jueves, 30 de abril de 2015

Mandarinas (2013)



Ya sabes, georgiano. Si quieres vivir no salgas de aquí.

Aunque no tiene tanto nombre como los Balcanes u Oriente Próximo, el Cáucaso es una de las zonas más calientes del globo. Desde que la Unión Soviética se derrumbó, un gran conjunto de etnias pelan por cada palmo de terreno. En una de estas guerras, los abjasianos declararon su independencia de Georgia con el apoyo de Rusia. Los georgianos no dudaron en reclamar lo que consideraban suyo por derecho y atacaron. El conflicto fue en 1992 pero todavía la paz no se ha instaurado en la región.

Es bastante curioso como un país tan lejano como Estonia, aunque no hace tanto tiempo formaron parte de la mole que era la URSS, tuviese tantos lazos en común con Georgia, incluyendo una gran parte de población que huyo ante la guerra. Esta película es fruto de los lazos culturales que todavía unen a estonios y georgianos. Y su éxito es irrebatible, siendo nominada a los Oscar en la categoría a mejor película de habla no inglesa, donde se esconden verdaderas joyas del séptimo arte.

Un pueblo abandonado menos para un par de ancianos, Ivo y Magnus, que esperan terminar la cosecha de las mandarinas. Tras un tiroteo, Ivo rescata a un par de heridos, un mercenario checheno y un joven georgiano. Dos enemigos irreconciliables que recuerdan la muerte de sus heridos y no paran de amenazar al otro.


El huerto de mandarinas se convierte en un oasis de paz donde dos hombres descubren que tras las armas son más parecidos de lo que pensaban. De forma simple, pero de forma efectiva, los personajes van desarrollando una nueva conciencia de ellos mismos, de quienes les rodean y sobre que es lo más importante en la vida. Una dura lección que la guerra intentará sabotear.

Las actuaciones son impecables, cada una da a la historia un matiz. Ya sea la ingenuidad juvenil del soldado georgiano (Misha Meskhi), el sentido del honor del checheno (Giorgi Nakashidze), el sentido práctico de Magnus (Elmo Nüganen) y sobre todo la fuerza y determinación de la sensatez que desprende el alma de la película, Ivo (Lembit Ulfsak).



La dirección y el guion corresponden a Zaza Urushadze, que realiza una obra tan sencilla como humana y dura. Una fotografía que muestra la belleza de ese territorio salvaje y descarnado que tantas veces ha sido manchado de sangre. La música también es una obra maestra, ya no solo por su composición, sino también por un uso inteligente de los silencios.

El guión consigue acertar en la diana siendo totalmente sincero a pesar de ser sencillo. Los diálogos son especialmente intimistas cuando involucra a Ivo ya sea con el mercenario o con Magnus.


El ritmo de la historia es lento pero nunca pesado. Va in crescendo inexorablemente hasta llegar al clímax final donde la barbarie de la guerra queda retratada en su plena irracionalidad. Ninguno de los personajes salió indemne de ese choque que es el enemigo, el otro, la persona que te han encargado que mates. Y por supuesto, todos lo espectadores de una película que merece la pena ser rescata del olvido.


¿Debería verla?: Sin duda, uno de los mejores films antibelicistas que se pueden ver en la actualidad.

Mejor escena: Un escalofriante brindis de Ivo a la mismísima muerte.

¿Dónde debería verla?: En una cabaña perdida en las montañas donde puedas pasear por un florido huerto.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: La película más similar que se me ocurre es En tierra de nadie, una película sobre la guerra de Bosnia donde dos soldados enemigos permanecen en una trinchera amenazados por una granada.Del director destacan The Guardian y Three Houses, de las que dudo que se hayan distribuido en España

Trailer

Otras opiniones: Esta es mi opinión.

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