La
verdad es que la reseña de cortos nunca ha sido muy fuerte. He hecho algunas,
sobre todo cubriendo festivales de cine, pero igual que me pasa con los microrrelatos
(a la hora de destriparlos y escribirlos), no son lo mío. Prefiero ser cruel
con cosas más amplias a las que poder sacar errores.
Pero
una promesa es una promesa. Y Pablo Bautista, director de los dos magníficos
cortos que hoy traigo, se merecía esto desde hace tiempo. Además, poder
descubriros buen cine hecho en España siempre da gusto… y el poder meterme con
un amigo con talento es un valor añadido. Porque como él sabe tan bien como mis
lectores, el que sea amigo implica que seré con él más duro que con el resto
del universo (Yonai Boix no cuenta).
Ambas
producciones pertenecen a este año 2014 en que aún estamos inmersos. Anatomía de un instante, concretamente,
a principios de año, cuando se presentó como propuesta en el archiconocido
Notodofilmfest. El corto, en apenas tres minutos y medio, plantea una historia
de amor típica y costumbrista de joven y jóvena que se conocen en el tren… pero
que no resulta obvia ni tópica (típica sí, tópica no), y que permite al
espectador una autorreflexión que no está de más (no es obligada, pero no está
de más).
En la
narrativa no hay gran innovación. Se juega mucho con la elipsis, y con los
saltos necesarios para lo breve de la pieza. Ahí cumple, contando las escenas
con acierto y apenas cuatro pinceladas. Sin embargo, aunque cumple, su valor no
reside en ese apartado, sino en la técnica, que crea la historia sin necesidad
de que los actores (Clara Rivillo y Óscar San Martín en los papeles principales)
crucen ni una palabra, y manejando el blanco y negro y el color para tejer los
matices de la historia.
Sí, es
una historia sencilla y comedida. Pero está bien dirigida, bien contada, bien
actuada y la música (Cecilia Tallo) y el resto de apartados técnicos acompañan.
Además, a Óscar San Martín le queda genial el llevar chaleco, y eso es algo que
no todos los tíos podemos decir (yo sí, pero hay mucho que no, ojo).
El
segundo corto, más reciente, es El
perseguido y, por lo que sé, aún no está estrenado. El equipo técnico se
repite bastante (con la dirección de Pablo, la música de Cecilia, la producción
de Óscar, Pablo y Berta Martín…) en una pieza más larga, de casi 10 minutos, y
que es a la vez mejor y peor que la anterior.
En
cuanto a los peores aspectos… las actuaciones cumplen, y si no fuera por algunos momentos de las actuaciones de voz, que son mejorables, no me chirriarían en absoluto (Ángel
G. Moron, como el locutor de radio, se come la pantalla, sin siquiera aparecer…
hay que reseñarlo pese a la buena presencia de especialmente José Carlos Domínguez, pero también de Yara
Puebla). El texto, acompañando esto, podría estar pelín más pulido en ocasiones…
y la decisión de rodar en blanco y negro, aunque entiendo la motivación, no
termino de compartirla. No la veo mala, pero tampoco creo que aporte nada especial
a la historia, como sí lo hacía en Anatomía
de un instante.
Dicho
lo malo, queda lo bueno, que es la mayoría: si Anatomía de un instante tenía una historia sencilla pero bien
contada, El perseguido tiene una
historia más compleja, más profunda, e incluso mejor narrada. Se nos presenta a
un escritor obsesionado con las redes sociales hasta el punto de que su mujer
es casi un fantasma… y se narran sus preparativos para ir a recoger un premio
con un tono ácido, de un humor negro que no escatima en críticas a lo que se
pone por delante. La historia va a mejor a medida que avanza, y el final es,
sencillamente, sublime. Tanto es así que los aspectos más negativos apenas
lastran el resultado final, quedando una gran apuesta en el género.
En
general, ambas son buenas piezas, muy bien desarrolladas, y que demuestran un
gran talento detrás de los realizadores (especialmente del señor que las
dirige). Sí, una, la primera, me gusta más que la otra (es una historia más de
como yo, vaya), pero ambos son cortos que da gusto ver, y que demuestran, una
vez más, que el cine español está recuperando su buena forma.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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