La pelis de superhéroes están de moda y si algo sabe hacer Hollywood es saber explotar hasta la última gota de jugo de las últimas tendencias. En los últimos años es raro que en la cartelera no haya una película de hombres enmascarados que luchan contra criminales y salvan el mundo, ya sean El Caballero Oscuro de Nolan, Los Vengadores de Joss Whedon o la anterior trilogía de Spiderman de Sam Raimi. Ahora mismo, o en el momento que yo comenze a escribir la crítica, sigue en las salas de los cines Capitan America: el Soldado de Invierno y The Amazing Spiderman 2.
Debo reconocer que
tenía unas ganas enormes de ver la primera y ninguna por ver la
nueva saga del superhéroe arácnido. Curiosamente al final he pagado mi entrada
para ver a Peter Parker y ya encontraré hueco para echar un ojo al hombre del
escudo. Iba con mucho miedo, todavía recordaba como ha empezado este
reseteo de Spiderman.
Por si alguien no
recuerda la anterior película, Peter Parker (Andrew Garfield) se
convirtió en Spiderman tras la picadura de una araña. Tras salvar a
la ciudad, alcanza una gran popularidad, pero prometió al padre de
su novia, Gwen Stacy (Emma Stone), que se alejaría de ella para
mantenerla a salvo.Además de eso, tiene una apariencia similar a Edward Cullen, busca en bing, es un acosador, rompe cosas con facilidad y le gusta quitarse la mascara a riesgo que le descubran. Todavía no me explico como ha conservado su secreto.
Las continuas idas y venidas entre
Parker y Stacy son la base de
esta entrega del héroe arácnido. Se centran mucho en los demonios interiores de Peter, por el abandono de sus padres y de la promesa que había hecho al padre de su novia moribunda de alejarla de todo el peligro, aunque tenga que romper con ella. Este último punto corre el riesgo de convertir la película en algo pasteloso, y en ocasiones lo es a pesar de que el director lo
maneja más o menos bien excepto unas
cuantas escenas crepusculeras, siendo alguna bastante horrible con coches parándose y canción ñoña de fondo. Hay que destacar la química entre ambos actores, que de hecho son pareja, sobre
todo por parte de Emma Stone que da vida a un personaje que enamora a
cada mirada suya y tuya. Andrew, más allá de esa química, no la
fastidia demasiado.
Pero
Webb sabe que en el fondo lo que ha venido a ver el público es
acción, apartado en el que cumple con creces. Pero se hecha de
menos un verdadero gran villano, excepto al final. Porque a la
hora de la verdad Electro decepciona. Sus combates son
espectaculares, pero el trasfondo es completamente ridículo, más
similar a Steve Urkel que a un villano de Marvel. Aunque redimo de
culpa a Jammie Foxx y lo achaco al guión, que para mí es el
agujero negro de esta saga, a pesar de la mejora sustancial con
respecto a la primera entrega, sobre todo por el desarrollo de los
protagonistas, como el caso de Peter Parker, Gwen Stacy o el de Harry Osborne, muy bien interpretado
por Dane Dehaan. Paul Giamatti hace de Rhino, pero apunta a tener
verdadero protagonismo en la tercera película. Destacar también la aparición del Duende Verde, que luce de forma espectacular, mucho mejor que la mascara de Halloween que lleva en las peliculas de Sam Raimi.
La película va de
menos a más. De hecho el principio me parece mediocre,
concentrándose en todo lo que hemos odiado de la anterior entrega con chistes malos "-Estaba limpiando la chimenea. -No tenemos chimenea.", la anterior vida de Electro y las ñoñerías. Sin embargo, afortunadamente va in crescendo dejando un final que me parece fantástico, gracias a la gran administración
de la tensión narrativa y del drama, que explota en un épico combate de Spiderman contra varias de sus nemesis, incluyéndose a si mismo.
Lo
mejor: El drama de la
historia. Emma Stone.
Lo
peor: Los momentos
ridiculos. Electro.
Nota:
7'25
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