Comienza otro año más el Festival de
Cine Alemán de Madrid. Ya van por la decimoctava edición y
superaran sin problemas la mayoría de edad porque el festival sigue viento en popa y a toda vela. Animo a todo lector
que se pase a partir de mañana por el cine Palafox, situado cerca
del metro Bilbao, para poder disfrutar de lo mejor del cine germano de este año. Como aperitivo traigo la película que inauguró
para la prensa este certamen, Fukushima, mon amour.
Al cine teutón
siempre le ha gustado contemplarse a su país frente a otras culturas. Ya paso
con Exit Marrakech, Entre Mundos o El Fin de la Paciencia. Alemania
es un país intercultural y ve con fascinación los mundos que se perciben fuera de sus fronteras. En esta película se centra en Japón. El país nipón
es una mezcla entre la tradición que sobrevive a duras penas y la
juventud que está en la vanguardia de las revoluciones tecnológicas
y la cultura que las rodea.
Sin embargo el
lugar no es el más adecuado porque es una casa destruida por el
maremoto y rodeado de radiación. Por otro lado, la geisha tiene sus
propias heridas y quiere remendarlas en su antiguo hogar donde se siente cómoda. Ambas mujeres se hacen compañía mutuamente y se enfrentaran
a los fantasmas, de forma literal, a los que se enfrentan.
La dirección corre
a cargo de Doris Dörrie. Ya tiene experiencias cinematográficas
japonesas como su película Cerezos en flor. La simbiosis entre el
estilo europeo con el del país nipón es perfecto y se puede
apreciar en el ritmo sosegado o en el uso minimalista de la banda
sonora.
La fotografía es
impecable. Un detalle a destacar es el uso del blanco y negro, renunciando al color a y a su viveza. Se busca mostrar toda la devastación del ambiente que
rodea a las dos mujeres que es la misma que han sufrido sus vidas. La
banda sonora es un gran apoyo. El ritmo es lento, a veces demasiado.
El principio puede ser demasiado tedioso y hay secuencias que se
estiran demasiado. La directora no duda en experimental tanto en lo narrativo como en los distintos planos visuales.
Lo mejor del film
es la relación entre las dos protagonistas. Ambas están en las
antípodas en cuestiones culturales, de edad y mentalidad. Pero a pesar de vivir en mundos distintos encuentran lazos de unión, conectan y tienen una extraña relación de maestra y
alumna, a pesar de que Marie es en palabras de la geisha “tan torpe
como un elefante”. Por supuesto esto no sería posible gracias a
las actuaciones de las interpretes y la química que desprenden ambas.
También destacan unos cuantos secundarios como un japonés que no
para de beber sakeo un payaso que intenta buscar la sonrisa de Marie con trucos de magia.
El guión está
subordinado a la imagen pero consigue que los dos personajes
protagonistas conecten. Quizá en otros aspectos falla porque no se
esfuerza lo suficiente como la relación de la geisha con su madre o que otros personajes secundarios podrían tener algo más de peso. El final es demasiado abrupto.
En conclusión, aún
sin ser una película perfecta estamos ante una buena apertura de
abrir el festival. De todas maneras esperamos que el nivel del
festival no se quede aquí y que vaya mejorando según pasen los
días.
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¿Tengo
que ver esto?: Si aguantas un
rimo lento y el cine nipón te atrae, sí.
¿Cuál
es el mejor momento?: El momento de los fantasmas
¿Dónde
debería ver esto?: En
Fukushima o en Chernóbil
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: Aparte
de la otra película de la directora, Cerezos en Flor, recomendaría Despedidas aunques está película me parece 100% japonesa.
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