“Cuando
pienso en ella la única cosa que me viene a la mente es
un poema, susurrado por alguien enamorado, hace cientos de años:
“incapaz de percibir tu forma,/ te encontré rodeándome./ Tu
presencia llena mis ojos con tu amor,/ hace humilde mi corazón/
porque tú estás en todas partes.”
Ya
se han celebrado los Oscars y aunque en este blog tenemos la
costumbre de hacer un análisis previo, desgraciadamente unos
problemas informáticos lo han impedido. Sin embargo, ya que estamos
¿por qué no un repaso a posteriori de las películas premiadas y
nominadas, sabiendo ya el veredicto de la Academia? ¿Y por qué no
empezar con la gran triunfadora, La Forma del Agua?
Guillermo
del Toro es uno de esos referentes artísticos del séptimo arte que
siempre ha atraído la atención tanto de crítica como de público
pero que no ha tenido mucha suerte en sus proyectos. No pudo dirigir
la adaptación de El Hobbit, tampoco ha podido rodar la ansiada tercera
parte de Hellboy y ni todo su empeño ha sido suficiente para
fructificar su proyecto de rodar En las Montañas de la Locura de
Lovecraft. Toda esta fama de gafe termina este año en el que
el director mejicano ha conseguido la doble corona de
Oscar a Mejor Película y Oscar a Mejor Director en una edición
disputadísima.
Amor a primera vista |
La
película es un canto al amor puro que no puede ser detenido. No
busca matices o reflexiones complejas, sino la serena belleza del
sentimiento y su fuerza imparable. El amor, que como el agua, puede
amoldarse a todo, adaptarse a cualquier superficie y llenar los
huecos que existen. Un amor que no entiende de diferencias entre los
sujetos - ni siquiera entre especies – que no deja de ser un
mensaje de actualidad en estos tiempos.
Con
esa premisa cualquiera rodaría una ñoñez infumable, no así Del
Toro que filma una película que rezuma belleza por todos los poros,
a pesar de utilizar muchos colores fríos en su paleta. No rehuye a
la oscuridad, usando como escenarios pisos con cierto toque
decadente, un muelle o un laboratorio secreto para criaturas
anfibias. Tampoco se esconde la violencia, ni la que se ve de la
criatura como la de los humanos. El cuento de hadas se extiende
porque Del Toro le da la suficiente solemnidad, conflicto y también
encanto para trascender y no ser una película más. Hay un gran
trabajo de diseño de producción, en la banda sonora (ganadora del
Oscar en ambas categorías) y también en recrear a la criatura a la
que da vida Doug Jones.
Es
una película que va más allá del guión, sino que se apoya en una
dirección soberbia y preciosista de Del Toro y las actuaciones de
sus protagonistas. Sally Hawkins hace una actuación excelente llena
de expresividad e increíblemente comunicativa a pesar de sus
limitaciones al no poder emitir apenas sonidos. Recibió una
nominación al Oscar muy merecida. La escolta en las nominaciones su
compañero de aventuras, el pintor homosexual interpretado por
Richard Jenkins que cree vivir tanto antes como después de cuando
debería, como muchos cuando no nos sentimos comprendidos. Por su
parte, Octavia Spencer (también nominada) pone un toque cómico a su
personaje. Ambos personajes nos muestran, a pesar de su apariencia
afable, un visión más negativa del amor, tanto el rechazo y
desprecio por su homosexualidad o el amor que ha caído en la rutina.
Incluso el científico que encarna Michael Stuhlbarg representa el
amor por lo que hace (en este caso la ciencia).
¿Dónde esta mi nominación? ¿DÓNDE? |
Capítulo
aparte se merece el olvidado en las nominaciones Michael Shannon -que
estuvo viendo los Oscar like a boss - encarnando al villano, un
encargado de la seguridad que no duda en torturar al monstruo y
realizar cualquier acción para mantenerlo encerrado o hacer una
referencia a Torrente (Del Toro y Santiago Segura son amigos y no
creo que esa manía al lavarse las manos sea coincidencia). Otra de
las grandes cualidades de la película es el inteligente uso de la
subtrama de la Guerra Fría, que enriquece a la película, la da
ritmo y tensión pero no llega a opacar lo más importante.
Cierto,
el guión es maniqueo y no hay matices. Michael Shannon es malo, los
espías soviéticos tampoco son trigo limpio, el marido de Octavia
Spencer o el camarero son seres que la propia película desprecia
sin disimulo. Pero la magia del cine es que no siempre se busque la
realidad, sino simplemente la emoción que suscita esta totalmente
irreal y fantasiosa historia. Porque no es solo es impactante
visualmente, sino que consigue conmovernos como ejemplo las que creo
que son las dos mejores escenas de toda la película. Primero, la
escena en la que se inunda el baño. La otra, la escena en la que la
muda trata de decir a la criatura cuanto le quiere.
Ante todo, Del Toro prioriza el arte desde la pintura hasta el metacine que contiene la película |
La
Forma del Agua es una película preciosa en el sentido más
preciso de la palabra pero que su sencillez (por lo menos en su
apariencia) puede volverse en su contra. Estamos ante una revisión
tanto del amor como del arte de narrar cuentos dirigida por uno de
los más imaginativos maestros del cine como es Guillermo del Toro,
del que ya no se puede decir que es un gafe. Y a ver si termina con
conseguir hacer algo con Kojima, hombre ya.
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¿Tengo
que ver esto?: Sí
¿Cuál
es el mejor momento?: El momento en el que se inunda el baño
¿Dónde
debería ver esto?: En la
bañera.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: Lo
más fácil sería decir La
Bella y la Bestia, pero
hay grandes diferencias en el tratamiento de la historia. Por
supuesto, podemos recomendar otras grandes películas de Del Toro
como El Laberinto del
Fauno. Eso si,
advertimos que poco tiene que ver con Pacific
Rim.
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