Siempre
se dice que a Leonardo Di Caprio le falta un Oscar, especialmente desde el
año pasado tras ver como su actuación en El Lobo de Wall Street se iba de vacío.
Sin embargo, hay casos más sangrantes. Uno de ellos es el de Joaquin
Phoenix. Tres nominaciones: por Gladiator, Walk the line y
Master. Ninguna estatuilla. Por Her ni siquiera fue nominado y
este año tampoco por El Sueño de Ellis. Para mí, esto es un
escándalo mucho mayor del de DiCaprio.
En
esta ocasión le acompaña Marion Coutillard, que sí fue nominada a
mejor actriz. La francesa encarna a una inmigrante polaca llamada Ewa
en Nueva York durante los años 20 que huya de una Europa devastada por la guerra. Sin embargo, su hermana Magda
enferma y se queda internada en el hospital de la isla de Ellis. Desesperada, cae en manos de
Bruno (Joaquin Phoenix) que la sacará de ahí y la acogerá. Pero no
es un alma caricativa, ya que la obliga a trabajar en teatros
eróticos y a prostituirse, mientras sufre el acoso de su patrón,
que se ha enamorado de ella de una manera insana.
La obra se basa en la esperanza y la fe. Son los dos pilares en los que se apoya Ewa. Ella pierde su dignidad y su ganas de vivir. Hasta que llega Orlando (Jeremy Renner), el primo de Bruno que es un ilusionista que desata los celos del otro protagonista. Él es la otra cara de la moneda. Calmado, divertido y siempre buscando la luz que guie el camino. En su primera actuación dice al público, en el que se incluye Ewa, que él tiene fe en su magia y por ello todos sus trucos funcionan.
Las
actuaciones son muy notables, pero destaca el cruel y a a la vez apasionado y
protector Bruno. Es un personaje con muchos matices que desembocan en su monologo final que es desgarrador donde todas esas aristas salen a la
luz. Es la actuación más meritoria, aunque la de sus dos
compañeros no le andan a la zaga.
El
director es James Gray que consigue realizar un cinta bella en cuanto
a la calidad de planos, ya desde el de apertura con la Estatua de la
Libertad de fondo. La estética está muy bien cuidada desd la
fotografía de Darius
Khondji hasta el trabajo del equipo de vestuario y de los decorados
que dotan a la obra una ambientación magnífica que te sumerge en el
puerto de Nueva York de los años 20. El desarrollo de personajes y
de la trama está bien realizado y el ritmo es el que necesita la
película.
El guión,
firmado por el mismo James Gray y por Ric Menello, no es
sobresaliente aunque sí tiene momentos que pueden ganarse esa
cualificación con frases lapidarias. A pesar de ser irregular es bastante consistente, pero un mejor guión le daría para
ser mejor película y llegar a cotas más altas.
¿Debería
verla?: Sin ser una película imprescindible, sí es de lo más
destacable de este año.
Mejor
escena: El monologo final de Bruno.
¿Dónde
debería verla?: En un burdel de Nueva York.
Me ha
gustado, ¿dónde hay más?: En Two Lovers y La Noche es
nuestra tanto director como Joaqun Phoenix trabajan juntos.
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