No sé como voy a
vivir el resto de mi vida conmigo mismo si no me mantengo firme en lo
que creo.
Vuelve
Mel Gibson a la cartelera tras un ostracismo donde ha sido más
conocido por sus borracheras, sus enfrentamientos y su racismo. Más
allá de su participación en Los
Mercenarios III o
Machete Kills apenas había aparecido en la cartelera y su última película dirigida databa de 2006. Sin embargo, ha vuelto en
plena forma y con el aplauso de la crítica con Hasta
el último hombre (Hacksaw Ridge).
Centrándonos
en su papel tras las cámaras hay que reconocer su buen hacer. Ya
ganó en su mejor momento un Oscar a mejor director por Braveheart, también galardonada a mejor película.
Si algo se puede decir de su cine es que no deja a nadie indiferente
y que siente una atracción por la violencia más dura y sangrienta
como se pueden ver en las decapitaciones de Braveheart,
los sacrificios humanos de
Apocalypto
y sobre todo en su polémica representación de La
Pasión de Cristo, que es ver una entrega de la saga Saw protagonizada por Jesús. Su última película sigue esta senda de
redención a través de la violencia.