"Yo puedo ser vulgar, pero os aseguro que mi música no lo es."
Todos
conocemos un poco aunque sea la figura y la música de Mozart. Genio
inigualable, dechado de virtuosismo, su vida, aún con todos los misterios que
la rodean, tiene material suficiente para hacer una buena película. Pero hasta
1984, nadie se había atrevido a dar el gran paso.
En
esas ocurrió que Peter Shaffer, dramaturgo, y Milos Forman, director de cine
del bueno, unieron sus caminos en sagrada gratitud. Y a partir de ahí, el
éxtasis. Shaffer, que había escrito en su momento la obra de teatro Amadeus, encontró en Forman al hombre
perfecto capaz de plasmar en el séptimo de arte y de la forma más majestuosa
posible las bondades de su relato. El checoslovaco no era amante de las obras
basadas en biografías de músicos, pero tras asistir a una representación, quedó
tan emocionado que no se cortó un pelo en decirle a Shaffer lo que tenía en
mente. Todo lo demás es historia. Y el resultado aún sigue uniendo a la
crítica: sencillamente brutal.
Amadeus
nos cuenta la historia de Mozart y de otro compositor de su época, Salieri,
aunque sin mostrarse precisamente exacta respecto a los hechos verídicos. En la
película, Salieri, viejo y aislado en un manicomio, le cuenta a su confesor su
historia, su éxito personal hasta que llegó Mozart, cuyo novedoso estilo y
virtuosismo atrajeron la atención en Viena, la ciudad de la música, y en la
corte del emperador José II, tanto para bien como para mal. Salieri narra,
destrozado y desgarrado, como su fama de gran compositor y de profesor de
cámara del emperador se vio lastrada con la llegada de aquel hombrecillo,
ridículamente simple y sin embargo lleno de talento. A partir de ahí vemos la
lucha personal de Salieri consigo mismo, pues cada día que pasa odia cada vez
más a Mozart, a la vez que se enamora perdidamente de su música, llevándole
irremediablemente a la locura. Por otra parte se cuenta la historia del propio
Mozart, con todos los problemas económicos y familiares que tuvo y su
relativamente poco éxito en Viena a pesar de la maestría de sus composiciones.
Y todo ello, con un ritmo, estilo y finura que solo Forman puede crear. Ya se
le había visto anteriormente luciéndose en Algo
voló sobre el nido del cuco, y se puede decir sin discusión que, con Amadeus, el checoslovaco alcanzó el
cénit de su carrera.
Para
lograr el aplauso unánime por parte de todos, Forman contó con un reparto lleno
de talentos que hasta el momento habían pasado desapercibidos y que
posteriormente pasaron a la historia. Y dentro de ese elenco se lleva la palma F.
Murray Abraham como Salieri, que está, con toda la certeza del mundo, de
matrícula de honor, representando dos papeles del mismo personaje (como viejo
demente y joven exitoso) de forma magistral, enfocando un sentimiento y una
maestría que en diversas escenas ponen los pelos de punta. Como Mozart tenemos
a Tom Hulce, con un papel sobresaliente y lleno de contrastes entre un Mozart
risueño y divertido, ajeno a todos sus problemas, y otro desesperado, sufridor
e impotente debido a su falta de éxito. Por lo demás, el resto del reparto
cumple su función notablemente, con la honrosa excepción de Jeffrey Jones como
José II, que aporta a la figura del emperador un toque cómico y severo que le
hace tener un protagonismo secundario y suficiente en la cinta.
Y
aunque tratándose de una especie de biografía podemos encontrarnos con una
trama lenta, en las casi tres horas de película no hay un momento para el
relax, gracias en buena parte a la tensión argumental, las brillantes
actuaciones y, por qué no decirlo, a la música. Evidentemente una película
sobre Mozart no iba a tener una banda sonora mediocre, y Neville Marriner, con
unos arreglos perfectos, dota a las piezas del austriaco del punto exacto para
redondear una ambientación maravillosa, con un cuidado detalle en el reflejo de
las calles de la Viena (que en realidad son las de Praga) de la época y de la
corte, la música y la obra de Mozart.
Por
todo lo anterior y por mucho más que debe ser a ciencia cierta descubierto por
el espectador, estamos ante una de las mejores películas habidas y por haber.
Como crítico de cine, personalmente, no dudaría en meterla en mi Top 10, y como
amante de la música de Mozart estaría en el Top 1. Mágica, embriagadora, con
todos los elementos puestos en el sitio y el momento exacto, única a la hora de
captar la esencia del mundo mozartiano, Amadeus
es una película de obligado visionado para todo aquel amante del cine de
calidad. Obra maestra, diamante en bruto. Wolfang estaría orgulloso.
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LO MEJOR: F.
Murray Abraham (no hay palabras para describir su actuación), reparto en general, banda sonora, guion, trama magistralmente llevada, momentos para la historia del cine,
ambientación, vestuario… incluso los secundarios hacen muy bien su papel.
LO PEOR: Pues
la verdad es que poco… si acaso que ofrece una visión tan distinta a la historia
original que quizá más de un espectador se la tome al pie de la letra. Y el papel del confesor, que no pasa de ser testimonial.
NOTA:
9,5/10. Genialidad que destila calidad y cuidado por todas partes. Imprescindible.
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Trailer (en inglés)
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Trailer (en inglés)
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