Yo
solo hice todo lo que hacía todo el mundo.
Cada
día podemos descubrir un nuevo caso de corrupción o un nuevo
episodio en un juicio ya sea de Bárcenas, de Rodrigo Rato, Blesa, la
Infanta o el yonqui del dinero. Pero no una epidemia actual, también hace veinte
años cuando gobernaba un tal Felipe González – no sé si os suena el
abuelito de Susanita – salieron escándalos de forma continúa. Los GAL, el caso
Guerra o el caso Filesa son solo unos ejemplos.
Pero
el caso que fue la puntilla para el PSOE de esa época fue el de Luis Roldán, el director de la
Guardia Civil que aspiraba a ser ministro de interior. Pero el muy pillín tenía una cuenta en Suiza y puso
pies en polvorosa hasta París. Este caso provocó dimisiones de más de un ministro - en esa época los políticos no habían adquirido la rajoynesca virtud de dejar que toda la marejada pasase sin inmutarse- y una búsqueda alrededor del mundo que duro varios meses hasta que fue detenido en el Sudeste asiático.
Soy el Señor Paesa. Solucionó problemas. |
Al
igual que McGyver, Paesa tiene mil y un trucos en la manga para
salirse con la suya. Desde movimientos bancarios en Singapur aprovechándose de
su sobrina o de un italiano borracho, pistoleros mercenarios
internacionales falsos, guardias igualmente falsos de Laos y un hotelito muy
bonito en París donde esconderse. Mientras Luis Roldán, que en apariencia es fuerte,
se va derrumbando en la vida clandestina, al tiempo que lee en las revistas que su mujer está en
la cárcel y que es en el hombre más buscado y odiado del
país.
Eduard
Fernández es quien da vida a este Paco Paesa con una actuación
magistral y que huele a Goya que tira para atrás. Es el rey dentro
de los personajes que pueblan esta España corrupta desde los tiempos
del Conde de Lerma. Es uno de esos intermediarios que permiten a los políticos,
muchos de ellos sin estudios, participar en complejas tramas
bancarias internacionales.
El
reparto lo completan José Coronado, que simplemente es un
complice necesario, un narrador testigo de la trama; Carlos Santos que da vida a un frágil Luis Roldán
que es parodiado hasta llegar extremos patéticos en el que nos puede
dar pena si no recordamos elrobo al conjunto de españoles; y
Marta Etura tiene un breve papel como esposa del director de la
Guardia Civil.
La
dirección está a cargo de uno de los directores españoles más
relevantes de la actualidad, Alberto Rodríguez. Con esta película
ahonda en la España de la transición aunque abandonando las
investigaciones policiales que protagonizaron Grupo 7 y la
galardonada Isla Mínima. Su trabajo de detrás de las cámaras
es óptimo pero no al nivel de las anteriores.
Pero,
junto al completo guión de Rafael Cobos, consigue que el visionado
no sea excesivamente denso. Al contrario, es bastante llevadero a
pesar de los movimientos y engaños de Paesa y el gran número de
personajes. Alberto Rodríguez consigue un buen ritmo, lento pero
agradable, gracias al montaje y el guión llega a tener momentos
brillantes en los que podemos ver reflejada la España de hoy. Gran
momento la escena sobre la música clásica que pone en entredicho a
esta casta de ignorantes que se las dan de listos.
No
es la mejor película de Alberto Rodríguez ya que no llega a la
excelencia de La Isla Mínima, pero si que es un buen thriller
político que puede que sea opacado por los otros thrillers con los
que se despide el cine español en este 2016: Tarde para la Ira
y Que Dios nos perdone. Pero estamos ante un film más que
digno y que vuelve a poner a la luz a los canallas como Roldán. Lleven o no Tarjetas Black.
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Tengo
que ver esto?: Si te gusta el
thriller y los juegos políticos, sí.
¿Cuál
es el mejor momento?: La cara final de codicia que pone Paesa
frente a Roldán.
¿Dónde
debería ver esto?: En un hotel
de París lleno de fulanas de Laos.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?:
Ya he mencionado los thrillers españoles de este año, que tienen
buena pinta, de Tarde
para la Ira
de Raúl Arévalo y que Dios nos perdone de Rodrigo Sorogoyen. Ambos
protagonizados por Antonio de la Torre. Y por supuesto tenemos La
Isla Mínima
o Grupo 7,
por mucho que en está última estorbe Mario Casas.
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