La
verdad es que el verano es un período perfecto para disfrutar de
series. El tiempo libre y el calor madrileño son dos grandes razones
para suscribirse a Netflix y ponerse a devorar una serie tras otra.
Mientras Jorge prepara, o creo que hace, una crítica extensa
sobre LOST, yo traigo una de las series más aclamadas de los últimos
tiempos, Breaking Bad.
Seguramente
ya han oído hablar de ella. Hubo un momento, especialmente cuando
estaba en su recta final, en el que sus fans parecían una secta que no podían dejar de extender su nueva religión como si fueran Pablo tras caerse del caballo en Damasco. El mundo se inundó de camisetas de
Heisenberg y de frases como la que encabeza esta reseña.
Desde
esta premisa, se desarrollan cinco temporadas. En ellas vemos la
evolución, cada vez más drástica, de los personajes. El crimen puede
ser atractivo y a la vez repulsivo. Te obliga a hacer cosas que por
muy cabrón te creas no serías capaz de hacer sin vomitar; y a la vez te impulsa a realizar actos que nunca sospecharías que harías. La adrenalina y la
acción son adictivas, y cuando quieres darte cuenta no puedes parar.
En
la serie también hay gente honrada que pondrá todo en el asador
para que no haya paz para los malvados. También están quienes se
ven envueltos en la trama sin que se den cuenta del peligro en el que
están y los aprovechados que quieren sacar tajada como el abogado
Saúl, uno de los personajes más carismáticos que tiene su propio
spin off: Better Call Saul, o el empresario Gus. Y por supuesto, los matones dispuestos
a disparar a cualquier cosa, ya sean latinos como los de la familia
Salamanca, veteranos como Mike o jóvenes y ambiciosos como Todd. Todos son peligrosos y carecen de escrúpulos.
Las
actuaciones son de gran nivel. Sobre todo la excepcional
caracterización de Bryan Cranston que le permitió dejar de ser el
padre de Malcolm para llegar a tener varios premios como el Emmy o el
Globo de Oro por hacer de Walter White, y relanzar una carrera que le
ha llevado a blockbusters y una nominación al Oscar por Trumbo.
Pero
los demás tampoco se quedan atrás. Aaron Paul hace un trabajo
maravilloso en ese pringado chapucero que es Jesse, como también lo
hace Anna Gunn como la odiosa Skyler. Dean Norris como Hank, Betsy
Brandt como su esposa Marie, Bob Odenkirk como Saúl, Jonathan Banks
como Mike o Carlos Esposito como Gus son también otros actores que
dan forma a esta gran serie. Y me dejo varios nombres como Krysten
Ritter, conocida por el gran público en la segunda temporada de la
serie para luego dar el salto a un papel protagonista en Jessica Jones. Y no me olvido del cameo de Danny Trejo como Tortuga.
Vince
Gilligan es el responsable de la serie. Controla totalmente el ritmo
de la serie que puede ser lenta para fijarse en todos los detalles de
una serie tan compleja y que no mete punzada sin hilo y no deja nada
sin atarse. Y a la vez tiene grandes escenas que se han quedado en el
imaginario colectivo como el famoso No es meta o Di mi nombre. El guión es magnífico y pulido a la perfección.
Todo personaje tiene una jerga que le identifica ya sea el humor malo
como el caso de Hank, el léxico preciso y técnico de Walter White o
el bitch con el que suele terminar sus frases Jesse.
La
dirección de la cámara también es de buen nivel. Se refleja a la
perfección la quietud y el calor exasperante del desierto de Nuevo
México. La ambientación es maravillosa y no se olvida de los
verdaderos protagonistas que son los personajes, siendo comunes los
primeros planos continuos sobre ellos para que puedan lucirse. La
banda sonora es importante en la narración de la historia y se
comprende con canciones populares. Como defecto, con el doblaje se pierde demasiado de las actuaciones y es necesario verla en versión original.
Todo
va a más en las temporadas, llegando a finales bastante excitantes y
épicos. Desde la primera temporada contra gangsters locales hasta la
última en la Walter White lucha por la consolidación de un imperio
criminal que ha puesto en jaque a la DEA, multinacionales, y toda
clase de carteles mejicanos, de Phoenix y bandas de neonazis. Porque
un hombre que tiene la determinación y la habilidad puede hacer
lo que se proponga, sobre todo si tiene a la ciencia de su lado, es imparable.
Así
que si estás harto de tus amigos, que no paran de darte la tabarra
con la serie, ya sabes lo que hacer: Unirte a ellos para convertirte
en su secta.Es algoadicivo, casi tanto como la meta, y con menos secuelas. Bueno, puede provocar que acabes montando tu propio negocio de drogas.
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Tengo que ver esto?: Si
te gusta ver como tu profesor de instituto puede ser uno de los
delincuentes más buscados, sí. Y si no también, porque esta serie
gusta a todos.
¿Cuál
es el mejor momento?: Hay demasiados para elegir. Quizá el
capítulo entero de Ozzymandias. O el último de la cuarta temporada.
¿Dónde
debería ver esto?: En una
caravana en el desierto cocinando, ya sea un pollo o metanfetaminas.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: Lo
tienes fácil. La propia serie tiene su spin off con Better Call
Saul. Y si te gusta ver al doblaje latino destrozando series como si
fuera Al Qaeda, tienes Metastasis. Cuenta la leyenda que Donald Trump
quiere construir su muro al ver esa serie.
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