“La gente normal no lo entendería, pero yo sí: nosotros
infringimos porque podemos. Infringimos porque nos gusta”
Hablábamos
hace poco de cómo unas buenas actuaciones pueden hacer que una película decente
se convierta en una gran película; sin embargo, también se da el caso (casi más
habitual) de que ni siquiera grandes actuaciones puedan salvar una película
condenada a la mediocridad. Por algún motivo, es una tendencia muy fuerte en thrillers, incluso de grandes directores
(estoy pensando en Lo que la verdad
esconde de Zemeckis, por ejemplo), y es lo que sucede en La trama.
Desde
que oí hablar de esta cinta le tenía bastantes ganas. Cierto es que la temática
de thriller político no es mi favorita, y que la única película que he visto de
Alen Hughes, El libro de Eli, no es
una maravilla, pero me resultó entretenida un rato. El reparto, además, venía
con mucha fuerza (el tándem Russell Crowe – Mark Wahlberg funciona a la
perfección) y había algo en la película que prometía.