¿Sabes
por qué veo esos programas de la tele? Porque me gusta ver a gente
más desgraciada que yo.
El
año pasado fue glorioso para nuestro cine, tanto en calidad como en
éxito en la taquilla. El Niño, La Isla Mínima, Ocho Apellidos Vascos y
Magical Girl han elevado a nuestro cine en todos los sentidos.
Esperemos que sea un signo de auge y no un rara avis en la decadente
historia del cine español en la que estamos sumergidos.
Magical
Girl es la más desconocida para el gran público. Su distribución ha
sido mínima, pero se hizo un hueco a través de las buenas críticas y los premios en el festival de San Sebastián, Concha de Oro a mejor película y Concha de Plata a mejor director. Los más cinefilos hicieron todo lo que posible por un visionado que antes de los Goya era casi imposible.
Los
personajes son ricos en detalles, tanto de luz como de oscuridad. Un
padre que hará todo lo posible por una última sonrisa de su hija,
una desequilibrada mental caprichosa y frágil a la vez y un antiguo
recluso (José Sacristán) que ama incondicionalmente a su antigua
alumna, Bárbara.
Las
actuaciones son magníficas. Especialmente
Bárbara Lenie, que ganó el Goya a mejor actriz y se consolidó en
el panorama de nuestro cine, y un absolutamente magistral Sacristán
donde solo Karra Elejalde impidió un merecido Goya. Aparece durante la
última media hora para comerse la película y levantar un ya alto
nivel.
Es
la segunda película del madrileño Carlos Vermut. Y no solo dirige
sino que el guión también es suyo. Se estructura en tres partes:
Mundo, Demonio y Carne, cada una protagonizada por uno de los
protagonistas. El guión es bastante bueno, capaz de crear grandes
diálogos y personajes para que los actores se luzcan. Todo con
matices, ya que ningún personaje es bueno por completo, sino tiene
un reverso oscuro. Como dice uno de ellos, hay una gran
enfrentamiento entre razón e instinto y así nacen todos nuestros
conflictos.
Pero
si en algo destaca esta película es por su estética. La forma de
grabar cada toma es única con una narración muy visual en donde
hasta las frases más cotidianas, como cuando la niña pide un
gin-tonic, o los silencios tienen un fuerte impacto comunicativo. Es
una cámara fija que se mueve poco, dejando que sea la película la
que se muestre de forma sencilla pero a la vez tan compleja.
La
fotografía es exquisita y la banda sonora, con toques de canciones
manga o de flamenco, da el último toque para dar una fantástica
ambientación a esta película, donde también se atreve a retratar
la España de la crisis con bibliotecas de libros sin usar y bares a punto cerrar.
El
ritmo está muy bien llevado, aunque como todo el nivel de la
película, va mejorando con el tiempo. De hecho es en la última
media hora, con la historia de Carne, cuando la película sube un par
de escalones y supera a su gran competidora, La Isla Mínima. Pero
fue la otra quien se llevó el premio a casa.
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¿Debería
verla?: Sí, una de las mejores obras del cine español
contemporáneo.
Mejor
escena: El final, con Sacristán mostrando el gran actor que es.
¿Dónde
debería verla?: En un bar casi vacío por la noche.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: Sinceramente,
no se me ocurre anda similar. Lo que sí que recomiendo ver es el
debut del Carlos Vermut, Diamond
Flash.
Desconocía completamente esta película. Pero habrá que verla, gracias por subirla.
ResponderEliminarLo dicho, es una pena que apenas haya tenido repercusión porque es una de las mejores joyas del cine español contemporáneo. Va más lejos de que La Isla Mínima o El Niño, pero desgraciadamente, vivimos en un mundo donde manda la publicidad.
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