukölln, uno de los más conflictivos de la
capital alemana conocido por la fuerte presencia de la comunidad
árabe.
Tras
el suicidio de una chica en los juzgados, la juez vuelve de su año
sabático con intención de implantar un programa de prevención. La
película se centra en la actuación de la juez con el miembro más
pequeño de uno de los clanes árabes más peligrosos e influyentes
de Alemania.
La
dirección es muy sólida y refleja a la perfección la dureza de las
calles. El guión funciona a la perfección y el resto de personajes
que orbitan alrededor de Corinna Kleist cumplen a la perfección. De
ella destacaría la dureza del último tercio donde hay hasta una
violación infantil y su juicio posterior.
En
conclusión, el segundo día del festival ha superado ampliamente las
expectativas con dos obras bastantes notables que no tienen reparos
de criticar la sociedad contemporánea alemana.
¿Tengo
que verlas?:
Estas sí que las recomiendo. Sobre todo Cuando
fuimos reyes.
¿Cuál
es el mejor momento?:
En caso de la película de Wagner sería el juicio por la violación.
En la otra lo mejor son las escenas de acción cercanas al final.
¿Dónde
debería verlas?:
Ambas deberían ser vistas en un barrio marginal, mientras el resto
de la gente roba o se da de leches.
Me
han gustado, ¿dónde hay más?: Cuando
Fuimos Reyes
se asemeja mucho a las películas de Alberto Rodríguez como Siete
Vírgenes
o El Grupo 7.
En cambio, El fin de la
Paciencia me
recuerda vagamente a películas sobre alumnos rebeldes como
Escritores de la
libertad.
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