domingo, 16 de abril de 2023

Dogville (2003)


Dogville, la obra magna del mamarracho (en el mejor de los casos) de Lars von Trier, dura tres horas. Yo esto no lo sabía, pero una vez uno decide ver una película, lo hace con todas las consecuencias. El danés, que al principio de su carrera se aferraba a los mandamientos del Dogma 95, una especie de movimiento de cinema verité donde el que usa música no diegética es un parguela, hace un giro de 180º y sitúa este épico filme en un almacén con líneas pintadas en el suelo. Tras haber sufrido años los límites de tener que rodar en escenarios naturales y no en los artificiosos sets de los estudios, aquí da un triple mortal con tirabuzón y prescinde por completo de ambas cosas: deja como ejercicio al espectador lo del diseño de producción, que él ya tiene suficiente trabajo con lo suyo. Como es obvio, al público de a pie le parece un peñazo grandilocuente, pero hay quien afirma que es una maravilla revolucionaria. ¿Cuál es mi opinión? Acompañadme para saberlo, pero antes veamos cuál es la trama de esta impenetrable cinta.

La historia está dividida en un prólogo y nueve capítulos, que supongo ayudan a tomársela en dosis cortitas. Así que eso es lo que voy a hacer yo también en la reseña.

Prólogo: Colorín, Colorado

Dogville es un pueblo en las Rocosas donde son todos más pobres que las ratas y el único entretenimiento que hay es jugar a las damas con el tonto. Esto es lo que se dedica a hacer Thomas Edison (no el inventor, otro), alias Tom, interpretado por Paul Bettany, que pulula por ahí con la excusa de buscar inspiración pero en realidad vive de las rentas del padre así que no tiene ningún motivo para no tocarse la patata. Poco más se nos cuenta, pero la puesta en escena tan teatral no resulta, en un principio, un obstáculo para disfrutar la película, si no un recurso interesante para dejarnos ver el interior de cada vida, cada rutina. Es un poco como jugar al Shenmue, pero con menos misiones de conducir carretillas. De momento, al menos.

Capítulo 1: Golismeos in the night

Edison tiene la suerte de escuchar unos disparos en la oscuridad justo cuando se estaba planteando hacer algo de provecho por una vez. Poco después, y huyendo de la trifulca y de los gángsters que la perpetran, aparece Grace (Nicole Kidman), una joven en problemas que hace aflorar en Tom el white knight que lleva dentro. Carcomido por su inutilidad, y bajo el pretexto de make Dogville great again, se ofrece a protegerla de los malvados y darle cobijo siempre y cuando aporte algo al pueblo, no como hace él que es un nini. Sus conciudadanos así en general no están del todo conformes pero con tal de no aguantar la chapa socrática del amigo Tom, le dan dos semanas, rollo contrato de prueba. Así, Grace tiene la oportunidad de ser una dogvilliana (como Cruella de Vil) más.

En lo que es la parte analítica de mi trabajo, añadiría que el formato costumbrista y de cámara en mano me hace pensar que estoy viendo un capítulo de The Office, y creo que a veces me río cuando no toca. Más allá, mi suspensión de la incredulidad sigue intacta, sorprendentemente.

Capítulo 2: Estorbando pero no mucho

En Dogville viven bastante tranquilos, acostumbrados a las estrecheces de la vida rural, así que acoplar a Grace no es sencillo, porque son humildes y no necesitan nada. Pero se le ilumina la bombilla: ¿y si hace las cosas que NO necesitan? A esto nadie le puede poner un pero, así que Grace se limita a hacer tareas que nadie haría si no estuviera por ella, subiendo microporcentajes la calidad de vida del pueblo. Es en uno de estos trabajillos en el que Chuck (Stellan Skarsgård, a mi parecer brindando la interpretación más brillante de la película), el habitante que se había mostrado más reticente a la incorporación de Grace, confiesa que sus resquemores vienen porque ambos proceden en realidad de la ciudad, y teme que la inocencia de la joven se vea corrompida al darse cuenta de que seas de pueblo o de urbe es bastante probable que des asco. Spoilers: no se equivoca.

Y va Grace de acá para allá como un rider de Glovo, sin voluntad propia alguna, condenada a elegir entre someterse a los designios de unos cuantos paletos a priori bienintencionados pero que la tienen bastante poco en cuenta, o que la mate la mafia. 

Ahora que lo pienso, más que The Office, el narrador constante (voz de John Hurt) y el abuso de los reaction shots mediante paneo en lugar de corte me recuerdan más a Arrested Development. Sea como fuere, me sigue pareciendo tronchante, en particular el personaje de Martha (Siobhan Fallon Hogan), una señora que se dedica a tocar el órgano en silencio y repicar campanas cuando pasan cosas. Es la mejor.

Capítulo 3: La audiencia de Gran Hermano ha decidido...

Las dos semanas acontecen sin mayor importancia, y llega el día en el que el pueblo debe reunirse en cónclave y decidir si cruza la pasarela o no. Por algún motivo, es el día que escoge Grace para humillar al ciego McKay (Ben Gazzara), que ha vivido recluido años para evitar que la gente supiera lo de su invidencia. Ella coge y en un pronto le abre las ventanas traseras de la casa y le increpa "¿QUÉ VISTAS, NO?" hasta que el otro se ve forzado a admitir que sí, no ve, ahora por favor márchese. Su pequeño faux pas no evita, sin embargo, que la ciudadanía escoja por unanimidad que Grace permanezca en el pueblo, y que demuestre su cariño por ella con regalos del tipo "una barra de pan". Conmovedor.

La dirección de Trier es muy aséptica, al menos de momento, pero de tan impersonal que es se convierte en un estilo propio. Pese a que la película tiene una carga emocional fuerte, quizá la relativa inexpresividad de Kidman, que no dice una palabra más alta que la otra y se pasa la primera mitad de la cinta en un susurro constante, sumada a la esterilidad de los decorados, hacen que lo que podría ser una montaña rusa se parezca más a un tranquilo paseo en barca. ¿Acaso quiere que nos relajemos para apuñalarnos repetidas veces, y con alevosía, más tarde? Habrá que verlo.

Capítulo 4: Se busca señora: Parte 1

Grace lleva ya meses incorporada de pleno derecho al engranaje social de Dogville. Tanto que hasta cobra, cobra dinero, dinero que emplea en comprarse figuritas (no de las del Mundial, unas de porcelana muy feas). Pero justo en medio de esa aparente calma chicha, suenan sirenas de policía en la distancia. Un gendarme cuelga en el corcho más cercano, a falta de ayuntamiento, un cartel de "Desaparecida" con la cara de Grace. Sus vecinos, de momento, mantienen la compostura, pero el comecome y la desazón empiezan a extenderse. Una cosa es esconder a una señora de unos criminales, y otra hacerlo de la pasma...

Capítulo 5: Se busca señora: Parte 2

Tras un episodio más corto, viene el ecuador de la cinta y aquí sí que pasan cosas. Es el cuatro de julio, símbolo de yanquismo más extremo, y el día en el que las cosas terminan de torcerse. Y eso que las cosas empiezan prometedoras, con lo que es la declaración de amor más emocionante jamás rodada, en este caso de Tom a Grace. Es un poco así:

— Grace, eres la única muchacha soltera en edad de merecer a la que no saco 100 puntos de IQ. Creo que eso es que te quiero.
— Ah, pues yo creo que también.
— Jope, pues qué bien, ¿no? Oh, creo que te llaman.
— No, no he oído nada.
— Bueno, pero ve, por si acaso. Ya nos veremos en la boda. Digo en la próxima cosa... de estas.

No exagero, es tal cual el diálogo. La cosa es que en medio de la manduca aparece de nuevo el sheriff del condado para aplicarle un parche al póster de desaparecida, en este caso la versión 1.1 "se busca por robo múltiple a esta señora, por favor avisadnos si dais con ella". Todos saben que es una treta, que Grace no ha salido de Dogville para nada, pero ya cunde el pánico, porque hasta ahora todo tenía un pase, pero ahora estarían siendo cómplices de delitos horrorosos si no la entregan. Pero claro, es que la han cogido cariño.

¿Veis por donde va esto? Es obvio incluso antes de saber que Dogville pretende ser la primera de una trilogía, por hoy inacabada, llamada "La tierra de la oportunidad". Se encienden carteles de neón que rezan: "Los inmigrantes bien mientras se dediquen a servir, pero si suponen un problema hay que machacarlos". De ahora en adelante, los palos a Estados Unidos sólo van a ir en aumento, y ni tan mal, la verdad.

La careta de Dogville es arrancada definitivamente cuando Tom vuelve a rumiar un plan para dejar a todo el mundo contento, menos a Grace, claro. La cosa es que se ha vuelto mucho más peligroso para los vecinos tenerla alrededor, así que hay que llegar a un acuerdo. El acuerdo consiste en que Grace tiene que trabajar más y cobrar menos, y a cambios ellos no la delatan por crímenes que saben que no ha cometido. ¿Suena justo, no?

El multitasking no le viene bien Grace, que empieza a cometer errorcillos accidentales que son tratados como afrentas a la convención de Ginebra: le pisa el césped a Ma Ginger (Lauren Bacall, qué grande), le rompe un vaso a la cooperativa Henson (cuya contribución a la economía de la comarca es pulir vasos gordos para que sean más finos y por lo tanto más caros), y tiene la desfachatez de rechazar los cada vez más frecuentes avances sexuales de Chuck, McKay, o hasta Jason, el hijo tween de Chuck. Empieza a crecer esa especie de frustración contenida por parte del pueblo de propasarse con Grace, que supongo que viene de sus pretensiones de superioridad moral. En cualquier caso, y por desgracia, esto no ha hecho más que empezar.

Capítulo 6: Guatemala

Fuera fachadas (no dice mucho de la habilidad metafórica de Trier que la manera de representar que va a desmontar el tinglado de la sociedad americana es literalmente desmontando el tinglado de una sociedad americana, pero hey, funciona). Lo de hasta ahora ha sido Bambi con lo que Dogville va a hacer pasar a la pobre Grace. Jason, niñato insoportable como pocas veces se han visto, la manipula hasta que consigue que le dé azotes, el pequeño masoquista. Chuck, aprovechando que la tiene acorralada durante una nueva visita de la policía, abusa de ella (Trier tiene el detalle de darnos un plano panorámico de los testículos colgantes de Skarsgård, cosa que no suaviza una escena que ya es dura de encajar de por sí). Finalmente, Vera (la siempre excelente Patricia Clarkson, una de las primeras personas a las que hay que llamar si necesitas quien interprete a una señora odiosa con avaricia), esposa de Chuck y madre de Jason, descubre lo de la azotaina y tergiversa un encuentro entre Grace y Chuck para destruir las figuritas de porcelana, justo ahora que había completado la colección. Esa es la ruptura definitiva del vínculo entre Grace y Dogville.

Toca descubrir como escapar, y para ello Grace depende del sosainas de Tom, tan ensimismado en sus cosas que es completamente ajeno a lo que está sucediendo. Vamos, que está apañada.

Capítulo 7: Escape from Guatemala (goes wrong)

Cuando Tom por fin se entera de lo sucedido con Chuck, esgrime un plan de huida. No es muy complejo: roba diez dólares del padre, dáselos al transportista (al final si que había misiones de carretillas), y que te lleve a... no sé, algún sitio. Ben, el conductor (Željko Ivanek), la esconde en su cargamento de manzanas hasta que descubre que hay un control policial más adelante, y eso como casi todo en Dogville conlleva un suplemento. Y aquí todos los suplementos se cobran igual.

Los suplicios para Grace no terminan porque para cuando el carro por fin se detiene... están de vuelta en Dogville. Y no son gente muy de perdonar, como hemos visto, y menos ahora que la acusan de haber robado al Dr. Edison: la encadenan a una rueda de hierro gordo para que pueda moverse pero despacio, y siempre actuando como si le estuvieran haciendo un favor. Eso sí, que no se piense que con eso se va a quitar de trabajar.

Siempre suelo tener problemas con todas estas historias en las que los malos son malos por maldad, y en cierto modo eso pasa aquí, aunque supongo que la presión grupal y el sentimiento de impotencia que se cierne sobre Grace hacen disminuir un poco esa sensación, pero sólo un poco.

Capítulo 8: Guatepeor

Tom, el novio perfecto, admite que les contó que había sido Grace la que había robado el dinero, por si quedaba alguna duda de que es imbécil. En su cabeza todo sigue siendo un puzle que tiene que resolver, en lugar de un asunto donde hay vidas en juego. La respuesta de Dogville es redoblar sus abusos sobre Grace, tratándola como un animal. Finalmente, a Tom se le ocurre una brillante idea final: celebrar una asamblea en la que reunir a todos los convecinos para que Grace les diga verdades a la cara.

A Dogville no le sienta bien ese exorcismo y le piden a Tom que escoja un bando de una vez y que, a poder ser, lleve a Grace bien lejos. ¿Victoria, no? Pues no parece, por algún motivo. A Tom, con ese complejo de nice guy exasperante, le cuesta separarse de Grace, sobre todo no sin antes haber resuelto su cuenta pendiente con ella. Grace, por razones obvias, no está por la labor. Tom decide en ese momento que le han cockblockeado por última vez y marcha a delatar a Grace a los gángsters que la buscan.

A la mañana siguiente, a Grace empiezan a tratarla bien, demasiado bien. Que le dan días libres y todo. Viendo que pronto iba a llegar el día de su juicio final, tampoco tenía demasiado sentido seguir exprimiéndola, imagino. Grace tampoco es tonta y se percata de la traición de Tom, que por fin ha empezado a escribir un libro.

Capítulo 9: Se viene

Cuando los mafiosos por fin aparecen por Dogville, los paletos se dan cuenta inmediatamente de que igual traer ocho coches abarrotados de delincuentes con Winchesters a lo mejor no es la idea más sensata que hayan tenido. El clavo final en su ataúd viene cuando se revela que el gran capo de esta camorrilla (James Caan, en su segundo mejor papel de 2003 después de Elf, y por fin heredando el trono de un sindicato del crimen) es el padre de Grace, que ha venido a ofrecer una rama de olivo a su hija. Y es que sí, tuvo un pequeño pronto de calibre .44 cuando se enteró de que su niña no quería dedicarse a los vicios como él, pero qué es el mundo sin algún berrinche paternofilial de vez en cuando. Tienen una charla amena y casi emotiva, que no estaría fuera de lugar en Tú a Londres y yo a California, sobre la naturaleza humana y sobre Grace, que de tan buena parece tonta, y se ha empeñado en perdonar a Dogville porque qué vas a esperar de esos borricos, no tienen culpa ninguna.

En realidad, es un dilema más interesante de lo que parece. Al final, Grace huye de una vida en la que sus circunstancias le hubieran obligado a convertirse en una persona vil, temida; y, ¿no son acaso las de Dogville similarmente adversas? Una comunidad paupérrima, de subyugados, sobreviviendo como pueden y adquiriendo por azares de la vida poder sobre una persona, poder que termina por corromperlos. Que no es que Trier se esfuerce mucho en hacer que empatices con ellos, salvo a través de Grace en su infinita bondad.

Así que estamos en la rara situación en la que casi cualquier final es satisfactorio, aunque algunos pueden ser más controvertidos que otros. Si Grace opta por definitivamente exculpar a Dogville de sus faltas, está justificado aunque sea de forma perversa, y el halo casi mesiánico de su personaje quedaría intacto. Si, por el contrario, decide ejercitar su poder familiar y cobrarse su merecida venganza, nadie se lo puede tener en cuenta a estas alturas, y además es un buen paralelo con la profecía autocumplida que sucede en la vida real: si te ven como un criminal, es probable que te acabes convirtiendo en uno. Dado que el mensaje de la película no deja de ser "la humanidad apesta", Trier tiene un win-win en sus manos.

Tom se disculpa, pero un poco tarde, y peor que un Youtuber, porque concluye diciendo "pero y lo que hemos aprendido no nos lo quita nadie". Así que Grace lo tiene claro, que venga el ángel exterminador y arrase con todo, los niños primero (sometiendo a Vera al mismo trauma que le hizo pasar a ella con sus malditas figuritas). Final misántropo unlocked. Solo dejan al perro, por fin explicando el título de la película. Suena "Young Americans" de Bowie (siempre que veo una película fantaseo con cuál sería la canción más inapropiada para poner al final; por fin alguien cumple mis deseos) y créditos con fotografías de gente sumida en la miseria y abandonada por el capitalismo, a cuál más impactante.

Mentiría si dijera que venía con ganas al empezar a ver esto, y no creo que vaya a volver a ponérmela en los próximos veinte años, pero vaya megalodón cinematográfico. Parte de mí cree que el mensaje anti-imperialismo estadounidense hubiera estado mejor reforzado por otro final más compasivo, pero supongo que si vemos a Dogville como un reflejo de América más que una víctima, todo encaja mejor. No creía que diría esto pero merece las tres horas, sorprendentemente, y también justifica su propia pretenciosidad (por falta de). Sí, Trier es denso, tiene la sutileza de un monster truck, y hay un 75 a 90% de que sea un monstruo en lugar de un troll, pero una cosa es segura: nos odia. Y mucho.

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