martes, 2 de octubre de 2018

Heridas Abiertas (2018)


-Estoy asustado por sus hijas. Una está en peligro y la otra es peligrosa.

¿Habéis sentido la sensación de que algo no va bien? ¿Habéis sentido que el presente está jodido y que vuestro pasado está podrido? Bien, es hora de conocer a Camille Preaker. Y darte cuenta de que puedes estar peor. O no, a lo mejor tú también te pasas el día rellenando vodka en esa botella a la que echas mano siempre. Quién sabe, por muy mal rollo que de la ficción, la realidad siempre puede superarla.

Sharp Objects (Heridas Abiertas en español) ha sido sin duda la serie del verano. HBO sabía que la adaptación de la novela de Gillian Flynn (la misma escritora que Perdida) tenía un gran potencial y no ha dudado en publicitarla como la nueva True Detective, con la que tiene ciertas similitudes como asesinos en serie, localizaciones, alcohol, nihilismo y autodestrucción. Y claro, cuando el rostro del cartel es una de las actrices del momento como es Amy Adams, vas a tener atención sí o sí.



Ya desde la sala de mandos de la serie vemos grandes nombres como el de la showrunner Marti Noxon, que tras una trayectoria que incluye Buffy Cazavampiros, Anatomía de Grey o Mad Men se consolida en el panorama de la televisión; o el del director de todos los capítulos Jean Marc Vallée, en el que participa en una serie de marcado protagonismo de las mujeres como Big Little Lies. Y no hay que olvidarse de Gillyan Flynn, que ha colaborado en el guión. Además se han contratado nombres con prestigio en el reparto como Patricia Clarkson o Amy Adams, que están realmente soberbias.


La actriz es el alma torturada de la película

Y por ello no ha decepcionado Sharp Objects, que se ha convertido en uno de los nombres propios del año. Y además ha huido de la estela de True Detective porque tiene identidad propia, tanto en el estilo, como en los personajes, como en lo que quiere contar y, sobre todo, por la sensación de ambiente viciado que se respira en ese pueblo sureño, y en particular en esa casa de suelo de marfil y de finos modales.

La protagonista es Camille Preaker (Amy Adams), una periodista con evidentes problemas de alcoholismo. Ya sea en el bar, en casa o en el coche, Camille echa a mano de la botella con asiduidad. Y la verdad es que el alcoholismo no es el problema más grave que tiene; el principal es la de la autodestrucción, y la serie nos lo mostrará de forma cruda y cruel con el paso de los capítulos.

Su jefe cree que es buena idea llevarla a un ambiente familiar para un reportaje que promete ser jugoso ya que es un posible asesino en serie de niñas en su pueblo natal. Lo que no cuenta este jefe tan paternalista – tanto él como su mujer tratan a Camille como su propia hija – es que todos sus problemas comenzaron en su vieja casa. Camille se encuentra una madre con la que tiene una relación complicada. Adora no es solo una madre ultraprotectora y atenta, sino también la cacique del pueblo. No es un cargo oficial, pero sí es la que organiza y lidera cualquier acto social del pueblo e incluso controla y manipula al sheriff. Y ante cualquier rebelión actúa con orgullo y no permite ningún desaire. Y Camille le ha salido rebelde, así que la relación es explosiva, sobre todo cuando se opone a los reportajes y a las investigaciones de su hija.

El triangulo de la familia autodestructiva

Además en la casa nos encontramos también a Amma (Eliza Scanlen), la joven hermanastra de Camille. Es realmente ambigua porque por un lado tiene la personalidad rebelde y alocada de Camille y por el otro la inocencia y la servidumbre ante los deseos de su madre, heredado de otra hermana de Camille, que murió en la infancia trastocando por completo la vida de su desolada hermana. Porque en esa hermana está la raíz de los problemas que van sucediendo.

El pasado vuelve una y otra vez. Camille ha llegado al origen y no puede evitar recordar y temer el futuro. Una de las grandes hazañas visuales de la serie es el montaje de los flashbacks y pensamientos de Camille. Los monólogos interiores de la novela se ven sustituidos por pequeñas escenas que son introducidas sin que que interrumpa la narración y el ritmo, y a la vez llegue la cascada de recuerdos y temores que alcanzan a la protagonista.

Y el ambiente es perfecto. Ese pueblo realmente da escalofríos; es el pueblo sureño donde todos beben, todos son racistas y todo es clasista. La escena de la fiesta del pueblo con representación infantil de una violación durante la Guerra de Sucesión es tremenda y muy representativa. Es un mundo realmente agonizante, decadente e imposible de que evolucione en el que Camille hizo todo lo posible para huir. A pesar de haber podido ser la reina del lugar como lo es su madre, porque ella en su regreso es reverenciada y envidiada a cada paso por los lugareños, ella prefirió escapar, aunque no encontró fuera lo que buscab


Amy Adams solo bebe agua una vez en toda la serie. 

De los personajes secundarios que aún no hemos mencionado vemos a clichés con patas como el sheriff del pueblo, el detective especial venido de la ciudad y que es ajeno a todo el pueblo y que tiene una relación extraña con Camille, los padres y hermanos de las víctimas que son sospechosos y víctimas, la amiga de la familia y confidente de Camille, el dueño del bar o los advenedizos que solo buscan atención y fama. Los arquetipos están ahí para que reconozcamos ese mundo pequeño. Los personajes masculinos son poco interesantes, el meollo está en los femeninos donde a pesar de vivir en una sociedad patriarcal donde dan por hecho de que el asesino es un hombre porque ellos tienen fuerza, son las mujeres quienes tienen el control de la trama. Camille es la agitadora en el reino de Adora y Amma va a su rollo junto a una camarilla que lidera. Son ellas quienes el corazón de la serie.

¿La serie es perfecta? No, tiene algunos momentos de cierta confusión y el inicio es irregular y tarda mucho en arrancar, tanto que puede desanimar al espectador menos paciente. Pero recomiendo aguantar, porque lo que nos encontramos es a una actriz en estado de gracia en un papel a su medida, una serie que va ganando enteros mientras avanzan los capítulos hasta coronarse en un finalazo que no va a dejar a nadie indiferente y que te obligará a quedarte hasta en las escenas de crédito. Sharp Objects va sobre los traumas, de las cicatrices de nuestra alma, del vacío, del dolor existencial. Va de estar jodido, realmente jodido y sin esperanzas para mejorar. Va de que tu única reacción sea la autodestrucción, autosabotearte con decisiones erróneas, con agresividad hacia ti mismo. Porque todos podemos ser Camille Preaker de una forma o de otra.

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