domingo, 30 de marzo de 2014

El último emperador (1987)



"Un caballero siempre piensa lo que dice"




De la serie de grandes y fastuosas producciones de los 80, llega a Yo me bebo tu batido una de las top, una de las imprescindibles, una de esas películas en las que cada fotograma provoca placer al espectador. Y es que El último emperador es cine, pero cine, cine, con mayúsculas y haciendo hincapié en la grandiosidad. Es una joya que, aunque parezca mentira, he tardado bastante en visionar (ya me pasó en su momento con la trilogía de El Padrino), pero cuánta razón tiene aquel que dijo aquello de "más vale tarde que nunca". Cuantísima.

Bernardo Bertolucci, conocido por dirigir, entre otras, Novecento o El último tango en París, decidió, con la ayuda del hermano del personaje histórico en el que se basa el film, Pu Yi, trasladar de la forma más fiel posible la vida del último emperador (sobre el papel) del Imperio Chino de los Qing, obteniendo un resultado que le valió 9 Oscars (tremenda barbaridad) y el aplauso unánime de la crítica cinéfila. Y es que El último emperador es una película hecha para que la crítica disfrute de lo lindo, pero... ¿y el espectador de a pie?


Al igual que sucede con Lawrence de Arabia, Ben-Hur, Quo Vadis? o las grandes superproducciones de antaño, El último emperador es una película inmensa, densa como ella sola y donde el detallismo pulula por todos los rincones. En este caso, si bien es cierto que en los 80 ya había pasado la moda de las películas de larga duración, Bertolucci quiso ampliar más estos horizontes llevando a la gran pantalla la historia del malogrado (y también medianamente afortunado) Pu Yi, sucesor del trono de China con apenas tres años tras la muerte de la emperatriz Cixi. 

Dentro de una vida llena de vaivenes y de cambios políticos de una índole brutal, la película muestra de forma extraordinaria y con muy buen hacer una biografía que se entremezcla con la historia de China de por sí, ya que a lo largo de la cinta se explican de forma precisa todos los acontecimientos históricos que afectaron al gigante asiático: la proclamación de la República, el auge del Kuomintang, la invasión japonesa, la llegada de Mao Zedong al poder, la Revolución Cultural... todo es una clase magistral de historia china contemporánea que, lejos de mostrarse aburrida o soporífera, se entrelaza perfectamente con las aventuras del protagonista.


Un protagonista que, por cierto, está excelentemente interpretado por un tal John Lone. ¿Lo conocíais? Yo tampoco, y lo cierto es que este hongkonés no ha vuelto a hacer nada destacable en su carrera, y tampoco es que su actuación sea lo más importante de verdad en la película. Realmente, este es un punto muy interesante al que hacer mención a la hora de tratar el film en sí: Bertolucci no busca destacar la actuación de los intérpretes, que si bien cumplen perfectamente su papel, también forman parte de un inmenso decorado que embriaga al espectador y que se puede resumir en dos palabras: fotografía y música. 

Y es que el trabajo tras las cámaras es sencillamente portentoso: como en toda superproducción de tintes de enormidad que se precie, El último emperador contiene escenas poderosísimas, grandilocuentes y expresivas que contrastan con otras más sencillas, personales y resguardadas, concibiendo y mostrando una China cambiante y distinta en cada escena, con un cuidado sutil. Y eso por no hablar del vestuario, la dirección artísitica... repito, cine en su máxima expresión. 

Pero todo esto, insisto, no significa que lo actores y actrices no pongan su granito de arena en que el resultado final sea sobresaliente: el más destacado en el reparto es, como no podía ser de otra forma, un Peter O'Toole que nunca perdió su magia, y que en esta película vuelve a demostrar que, incluso haciendo un papel secundario, está en otra liga en cuanto a interpretación. El resto se muestran a cámara más que correctos, necesarios y con una buena presencia. 


Pero si digo que lo menos importante a simple vista son los personajes (salvo la excepción evidente del protagonista) es porque Bertolucci es capaz de dotar de carisma a cada uno sin necesidad de palabras. Un ejemplo se ve en los soldados nacionalistas del Kuomintang que acabarán expulsando a Pu Yi de la Ciudad Prohibida: marciales, aguerridos y extremadamente antimanchúes, son un fiel reflejo de lo que fueron en aquellos convulsos años 20. Los japoneses, por otra parte, se muestran con un aire superior, despiadado y eficaz, a modo de mostrar su imagen altiva con respecto al resto de países asiáticos, creyendo firmemente en su propósito de someter a toda Asia bajo su supremacía, cueste lo que cueste. Y eso por no hablar del fiel reflejo de la vida cortesana en la Ciudad Prohibida, los ambientes, las tradiciones, Manchukuo, la Revolución Cultural...

Y todo esto son tan solo pequeños esbozos de la película, cuya adaptación de la vida de Pu Yi es, salvo detalles puntuales (buscad en Wikipedia o en libros de historia de China) profundamente realista: John Lone capta perfectamente la personalidad del último emperador, cuya vida consentida y atrapada en la Ciudad Prohibida en sus primeros años y su profundo espíritu manchú, junto a su gran sueño de convertirse realmente alguna vez en emperador, forjarán un carácter complejo y distante y que le llevó a tomar decisiones muy polémicas y comprometidas.

Ya he dicho que la fotografía luce de escándalo en la película, pero es que la música tampoco se queda atrás. Ganadora de un Oscar, la banda sonora de David Byrne y Riuchi Sakamoto es el vehículo perfecto con el que transmitir todos los sentimientos que evoca la cinta, de aires orientales, aterciopelados y muy bellos.


Ahora bien, y es algo a lo que llevo dándole vueltas desde que terminé de ver la peli: ¿puede gustar algo así a todo el mundo? Bueno, en este caso, tengo que ser objetivo y práctico a la vez: la enorme densidad de El último emperador puede impresionar, pero también cansar. No sólo porque la película sea bastante larga (165 minutos, aproximadamente), sino porque busca recrearse en todo momento, en cada secuencia, en cada plano. 

Esto no es, ni mucho menos, nada malo, más bien al contrario. Al estar bien llevada y realizada y tener un guion muy bien adaptado, la película consigue verse fácilmente del tirón y con disfrute, pero, entre vosotros y yo: hay gente en esta vida a la que no le gusta la Historia. Y partiendo de esa premisa, seguro que les gustará menos la historia de un país tan lejano y desconocido (al menos, para el que no le interese) como China. Esto, unido a la enormidad y la recreación de la cinta, harán que a más de uno pueda parecerle un bodrio. Ahora bien, si he sido objetivo con esto también tengo que ser subjetivo en otro aspecto: no saben lo que se pierden.

Y ya no solo porque es muy difícil encontrar adaptaciones históricas en condiciones, sino porque como obra en sí, El último emperador es una maravilla del séptimo arte la mires por donde la mires. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que el hecho de que a algunos se les atragante no implica que deje de ser una genialidad. Claro que puede cansar y claro que hay gente que piensa que la historia es un coñazo, pero valoremos las cosas: el trabajo detrás de las cámaras, las interpretaciones, el apartado técnico y la música dicen lo contrario. El algodón no engaña y El último emperador tampoco. Como los buenos vinos.

---------------------------------------------------------------------------------------------

LO MEJOR: muchas, muchas cosas: guion, fotografía, música, vestuario, fidelidad histórica excepcional, Peter O'Toole, detallismo...

LO PEOR: su densidad puede echar atrás al que busque algo más directo.


NOTA: 9,75/10. Enorme, cuidada y de proporciones espectaculares, y una clase de historia china en forma de película.

---------------------------------------------------------------------------------------------







6 comentarios:

  1. Coincido contigo. Excepto en la nota, porque para mí es de matrícula de honor.

    ResponderEliminar
  2. Y.... Donde está la crítica? La nota es casi tan aburrida como la película misma porque siempre está tratando de justificarla... pero eso no aplica a los que la vimos (sufrimos) completa... Aburrida e intrascendente de principio a fin... No se merece ni uno solo de los 9 óscares que la acomodada academia le regaló... En síntesis: tres horas de tiempo perdido. Dedíquese a otra cosa porque contrario a lo que pregona ser crítico de cine sí es bien difícil porque requiere criterio y objetividad, cosas de las que usted carece....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La crítica está a lo largo de toda esta página, pero imagino que cegado en tu ego y tu ansia de menospreciar el trabajo de los demás, se te habrá pasado por alto. Pablo ha hecho un trabajo fantástico desmenuzando la película en sus aspectos técnicos y artísticos, dejando claro lo que él opina de ella, y haciendo gala de esa objetividad y ese criterio que usted niega, con comentarios como este (de los que hay más de uno):

      "Esto, unido a la enormidad y la recreación de la cinta, harán que a más de uno pueda parecerle un bodrio. Ahora bien, si he sido objetivo con esto también tengo que ser subjetivo en otro aspecto: no saben lo que se pierden."

      A diferencia de usted, él entiende que haya gente que pueda disfrutar esta película (como lo hizo él, como lo hizo A. Gandara, como lo hice yo, como lo ha hecho la amplia mayoría de espectadores) y gente a la que le pueda resultar en extremo tediosa. Y lo dice, y explica el porqué. Tú tienes la soberbia de venir, insultar el trabajo de otra persona, negar su validez para el mismo basándote en... ¿En? Porque para criticar la objetividad y el criterio de los demás lo único en que basas tu análisis de la película es en algo tan abstracto como la trascendencia y tan jodidamente subjetivo como que a ti te aburriera.

      Negar que mereciera 9 premios de la Academia, sin razonarlo, ya sería absurdo. Negar que no merezca uno solo de ellos, ni siquiera los estrictamente técnicos, es no tener ni la menor puta idea de cine. De ser un bocazas prepotente, un sufrido ególatra que piensa que se critica mejor algo por odiarlo que por amarlo. De ser, en fin, lo que demuestras ser en cada línea de tu asqueroso e insultante mensaje: un profundo imbécil que no tiene nada mejor que hacer con su vida de mierda que atacar en lugar de dialogar. Gracias por pasarte por el blog, no vuelvas nunca, no eres bienvenido.

      Eliminar
    2. Su problema con la película es este, como bien dice la crítica. "LO PEOR: su densidad puede echar atrás al que busque algo más directo."

      Creo que usted no ha leído con atención la crítica. El mismo autor refleja que puede parecer densa y demasiado larga a muchos espectaadores. Lo que no es nada malo. Lo que sí es malo es, sin un atisbo de análisis (o como dice usted criterio y objetividad), hacer una sentencia subjetiva con aires de superioridad, faltando al respeto y demostrando que solo ha realizado una lectura superficial.

      Cuando decimos que no es difícil es ser crítico de cine es porque hay mucha gente que simplemente odia o ataca a una película sin un solo argumento racional porque no les gusta el cine. Les gusta simplemente criticar y dar muestras de supuesta sapiencia. Lamento que no le guste el cine pero tú te lo pierdes.

      Eliminar
    3. Por cierto, señor Miguel Angel, y al hilo de lo que comenta A. Gándara: Pablo en ningún momento "pregona" que ser crítico de cine sea fácil. Esto es un blog compartido, un proyecto que comenzamos hace años Quixote y yo, y la frase de la cabecera, como está bien claro, viene entrecomillada y dice "cítrico", no "crítico". No es sino una referencia a una frase pronunciada por Homer Simpson en un capítulo de la serie de Groening. Si va a acusar de algo, al menos asegúrese de no estar diciendo gilipolleces.

      Eliminar
    4. Yo no iba a meterme, pero es usted tonto.

      Eliminar