La
vida es una comedia escrita por un comediógrafo sádico.
Algunos
críticos y aficionados al séptimo arte, yo entre ellos, pensábamos
que lo mejor que podía hacer Woody Allen era tomarse un poco de
tiempo para reposar sus ideas antes de sacar una película al año,
como lleva haciendo desde hace tiempo. Su respuesta no es solo seguir estrenando
una película anual, sino sacarse de la chistera una serie con Miley Cyrus.
Al margen de sus lo que haya hecho con la antigua Hanna Montana y actual reina de la provocación en el pop, Café Society posiblemente sea una de las
joyas más logradas del cineasta neoyorquino en los últimos años y
posiblemente cuente con uno de sus mejores finales de toda su carrera.
Bobby
aprende que no todo es luz en la soleada Los Ángeles ni todo es
bonito en el amor. Poco a poco los jóvenes nos volvemos adultos
mientras nuestro idealismo se va desvaneciendo en un mar de
decepciones. Todavía quedan momentos felices, incluso aún mejores
que los de la juventud, pero no tienen que ver con esos dulces sueños de juventud. No todos tendremos nuestro
trabajo soñado y tampoco a la mujer que deseamos cada noche.
Posiblemente la vida sea eso, saber a vivir sin ello. Luego cada uno
puede hacer cuentas y saber si ha sido feliz, desdichado o si en tu
rostro reina una sonrisa con cierto deje de amargura.
Bobby
es interpretado por Jesse Eisenberg en su mejor papel que le he visto hasta la fecha. Es la primera vez que consigue su personaje sea capaz
de conmoverme. A su lado está
otra actriz tan denostada como Kristen Stewart. La antigua
Blancanieves o la Bella Swan de la saga de Crepúsculo
ha mutado en una interprete de cada vez más prestigio en películas
alejadas del círculo comercial. Además forma un dúo con bastante
química con su compañero en la gran pantalla, con el que ha compartido unas cuantas
veces cartel.
Destacan
otros nombres como Steve Carrel que se come la película en cada
plano como el tío de Bobby, Corey Stoll repite con Allen tras dar
vida a Hemingway en Midnigt in Paris para hacer de el hermano
gangster de Bobby o Blake Lively con la que Bobby tendrá una relación
tras beber las penas por sus amores en la soleada California.
El
guión que tenemos delante es el más ingenioso e inspirado de Allen en los últimos años. Es Woody Allen en su máxima expresión:
neurótico, pesimista, cínico y siempre tiene un comentario agudo
para provocar una carcajada triste. Tenemos personajes clásicos como
el filósofo o el padre y madre judíos de Bobby. Tenemos momentos
surrealistas como la escena de la prostituta o los comentarios de la
pareja judía tras una abjuración del judaísmo porque niega una
vida después de la muerte.
La
fotografía corre a cargo de Vittorio Storaro que retrata de forma
magnífica las dos ciudades donde se localiza la película. La
dirección de Woody Allen está repleta de buen gusto y estilo. Es
cierto que poco a poco mientras llega el desenlace la película va
volviéndose más lánguida acompañadas por la música de jazz ya
característica de Allen para terminar en esas dos fiestas de
nocheviejas mientras los protagonistas y espectadores pueden echar
una última mirada atrás.
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Tengo
que ver esto?: Para los aficionados al romanticismo y a Woody Allen.
¿Cuál
es el mejor momento?: La escena final.
¿Dónde
debería ver esto?: En un local nocturno de Nueva York rodeado de estrellas de Hollywood.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: El resto de la filmografía de Woody Allen.
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