lunes, 19 de septiembre de 2016

El Principito (2015)


Lo esencial es invisible a los ojos

Cuando te lanzas a la adaptación de una obra tan querida, el foco puesto en cómo vas a desarrollar las cosas es, sin duda, grande. Cuando además la obra ya ha sido trasladada tantas veces a la pantalla, la presión es si cabe mayor. Al cabo, ¿qué visión nueva cabe aportar sin pervertir el original?

Mark Osborne, que ya encandiló a los Oscar con el desasosegante corto More en 1998, y que se consolidó en el cine de animación dirigiendo Kung Fu Panda (amén de trabajar en Bob Esponja a menudo, pero en las escenas de acción real), logra lo que parecía imposible: mantener toda la esencia de la obra original de Saint-Exupéry, mientras la dota de su propio sello.

El foco, a pesar del título de la película, no es aquí tanto el Principito como una niña cuyo nombre desconocemos, que traba amistad con el anciano Aviador. Éste le cuenta la historia del Principito y su encuentro en el Sáhara, lo que llevará a la Niña a embarcarse en su búsqueda acompañada de un feo zorro de peluche.

El acierto de la película está en contar las dos historias de manera simultánea, sin que una invada a la otra. El texto original sirve como esqueleto que cimenta lo que en realidad parece ser el foco, que es el crecimiento interior de una niña que comienza siendo adulta y recupera poco a poco la ilusión y la espontaneidad infantil.


Para ello, Osborne hace un ejercicio de licencia literaria al utilizar al Aviador como nexo entre ambos relatos, olvidando que éste era el propio Saint-Exupéry en la novela (y, por tanto, su desaparición y más tarde confirmada muerte en el Mediterráneo en la Segunda Guerra Mundial).

El Aviador es el recurso que usa Osborne para invertir los papeles, a modo de espejo de lo que sucede en el relato del encuentro en el desierto: si el Principito simbolizaba la infancia y el Aviador la seriedad adulta; en la época actual es el Aviador el símbolo infantil, mientras que la Niña juega ese papel de adulta del que tendrá que desprenderse.

Aunque se crean paralelismos que sirvan de unión, el estilo y formato de la película es muy distinto en ambas vertientes. El hilo conductor nuevo que aporta Osborne sigue una animación en 3D de gran calidad, pero no demasiada personalidad, que difiere poco de otras cintas del género; mucho más destacable es el texto original, con una animación en stop-motion que recoge bastante inspiración tanto del libro de Saint-Exupéry (incluso se hace un ejercicio metalingüístico, al presentar reproducciones de las páginas dibujadas de la obra original) como del estilo de los estudios Laika de que hablaba el otro día a colación del estreno de Kubo y las dos cuerdas mágicas: no en vano trabajan en la cinta la guionista Irena Brignull (que firmó Los Boxtrolls) y el modelador Joe Schmidt (Coraline).


Con todo, a pesar de lo bien construido de la cinta, que resulta un destacable ejercicio de artesanía, sí que podrían ponerle pegas los más puristas, pues elimina algunas escenas y diálogos de gran importancia del libro (a pesar de, ya digo, la gran fidelidad al texto), que le dotaban a este de una profundidad mayor que la que tiene la película.

Es una queja mínima, en realidad. La cinta cumple y supera todas las expectativas sin ningún problema, completando sus virtudes con una banda sonora y un doblaje (en inglés al menos, aunque por lo que sé en español merece la pena en igual medida) de primer nivel. Sin perderse en el trasfondo, toca con perfecta sensibilidad los temas centrales del libro, y demuestra, a pesar de su reivindicación de la infancia, un grandísimo acierto en las escenas más maduras y tristes.

Porque sí, ya os garantizo a quienes fuereis fans del libro que vais a llorar. Y quizás las demás también.

Una adaptación de primer nivel. Limpia el mal sabor de boca que dejara la nefasta serie de animación francesa lanzada en 2010 (que, entre otras locuras, incluía a una rosa con rostro humano. Sin comentarios), y dado su reciente lanzamiento en EE.UU. (en Francia se estrenó el pasado año) se postula, espero, como posible candidata a los Premios de la Academia.


Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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¿Tengo que ver esto?: Si eres fan de la obra original, sin duda. Si no… Bueno, ya digo que me parece una gran película, pero no es para todo tipo de público. Recomendaría leer el libro antes, y luego tomar la decisión.

¿Cuál es el mejor momento?: Creo que aquí la cuestión, como en el libro, está en la preferencia personal. El reencuentro con la Rosa o la despedida del Zorro (a pesar de que omitan la mejor parte de dicha escena) me parecen momentos fantásticos.

¿Dónde debería ver esto?: En el Sáhara hace calor, pero si te fijas bien en cierto paisaje, tal vez encuentres al Principito, le escuches reír y te pida que dibujes un cordero...

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: Saltando de medio, ya digo que recomiendo mucho el libro junto con la película. Cambiando la línea de la recomendación… Peter Pan no deja de tocar los mismos temas (aunque para mí de manera muy inferior) con lo que la versión de Disney de 1953 es una buena opción. Del mismo Osborne, Kung Fu Panda también merece la pena, aunque es algo absolutamente diferente de esto. Y no dejaría de recomendar, como ya la recomendé el otro día Kubo y las dos cuerdas mágicas. No sé, sinceramente, es difícil encontrar recomendaciones similares a esta película.

Tráiler (en inglés)

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