"Antes mirábamos hacia el cielo y nos preguntábamos cuál sería nuestro lugar en las estrellas, ahora miramos hacia abajo angustiados por cuál será nuestro lugar entre el polvo".
Buenas. Y gordas. No sé por dónde empezar, la verdad. Tengo que reconocer que siento por el cine de Christopher Nolan una debilidad especial, y sé de buena tinta que mucha gente en este mundo no le tiene especial cariño al director británico. De lo que más se le suele acusar es de "pretencioso", "artificial", "propenso a giros que acaban cansando" y toda clase de improperios de la factoría Boyero. Pero mira, soy tolerante y respeto que no todo el mundo pueda admirar a Nolan en su totalidad.
Pasa que yo, cuando voy al cine, busco que el precio de la entrada vaya acompañado de una inmensa creación de emociones. De que el corazón se te ponga a 100 por hora a medida que la película avanza. De salir de la sala que una inmensa sensación de haber visto un espectáculo que, aún con los defectos que pueda tener, consiga como mínimo una de las tres premisas más importantes en una película: impactar, emocionar, llevar la adrenalina hasta límites insospechados y hacer vibrar al espectador en el asiento. Y en el caso de Interstellar, las cumple todas sobradamente.
No es cuestión de querer más a este director por encima de otros, ni por buscar sobradas razones para humillar a sus acérrimos detractores: cuando critico lo hago en base a lo que mis sentidos han experimentado en la butaca, ya sea la película más o menos cara, tenga más o menos giros de guion o beba de más de un título de ciencia-ficción para redondear la experiencia. A fin de cuentas, si todo lo anterior lo realiza de forma excelente, bien llevada, amena y a ratos tremendamente espectacular... ¿dónde se supone que está el problema? Os juro que tolero perfectamente a aquellos a los que esta nueva maravilla del británico les ha supuesto un tocho interminable, vacío y, repito la palabra porque parece que los anti-Nolan la han puesto de moda, "pretencioso".
Porque oye, estoy seguro de que cuando un nostálgico del cine del pasado siglo ve 2001: odisea en el espacio de Kubrick y presume a los cuatro vientos de que ese hombre es Dios y que la cinta en cuestión es la película de ciencia-ficción más grande de la Historia, a pesar de ser también, y con diferencia, uno de los títulos más jodidamente pretenciosos (y a la vez maravillosos) que se han hecho jamás, te dirá aquello de: "sí, pero es que Nolan no es Kubrick".
Pues claro que no lo es, animalillos de la fauna ibérica, ni lo será jamás. Nolan no busca ser Kubrick, ni Tarkovsky, ni el puto Orson Wells. Nolan es Nolan, con sus virtudes y defectos, y con una trayectoria amplia y de muchísima calidad a sus espaldas (Following, Memento, la trilogía de Batman, El truco final, Origen, etc.) para hacer a estas alturas lo que le dé la real gana, mientras lo siga haciendo bien. Y con Interstellar, lleva su maestría tras la cámara a nuevos e increíbles horizontes.
La historia nos presenta un futuro en el que la contaminación y los excesos del ser humano han puesto a la humanidad en una situación crítica en la que la vida será pronto completamente inviable. Nuestro protagonista, Cooper (Matthew McConaughey), un ex-piloto retirado a granjero por las circunstancias, vive pacíficamente junto a su suegro y sus dos retoños, sintiendo un cariño especial por su hija pequeña, Murphy. Hasta que, en una conjetura del destino (y para la que tendréis que ver la película si no queréis que os destripe nada) acaba enrolándose en una misión de la que depende el futuro de nuestra especie: emprender un viaje más allá de la Vía Láctea en la búsqueda de nuevos mundos que puedan ser habitados y que permitan a los terrestres empezar de nuevo.
A priori, este argumento tan sencillo parece tener poco sentido, pero si por algo se destaca Nolan es por, además de ser un gran director, ser un gran guionista (giros locos de 180 grados aparte), por lo que podéis quedaros tranquilos en el hecho de que todas las preguntas y cabos sueltos que pudieran permanecer son atados de forma genial a lo largo de las tres horas de película, a las que, aunque parezca mentira, parece que no les falta ni les sobra nada.
Aunque más que por ser redonda, Interstellar gana enteros por ser épica hasta niveles insanos. Sus 170 minutos pasan volando gracias a una dirección magistral y dotando al metraje de una tensión que acaba siendo IMPRESIONANTE a medida que la película se acerca a su final. Evidentemente, Nolan vuelve a tirar de su ya manido recurso de giros inesperados cada dos por tres, a veces predecibles y otras no, pero que en ningún caso constituyen una lacra para el resultado final. Son un añadido que, como en todo el cine del británico, gustará más o menos a sus fieles y críticos, respectivamente, pero sin llegar a ser un engorro a la hora de disfrutar de la experiencia.
Sin hacer ningún spoiler en este sentido, hay que recalcar también que, a pesar del gran ritmo y el trepidante desarrollo de la aventura, Interstellar es probablemente la película que ofrece, por momentos, más calma y sosiego de toda la filmografía de Nolan, y la que mejor sabe tocar la fibra sensible al espectador, especialmente gracias a la relación entre Cooper y Murphy, que acaba convirtiéndose en algo fundamental y de vital importancia durante toda la película. Cierto es que Nolan no se distingue precisamente por hacer películas vacías de contenido (esa es una de las cosas por las que se le acusa de ser un director comercial que, lo lamento, no puedo puedo tolerar) en cuanto a las relaciones entre sus protagonistas, pero nunca había alcanzado un grado de profundidad como el que podemos observar aquí. Y el resultado, lejos de caer en la sensiblería barata, toca el corazón en todos los frentes y sabe conmover sin agobios y de forma cercana al espectador.
Y evidentemente, sin un buen reparto actoral es difícil conseguir esto, pero el nombre de Nolan es ya tan respetado que en esta ocasión se ha hecho con los servicios de un elenco lleno de talentos que se encuentran en el mejor momento de sus carreras: McConaughey se muestra notable y saca todo su talento a relucir en su rol como protagonista, acompañado por las geniales Anne Hathaway y Jessica Chastain. Incluso Matt Damon tiene tiempo para aparecer y realizar un curioso papel, mientras que con Michael Cane no hace falta comentar mucho, porque él solito nos lo dice todo cada vez que aparece en pantalla. Que siga saliendo en películas, que verle será siempre un gustazo.
La fotografía y los efectos están, como en toda cinta de Nolan que se precie, a un nivel altísimo. De hecho, a nivel técnico es de lo mejorcito que se puede encontrar de la ciencia-ficción en nuestros días, sólo superada por esa burrada audiovisual que es Gravity. La partitura de Hans Zimmer, por otro lado, vuelve a ser brillante, excelsa, haciendo de los momentos más grandes de la peli algo aún más mágico. Y eso por no hablar del montaje, con algunas escenas en el espacio con sonido ambiente que ponen los pelos como escarpias...
A lo largo de la película podemos ver, por cierto, suntuosos y poco disimulados guiños a 2001, si bien con el toque de distinción que caracteriza a Nolan. ¿Que bebe de él? Evidentemente, y cuando la veáis (si no la habéis visto aún... ¿a qué demonios estáis esperando?) lo notaréis de forma más descarada. ¿Quiere decir eso que la película tenga que ser mala de fábrica? Pues no, porque bebe, no copia flagrantemente. Nolan sabe utilizar sus recursos para dotar a Interstellar de su propio sello de identidad, dando como resultado una obra enorme, ambiciosa y sí, pretenciosa, pero en el buen sentido, porque consigue hacer bien prácticamente todo lo que se propone.
Y como ya he mencionado anteriormente, si por algo hay que aplaudir a Nolan es por saber cerrar la película resolviendo toda pregunta que pudiese quedar en el aire, otorgando redondez al largometraje. Es cierto que, como ya hizo en Origen, gusta de explicar al espectador cada detalle para que no pierda el hilo de la trama y que el final no agradará a todos. Es algo con lo que cuento de antemano y lo puedo entender pero, si os sirve, a mí me ha encantado. Cuestión de gustos, ya veréis.
Por último, hay que resaltar que la última cinta de Nolan no es ni mucho menos perfecta. Al igual que ya he comentado que el abuso de ciertos tópicos nolanianos puede desesperar a más de uno (o maravillar, depende de cómo toleres el estilo del amigo Christopher), hay también algunos momentos de extrañas reflexiones que no vienen a cuento que, si bien en el conjunto una vez vista la peli entera se pueden entender... en la escena concreta no pegan ni con cola. No son algo molesto, pero no hay por dónde cogerlas. Muy de Nolan esto también, para bien o para mal.
Y no tengo mucho más que decir, lectores. Como añadido he de decir que vi la película un día después de mi cumpleaños y que visionarla iba a ser mi pequeño gran regalo. Y os haya gustado o no, tengo que decir que la entrada me pareció barata para todo lo que me ofreció, y que después de salir del cine comenté con el jefe Jorge y con Adrián el resultado... y estamos más o menos de acuerdo, creo. Maravillados, sorprendidos, y en mi caso cauto ante la opinión general, dividida como en tantos casos con cada obra nueva de este director.
Yo sólo puedo decir que, desde mi humilde opinión, Nolan se ha superado. No voy a tener la osadía de ponerla por encima de Origen, pero en cuanto a sensaciones y resultado final, para mí ha sido ligeramente más satisfactoria que la cinta protagonizada por Di Caprio. Si no la habéis visto, dos consejos: si no os gusta Nolan, pasad de pagar la entrada para empezar a quejaros amargamente una vez aparezcan las letras de los créditos. Si os gusta el buen cine y queréis pasar tres de las mejores horas de vuestra vida, ni os lo penséis. De lo mejorcito que nos ha dejado este 2014.
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LO MEJOR: su épica, capacidad de emocionar, calidad técnica, redondez argumental, actuaciones, ambientación, banda sonora...
LO PEOR: ciertos detallitos "Made in Nolan" que pueden chirriar al no venir a cuento, algún que otro giro que se ve venir y un final que no será del gusto de todos (en mi caso lo encuentro genial).
NOTA: 9/10. Que no os cieguen las comparaciones neo-hipsters con otras obras del género: Interstellar tiene un encanto y una estética propias que convierten a Nolan en uno de los grandes directores de cine de nuestro tiempo. Por si con toda su filmografía anterior no bastaba...
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Tu mejor crítica hasta ahora. Felicidades.
ResponderEliminarMe resulta curioso que comentes lo del sonido ambiente del espacio... cuando lo que estás diciendo es, precisamente, que es un silencio absoluto (ni BSO ni ruido) el que acompaña a las tomas fuera de la nave. Recuerdo de Kubrick... y maravilloso. Y no es, por cierto, el único maestro de la sci-fi de que bebe (Asimov, "Doctor Who", Philip K. Dick...) pero como dices bien, bebe, no plagia.
ResponderEliminarPor añadir, diré que sí, que es una peli emotiva a mares (amén de emocionante). Tiene las escenas más duras y emotivas de la filmografía de Nolan. Hay momentos en que te agarra los sentimientos y los pisotea. Y eso Nolan, para mí, solo lo había conseguido con una escena de "El caballero oscuro", y gracias.
Y esa música... https://www.youtube.com/watch?v=8DsrJ_NezHU
A mí no me impactaba tanto una peli vista en el cine desde "El viento se levanta". Y este año no he salido del cine, prácticamente.
Magnífica crítica, señor mío :)